Javier Sánchez Pablos
Trujillo
Viernes, 26 de enero 2024, 08:33
Natural de Garciaz, Adriana Rodríguez, de 27 años, proviene de una familia dedicada al mundo de la ganadería. En la actualidad, vive por y para el campo. Si le queda tiempo, en su cuenta de Instagram (@adrianacazaycampo) cuenta su día a día, desde el punto ... de vista laboral.
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–¿Cómo surge la vinculación al mundo del campo?
–Mi padre y mi abuelo fueron ganaderos. Tenían cabras, ovejas, cerdos y vacas. Más adelante, solo se quedaron con las cabras. Después, cambiaron a las ovejas. Cuando terminé de estudiar, no sabía qué hacer y me volví al pueblo para trabajar con mi padre en la ganadería. Cuando se jubiló, me quedé yo con el ganado, pero con menos animales. Además, hace dos años y medio, estoy de encargada de la gestión forestal y cinegética de una finca.
–¿Cómo es esa gestión?
–Estoy en continuo contacto con árboles, plantaciones y desmonte de terreno. Hacemos la gestión de poda, sobre todo, de encinas. En el roble, también controlamos el gusano, porque si no, van comiendo por dentro. Hacemos además cura con avionetas, entre otras tareas. Además, está el tema de la caza, que me gusta mucho.
–¿Cómo se compatibiliza esa labor con la actividad ganadera?
–Compatibilizar significa tener el día lleno. Se tienen pocos ratos libres. Tenemos ovejas para carne, ya que son más fáciles de llevar. No hay que ordeñarlas. Si fueran cabras, tendría más trabajo y la infraestructura es más complicada. Y es que las cosas del mundo del campo están difíciles, poco valoradas y con poco apoyo. Si no hubiese sido por las subvenciones, habría pocas ganaderías que fuesen sostenibles. Los precios de los combustibles y de los piensos suben. Los cereales están por las nubes y el producto, cada vez más barato.
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–¿Merece la pena?
–En mi caso es algo por devoción. Si tuviéramos que sumar el tiempo que se le dedica, con el gasto, saldría poco rentable. También te digo que tenemos el terreno y es una forma de aprovecharlo. Si lo tuviéramos que alquilar, habría que planteárselo.
–Su padre ha sido un apoyo.
–Lo que sé de campo y de ganadería ha sido por mi padre, así como temas cinegéticos. A partir de ahí, se ha ido poniendo en práctica esos conocimientos. Si te equivocas, hay que volverlo a intentar. También es mucha práctica y ver a la gente del pueblo para copiar la forma de trabajar o crear una nueva.
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–¿Animaría a que alguna persona a trabaje en el campo?
–Sí. Aunque nos quejemos de muchas cosas, lo que te da el campo, no te lo da otra cosa. La naturaleza es increíble. De hecho, yo vivo enamorada del campo. Si no, no estaría aquí. Animo a todo el mundo a probar, porque no se pierde nada.
–¿El futuro del campo?
–Eso lo veo complicado. Antes había muchas ganaderías, pero cada vez quedan menos. La gente mayor se va jubilando. Los jóvenes se animan poco. Ven que la situación es complicada y sacrificada. A lo mejor, todo el mundo no lo quiere afrontar. Siempre hay que animarse. Además, creo que se debería hablar más del mundo del campo y del sector ganadero y agrícola, para mostrar que hay posibilidad de un futuro. Si no se le da publicidad, acabará desapareciendo. Luego nos llevaremos las manos a la cabeza de por qué un cordero cuesta 200 euros.
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