Carmen Posadas será la invitada al Aula de Cultura HOY. carolina roca

«Hubiera sido una buena espía porque soy observadora, pero me falta temple»

Carmen Posadas Escritora ·

Presentará su libro 'Licencia para espiar' en el Aula de Cultura HOY, en un acto que tendrá lugar el martes en el salón de actos de Cajalmendralejo

Marisa García

Badajoz

Domingo, 18 de diciembre 2022

Carmen Posadas (Montevideo, 1953) presentará en el Aula de Cultura HOY su libro 'Licencia para espiar', un ensayo novelado en el que hace un recorrido por la historia del espionaje desde los albores hasta la actualidad con las mujeres como protagonistas. La escritora contará la ... apasionante historia de varias espías, desde Rahab la larga a la actriz Hedy Lamarr, pasando por las doncellas venenosas, la Balteira, Malinche, Mata Hari y reinas como Isabel de Inglaterra o Catalina de Medici, en un acto organizado por la Fundación Vocento con el patrocinio de Cajalmendralejo y Conesa, que tendrá lugar el próximo martes, 20 de diciembre, a las siete de la tarde en el salón de actos de Cajalmendralejo en Badajoz.

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Aula de Cultura HOY

  • Invitada y tema. Carmen Posadas hablará de su libro 'Licencia para espiar'.

  • Dónde y cuándo Salón de actos de Cajalmendralejo. Planta segunda. Plaza de San Francisco s/n. El martes, 20 de diciembre, a las 19.00 horas.

  • Entrada. Libre, hasta completar aforo.

–En el inicio de su libro dice que «siempre me he considerado una espía. Escribir es mirar a otros a través del ojo de la cerradura». ¿Le atrajo el espionaje porque se parece a la literatura?

–Pienso que sí. He sido más una observadora que una participante y el hecho de haber vivido en Rusia, donde destinaron a mi padre, que era diplomático, en los años 70, durante la Guerra Fría, me acercó a ese mundo porque estábamos rodeados de espías, que además no sabían disimular, sabías perfectamente que los que trabajaban en la embajada te espiaban.

–¿Vivir esa época le ayudó a entender los entresijos del poder para ahora reflejarlo en 'Licencia para espiar?

–Sí, y también ver en acción cómo era el espionaje en aquella época. Imagino que tendrían otros espías más sofisticados, pero los que trabajaban con nosotros eran bastante chapuceros. La embajada estaba llena de micrófonos, pero funcionaban tan mal que de vez en cuando se invertían y oíamos nosotros a los espías. Estabas durmiendo tranquilamente a las cuatro de la mañana y oías una discusión acalorada o una música curiosa y eran los espías que se aburrían tanto que se peleaban u oían ópera y tenías que golpear la pared y pedirles que se callaran.

–Al final del libro la espía con la que habla le dice que su trabajo es así: servicio y silencio. Usted que estuvo muy cerca del poder en los años 80 ¿ha callado y calla mucho?

–Sí. Muchas veces me preguntan si voy a escribir mis memorias y hablar de esa época, pero dudo mucho que lo haga porque lo que se puede contar no tiene mucho interés y lo que tiene interés no se puede contar, más que nada por no hacer daño a otras personas.

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–¿Se ha sentido espiada en alguna ocasión?

– Muchas veces. Primero en Rusia, que era bastante folclórico y divertido, y después también en mi época de casada, en la España de los años 80 sabíamos que teníamos los teléfonos pinchados y que nos vigilaban.

– Escribe que entre las protagonistas de su libro hay mujeres idealistas, abnegadas, grandes patriotas y heroínas. Y las hay también que fueron ambiciosas, implacables e incluso malvadas. Y que tanto las primeras como las segundas comparten una virtud que usted ha admirado siempre: el manejo de la mano izquierda. ¿Hubiese sido usted una buena espía?

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–Hubiera sido buena espía en el sentido de que soy bastante observadora, pero me falta el temple. No serviría para estar en una embajada y de repente hacer mutis por el foro y meterme en el despacho de alguien y fotografiar documentos.

–Cuenta la historia de espías de todos los tiempos, ¿hay algo que tengan en común las espías que aparecen en su libro?

– Hay razones muy distintas para espiar. Tienen en común que necesariamente tienen que ser muy observadoras e inteligentes y deben tener un cierto arrojo. En el resto no hay ningún punto en común porque hay mujeres que eran idealistas y que querían lo mejor para su pueblo, como el caso de Larissa Swirski; otras eran ambiciosas y lo hacían por dinero, como Mata Hari; o por afán de aventura como Stephanie de Hohenlohe. También otra cualidad que tienen las mujeres, como me dijo la espía con la que hablé al final de 'Licencia para espiar', es que las mujeres pasan más inadvertidas porque uno se puede esperar que un hombre se infiltre en una célula yihadista o un sitio muy peligroso, pero es menos frecuente que sea una mujer y en ese caso es más indetectable.

