La Asociación de Agricultores y Ganaderos de Don Benito y Comarca hace balance de la campaña del tomate en este año marcado por la sequía, el calor y los elevados costes de producción. Luis Gutiérrez, vicepresidente de este colectivo, analiza la situación que ha vivido ... en primera persona viendo reducida su superficie para este cultivo y optando en esta campaña por el girasol como una de las alternativas.
–¿Cómo ha sido la campaña?
–Ha sido una campaña corta de rendimiento. El año comenzó con una gran incertidumbre debido a la inminente situación de sequía y la escalada en los costes de producción. Las ya conocidas restricciones de agua dieron como resultado una reducción de un 25% de superficie para el cultivo del tomate. Se ha confirmado como una mala campaña marcada por dos factores determinantes en el resultado, los elevados costes de producción y las adversidades meteorológicas.
«Se debería empezar a trabajar ya en un plan de contingencia que nos sitúe en el peor de los escenarios ante la sequía»
–¿Y en cuanto a los precios?
–En febrero se consiguió acordar un precio de contrato que parecía suficiente para afrontar la subida de precios que arrastrábamos meses atrás. Pero el constante incremento de los insumos, fertilizantes, abonos, combustibles... ha disuelto este incremento de precio, resultando totalmente insuficiente en este final de campaña.
–A lo que hay que sumar un caluroso verano, ¿no?
–A esta asfixiante subida de costes de producción se ha unido un enemigo inesperado para el productor de tomate: un verano con largas y constantes olas de calor. Esta situación ha mermado en un 20% la producción de tomate, haciendo la defensa agronómica del cultivo muy difícil y costosa al encarecer la partida destinada a fitosanitarios. Estas altas temperaturas no solo traen como consecuencia una pérdida de rendimiento, sino que a su vez hacen las plagas más persistentes y virulentas.
–¿Salen las cuentas?
–No, al productor de tomate no le salen las cuentas este 2022. En este punto, analizando lo sucedido, tenemos que afrontar retos que ponen en jaque al sector del tomate tan importante para Extremadura.
–¿Qué aspectos preocupan?
–Por un lado, la defensa sanitaria frente a los nematodos. Una plaga para la que carecemos de herramientas eficaces, por lo que tenemos una limitación del cultivo en muchas parcelas de Vegas Altas. Es una situación que, a corto plazo, se podría solucionar con una autorización excepcional de materias activas desinfectantes de suelo y que agronómicamente sea factible su utilización, tal y como se está haciendo en el resto de los países productores de tomates de la UE.
–¿Y la mano de obra?
–No es un problema nuevo y vemos cómo cada año es más acuciante. Es una realidad que cada vez cuesta más encontrar mano de obra para las campañas agrícolas y el tomate no es una excepción. Este problema limita a los cultivos con marcado carácter social y amenaza cada vez más al sector obligando a la mecanización del mismo, máxima que no es buena para el sector ni para la región.
–A esto hay que sumar la preocupación por la situación hídrica en la región
–Sí, nuestras reservas hídricas cada vez son más pobres. Se debería empezar a trabajar ya en un plan de contingencia que nos sitúe en el peor de los escenarios y que vaya activando diferentes planes en función de la situación en la que nos vayamos encontrando. Porque ante la sequía solo nos cabe desear que llueva, y mucho, porque si no es así el análisis de la campaña 2023 lo podemos escribir ya este año.