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¿Qué ha pasado hoy, 11 de abril, en Extremadura?
Un vecino pasea con una niña por la calle Lady Smith del Cerro Gordo. :: j. v. arnelas
Cerro Gordo, el barrio que se quedó a medias

Cerro Gordo, el barrio que se quedó a medias

A los compradores del Cerro Gordo les prometieron una zona llena de servicios y diez años después el precio de sus pisos se ha desplomado y las dotaciones no llegan

Natalia Reigadas

Domingo, 23 de abril 2017, 00:35

Muchos vecinos del Cerro Gordo recuerdan con todo detalle la maqueta que les enseñaron cuando compraron su piso. Además de los 42 bloques de viviendas y los 400 unifamiliares había una guardería pública, un colegio, un instituto, un enorme centro comercial, cuatro pistas deportivas y un centro de salud.

EN CIFRAS

  • vecinos era la población que se esperaba en el Cerro Gordo. La publicidad decía que sería la décima población más grande de la provincia. El 1 de enero de 2017 el padrón municipal suma 4.462, aunque los vecinos dicen que son casi 7.000.

  • viviendas se han construido en el Cerro Gordo y unas 350 no se han vendido aún (un 12%). 1.746 de las llamadas de 60.000 euros, 556 de tipo medio y 400 unifamiliares. Las más baratas se vendieron todas, pero de tipo medio no.

Diez años después, las casas se construyeron, aunque una décima parte nunca se vendió, y eso atrae okupas ilegales, como esta semana. Los vecinos también están, pero no se ha convertido en la décima población más grande de la provincia, como decía su publicidad. Y en cuanto a las dotaciones, solo hay una pista de fútbol y un ambulatorio, pero funcionando con solo dos médicos y un pediatra. Les dejaron a medias.

«Te prometían mucho y se quedó en nada. Para todo hay que ir en coche a Badajoz», dice Verónica Manzano. Verónica representa el perfil medio del residente en el Cerro Gordo porque la mayoría son familias jóvenes con hijos pequeños. Ella tiene 33 años, un hijo de cinco y está embarazada del segundo. Su mayor deseo era contar con el colegio.

A pesar de todo, la mayor parte de los vecinos del Cerro Gordo están a gusto en su barrio. Son jóvenes y para la mayoría es su primera vivienda. Les preocupa el futuro, que no logren conquistar más servicios o que la zona se degrade. Y se sienten decepcionados porque no es lo que les prometieron.

Sobre todo, hay tres aspectos que preocupan a los residentes del Cerro Gordo. El primero es que se vendan todas las casas, el segundo es la caída del precio de sus propiedades a la mitad, y el tercero es la falta de servicios, tanto públicos como privados.

Las calles del Cerro Gordo recibieron su nombre hace diez años. El Ayuntamiento de Badajoz decidió recordar la Guerra de Independencia porque en 2008, cuando se mudaron los primeros vecinos, se cumplía el bicentenario del inicio de este conflicto. Así, los edificios fueron levantándose en Lady Smith, la avenida de la Independencia o en las Batallas de la Albuera, de Valencia o de Talavera.

El Cerro Gordo surgió como iniciativa de la Junta de Extremadura para ofrecer vivienda barata en Badajoz en un momento en que el mercado inmobiliario estaba en su apogeo. Desde el principio hubo polémica. La Administración regional optó por un terreno de 55 hectáreas junto al campo de golf y el Ayuntamiento criticó la decisión, porque estaba a 3,5 kilómetros del casco urbano y a 6 del centro de la ciudad. Ya preveía que sería difícil llevar los servicios a la zona.

La realización del proyecto recayó en Jocainmo, que debía levantar en tres años 2.700 viviendas. Todas eran protegidas, pero se dividían en dos tipos: las llamadas de 60.000 euros, que tienen unos 80 metros cuadrados (en realidad costaron unos 67.000), y las de tipo medio, de 120 metros cuadrados (de 140.000 a 155.000 euros). Las primeras, 1.746, se sortearon y se ocuparon todas sin problema. Las segundas, casi un millar, no tuvieron tanto éxito. Hoy en día aún quedan unas 350 pendientes de ser vendidas.

En 2008, solo unos meses después de que se entregaran las primeras casas, estalló la burbuja inmobiliaria. La Junta autorizó que las viviendas de tipo medio se vendiesen sin sorteo para acelerar el proceso, pero no fue suficiente. Había en total 556 en bloques y 400 en chalés adosados. Incluso un edificio de Lady Smith con 93 viviendas nunca llegó a ocuparse, el conocido como edificio azul. Hay otros pisos en distintos bloques que tampoco encontraron comprador. Los que peor salida han tenido, sin embargo, son los unifamiliares. Menos de la mitad están ocupados.

Okupas y robos

Esto ha provocado problemas a los vecinos. Los más graves han sido las ocupaciones ilegales que se han dado en los unifamiliares a pesar de que hay un servicio de seguridad que vigila la zona. Esta semana ha vuelto a suceder, pero no es la primera vez que los vecinos se movilizan y convocan concentraciones para presionar y expulsar a los okupas. Hasta ahora, la respuesta vecinal ha sido eficaz y han terminado marchándose.