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– ¿De las historias de mujeres espía, cuál le ha resultado más sorprendente?

–La del caballero d'Eon, alias la señorita Lía de Beaumont, que es un personaje que nadie sabe si fue hombre o mujer. Trabajaba para el rey Luis XV en una especie de gabinete secreto que tenía el rey que funcionaba al margen de sus ministros y de todo el mundo y primero lo mandó a Rusia y ahí enamoró a la zarina como hombre. Poco después se fue a Inglaterra y enamoró al rey Jorge de Inglaterra como mujer. Incluso consiguió engañar a Casanova, acostarse con él y que no supiera si era un hombre o una mujer. La ambigüedad sexual siempre ha sido muy valorada en el mundo de los espías, hay muchos casos.

Sexpionaje

«El sexo es una de las armas más viejas y más eficaces en esta profesión»

–Ahora que se refiere al sexo, en el libro afirma que ha sido siempre una de las herramientas más eficaces a la hora de torcer voluntades y obtener información y que lo practican por igual hombres y mujeres, a los que llaman cuervos y golondrinas. ¿Es el «sexpionaje» como usted lo llama un arma fundamental en esta profesión?

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–Yo creo que es una de las más viejas y de las más eficaces. En el libro cuento la historia de las comedoras de venenos, que son unas doncellas a las que desde muy pequeñas entrenaban dándoles a comer veneno para inmunizarlas, muchas de ellas morían en el proceso y las que sobrevivían eran muy fuertes y se convertían en bombas venenosas ambulantes. Eso que es algo que ocurrió antes de Cristo se sigue produciendo ahora. No tenemos comedoras de venenos pero sí mujeres entrenadas en todas las artes amatorias habidas y por haber para conseguir lo que ellas llaman «trampas de miel», que es enamorar a alguien y luego chantajearle y sacarle información. A las espías que utilizaban sus habilidades amatorias las llamaban golondrinas y a ellos romeos o cuervos. Y el romeo más famoso de todos los tiempos en el cine es James Bond, que usa el sexo siempre al servicio de su graciosa majestad.

–En 'Licencia para espiar' desmonta algunos mitos y dice que Mata Hari fue una espía pésima, ¿por qué es entonces tan famosa?

–Ningún libro de espionaje serio la menciona siquiera, es algo que me extrañó mucho. He leído muchos libros rigurosos sobre este arte y no le dedican ni una línea, por lo que me vi en el dilema de si incluirla o no y al final decidí incluirla porque iba a ser una desilusión para todos los lectores. Porque a cualquier persona que le preguntes por el nombre de una espía, el primero que menciona es Mata Hari. La razón de por qué es tan famosa es porque era una estrella mundial, es como si hoy día se descubriese que Madonna es doble espía, sería muy llamativo, pero sus métodos eran malísimos.

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Conocimiento

«Saber es poder. Sin el espionaje la historia sería completamente distinta»

–¿Por qué cree que a lo largo de la historia nos hemos dedicado a espiarnos unos a otros?

–También estos libros dicen que el espionaje es la profesión más antigua del mundo, más incluso que la que normalmente tenemos por tal y es lógico porque saber es poder y el ser humano como especie siempre ha necesitado apoyarse en su inteligencia y su conocimiento. No solamente para saber dónde están los pastos más fértiles o el agua, sino también para conocer qué hace el enemigo, o tu vecino, y por eso es la profesión más antigua del mundo y ha moldeado la historia, porque sin el espionaje la historia sería completamente distinta.

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–¿Cree que las mujeres son más desconocidas porque son mejores espías?

–La mayoría de las mujeres que menciono en el libro son mujeres conocidas, pero no se conoce tanto su labor como espías. Por ejemplo Servilia, la amante de Julio César y madre de Bruto, no se sabe el papel que jugó en su asesinato. Lo mismo pasa con Malinche, todo el mundo la conoce, pero Malinche espió para Hernán Cortés y la conquista de México en gran medida se debe a sus artes. Igual pasa con Catalina de Medici o Isabel de Inglaterra. Hay otras mujeres anónimas cuya historia ha trascendido por pura casualidad, como la de Larissa Swirski, una espía ucraniana que actuó en el estrecho de Gibraltar durante la II Guerra Mundial. Primero espió para los alemanes y después, cuando se dio cuenta de lo que estaban haciendo, se convirtió en doble espía. Su historia nunca hubiera trascendido si no fuera porque su hija al cabo de muchos años ha contado lo que hizo su madre. Sin embargo, Ian Fleming, el autor de James Bond, cuando crea el personaje que en la gran pantalla encarna Ursula Andress en '007 contra el doctor No', se basa en ella, a la que llamaban 'Reina de corazones'.

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