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Gonzalo Morcillo creció sabiendo que su futuro pasaba por la agricultura. Sus primeros recuerdos en el campo son acompañando a su padre y a su abuelo en las calurosas cosechas de tomate, en pleno verano, en su Don Benito natal. Hoy, con 28 años, no ... se arrepiente del camino que eligió ya de pequeño.
–Tenía clara su profesión.
–Cuando finalicé mis estudios en el instituto, me fui directamente al campo, no quise seguir estudiando porque a mí el campo me gustaba desde siempre. Con mi padre y con mi abuelo es prácticamente de lo único que se habla, de agricultura. Es una tradición familiar que viene ya del abuelo de mi padre, somos ya varias generaciones.
–¿Para ellos fue más fácil?
–Ahora tenemos la ayuda de joven agricultor, pero tampoco es fácil acceder a ella porque existen muchas trabas, papeleo y requisitos, es complicado.
–¿Se entienden esas trabas siendo el relevo generacional uno de los principales problemas que afronta el campo?
–Creo que no. Para mí, si no tienes una base que te venga ya de atrás, es muy difícil empezar con ayuda y sin ella. Debes tener unos cimientos o alguien que te apoye.
–¿Y existe una base para ese relevo generacional?
–Está complicado, cada vez peor, sobre todo este año con la subida de precios y la incertidumbre por el agua. No está la situación alegre para que entre gente.
–¿Cómo es su situación?
–Es una explotación familiar con mi padre y tenemos tomate, arroz que este año no vamos a sembrar, maíz, cereal de secano y algo de olivar. Para el tomate, por ejemplo, ha subido algo el precio y esperamos que pueda cubrir los costes que también se han incrementado una barbaridad; será probablemente el cultivo más rentable este año de los de regadío tradicional.
–¿Y el que salve la campaña?
–En nuestro caso sí, porque es lo que más tenemos, estamos mecanizados para ello y es por el que más apostamos.
–Son muchos los agricultores que descartan el arroz este año.
–Es el cultivo que más agua requiere y, con el tema de las restricciones, muchos hemos preferido cambiar a otros cultivos para llevar el agua del arroz a otros como el tomate o el maíz.
–Extraño para una tierra como las Vegas del Guadiana.
–Sí, de hecho, desde que llevo en el campo es el primer año que no vamos a sembrar arroz. En el Canal de Orellana, una zona muy arrocera, no se va a sembrar prácticamente nada de arroz; y aquí tampoco se sembrará lo normal de otros años.
–¿Y el resto de cultivos?
–El maíz también hemos recortado para sembrar algo más de tomate ya que las fábricas, al no regarse toda la superficie, se quedaban escasas de tomate. La campaña para el maíz también está marcada por la incertidumbre porque los costes de los abonos están por las nubes y nadie te asegura un precio cuando tú vayas a cosechar y vender.
–¿Es quizás el año de mayor incertidumbre para usted?
–Sí, porque para mi padre también es un año raro, pero él ya ha conocido dos sequías de no regar nada y ya tiene experiencias similares, pero en mi caso es el primero que vivo con esta incertidumbre por estos dos factores: las restricciones de agua y los costes.
–¿Se replantea en un año así haber elegido trabajar en el campo?
–No, fue la mejor decisión y no lo cambiaría por nada. Estoy muy a gusto, es mi vida y no me veo trabajando en otra cosa. Tienes días malos, como en cualquier trabajo, pero estás en lo tuyo y ves que más o menos funciona.
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