Otro inconveniente han sido los saqueos. El edificio azul, por ejemplo, ha sufrido numerosos robos. Han desaparecido calentadores, ventanas y cables. También ha habido robos de vehículos y algunas entradas en viviendas. Ante estos asaltos, los residentes han pedido varias veces mayor presencia policial.

El movimiento contra la ocupación en el barrio se ha centrado en las redes sociales. En Facebook hay un grupo con 3.000 vecinos del Cerro donde surgió la iniciativa de celebrar concentraciones pacíficas para presionar a los okupas para que se marchasen. «Una de las necesidades básicas urgentes es la de mayor presencia policial tanto por el día como por la noche», solicitan desde esta plataforma vecinal. La vigilancia privada, aunque ayuda, es pequeña para un barrio de ese tamaño, añaden.

La crisis inmobiliaria también ha disparado otro de los asuntos que disgustan a los vecinos. Algunos, de hecho, prefieren ni hablar de ello. «Imagínate que hay gente que se compró la casa por 150.000 euros y ahora otros se han instalado en la misma zona, con el mismo tipo de piso, por menos de la mitad, por 70.000. Es para enfadarse», dice María José Mangas.

El Cerro Gordo es el barrio de Badajoz con más oferta inmobiliaria. Con mucha diferencia. Basta echar un vistazo a una inmobiliaria o un buscador de Internet. A los pisos y chalets que nunca se vendieron (que dependen de los bancos) se suman otros de segunda mano cuyos dueños han tenido que rebajar el precio original. Hay viviendas de 90 metros cuadrados por 66.000 euros o adosados por menos de 130.000.

Pero la falta de servicios es el tema que más escuece. No solo por las infraestructuras públicas. En este barrio tampoco ha sido fácil que se instalaran negocios privados. Ahora ya hay bares, panadería o gimnasio, pero no hay cajero porque el único banco clausuró su sucursal en la zona y hace un mes también cerró el supermercado del barrio, lo que ha sido una gran decepción.

El presidente de la asociación de vecinos del Cerro Gordo, Antonio Osorio, explica que uno de los inconvenientes es que los locales comerciales son caros. «Los negocios se echan para atrás. Esperamos que abran un nuevo supermercado y que cuando llegue el colegio se instalen más empresas».

Mil niños sin colegio

El colegio. Es la palabra que más se repite en boca de estos vecinos y la promesa que más cerca está. La Junta va a adjudicar el proyecto en cualquier momento. Aún faltaría convocar el concurso para las obras y ejecutarlas. Esperan que sea lo antes posible. «Hay unos mil niños de entre 0 y 10 años y están obligados a desplazarse», insiste Osorio. De hecho, el aumento de menores en el Cerro Gordo ha sido el responsable de que el área escolar de San Roque, la que les corresponde, se sature.

Juan González Galiot, otro vecino, mira más allá y cree que la Administración regional ya debería pensar en un instituto. «Porque con el colegio, el tema se les ha ido de las manos».

Otra demanda de Osorio es que el Consistorio pacense les ceda un local mejor. Actualmente tienen una sala de 38 metros cuadrados, pero carece de baño, así que les resulta muy incómodo organizar actividades. Hay otras cuentas pendientes, como lograr que el botiquín que tienen funcione como farmacia, contar con más pistas deportivas, porque la única del barrio se queda pequeña, y que instalen más columpios y mejoren los parques que, según la agrupación vecinal, apenas han tenido mantenimiento en los nueve años que llevan allí.

En cuanto al centro de salud, por ahora funciona a medias y eso supone un grave perjuicio, porque hay vecinos que se niegan a empadronarse en el barrio si no hay un servicio médico completo. La agrupación vecinal cree que son casi 7.000 residentes, pero oficialmente solo son 4.500. Osorio señala que si hubiese servicio de urgencias por la tarde «mucha gente se empadronaría».

Mudanza sin luz ni agua

Entre los vecinos del Cerro Gordo hay cierto cansancio porque consideran que los servicios que demandan tendrían que haber estado desde el principio, tal y como les mostraban en la maqueta. Sienten que han tenido que pelear cada pequeño logro.

Su estancia en el barrio ha estado llena de batallas y no solo en su callejero. En 2008, cuando entregaron las primeras viviendas, se encontraron con que no había luz ni agua. Aún no se habían conectado los suministros. Se solucionó, pero solo para encontrarse el siguiente problema: carecían de autobús. Se manifestaron y lograron una línea que conectase el barrio, pero eso solo fue el principio. El autobús es un buen ejemplo de cómo este distrito ha tenido que ir conquistando terreno muy poco a poco. Tras lograr que el servicio llegase en 2008, pelearon para que se ampliase a los domingos. No lo consiguieron hasta 2013. Entonces comenzaron a exigir líneas nocturnas y tres años después llegaron. Su próximo reto es lograr más de una línea para poder llegar a distintos barrios y no siempre tener que hacer transbordo en el centro.

«Necesitamos el colegio porque hay muchos niños, y también necesitamos un cajero».

«Queremos más presencia policial, quizá una pareja de policías que esté fija en el barrio».

«Faltan cosas, pero comprar aquí es más económico. En el centro los pisos valen el doble».

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