![Virgen de Bótoa, en su procesión de este domingo 7 de mayo.](https://s1.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2023/05/07/20230507_1554_pkp_23050702_217-kLEB-RqY9WOGcrrpRm6H5SQ3ALVN-758x531@Hoy-Hoy.jpg)
![Virgen de Bótoa, en su procesión de este domingo 7 de mayo.](https://s1.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2023/05/07/20230507_1554_pkp_23050702_217-kLEB-RqY9WOGcrrpRm6H5SQ3ALVN-758x531@Hoy-Hoy.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
¡Agua, virgencita, agua y salud para todos!» Quien pronuncia estas palabras, casi en un murmullo, es Paqui García, al paso de Nuestra Señora de Bótoa este domingo. Unos minutos antes, el sacerdote realizó dos peticiones durante la homilía. La primera, que «haya lluvia abundante ... para estas tierras» y que la empape. La segunda, que haya «lluvia de vocaciones sacerdotales para que no falte el agua del corazón».
No es la primera vez que a la Virgen se le pide agua del cielo. A la Reina de los Campos tradicionalmente se le ha reclamado ayuda para los problemas terrenales. El año pasado, por ejemplo, se le pidió que intercediera con las nubes en una serie de rogativas. Que llueva, que llueva, se clama esta primavera a la Virgen.
Muchos se acuerdan de las peticiones de lluvia y los más mayores viven un día de recuerdos.
Noticia Relacionada
Como Pilar Ruiz, de 65 años. «Venía con mis padres de pequeña en los autobuses de La Sevillana, estuve una temporada sin venir y hoy he vuelto a la misa mayor con mis amigas». Ayer se acordaba de aquellos días de infancia, cuando sus padres colocaban manteles y mantas en el suelo. «Tu encina era ese día tu casa y las chuletas de cordero empanadas eran fijas. Para mi padre, mi madre siempre hacia tortilla de criadillas de tierra».
El día grande de Bótoa es un día que se baila, como hacen los Coros y Danzas de Extremadura en Badajoz. Es uno de los días grande del año para los niños. «Me gusta mucho porque es una experiencia única que se vive solo una vez al año. Aunque pase un poquito de calor, después tenemos convivencia y nos quedamos a comer». A David Delgado, de 13 años, la fiesta le sabe a tortilla de patatas.
La Romería de Bótoa, en imágenesVer 12 fotos
A Daniela Piñero y María Giralt se las veía enormes encima de los caballos. La primera era de las pocas que iban vestidas de amazona, sentada de lado y con una flor junto a la oreja y bajo el sombrero. Habían llegado juntas a ver a la Virgen. Salieron con amigas y familia, en un grupo grande, del centro ecuestre El Cachito a las 11.30 horas y llegaron una hora después a la ermita. Entre los planes de Daniela estaba presentarse al concurso de caballistas.
Quien ya se llevó un premio al mejor traje fue Ramona Pozo, de 86 para 87 años. No le faltaba ni un perejil en su traje de pastora. Llevaba con orgullo la pañoleta que le regalaron en la romería de 2022 por ese galardón. Ayudada con un andador se montó sola en el autobús que trasladó a los coros folclóricos de Campomayor y San Andrés, que animaron el día bajo la dirección de Emilio González Barroso.
Ramona Pozo tiene dos citas ineludibles al año. Una con la patrona de la Soledad, otra con la Virgen de Bótoa. Cumple promesa desde hace décadas y siempre va detrás de las dos patronas. «Cuando mi hijo pequeño tenía 13 años se lo llevó por delante un coche. Podría habérmelo matado. Le pedí a la Virgen que lo salvara y cumpliré la promesa de venir a verla hasta que Dios quiera».
Ramona Pozo
Los mayores de la residencia Lisardo Sánchez, muy próxima a la ermita, oyeron las campanas de su casa desde que la Virgen salió del templo. Aún repicaban cuando la imagen giró para saludarles a las puertas del centro. Algunos internos estaban fuera y otros asomados a los balcones. A esa altura, los coros se pararon para bailar las danzas tradicionales. Hay una jota que corea el bullicio.
Suenan los primeros versos de «eres más chica que un huevo y ya te quieres casar...» y muchos responden: «anda ve y dile a tu madre que te enseñe a trabajar».
La procesión de la Virgen está en su ecuador y le esperan los caballistas al otro lado de la carretera, por el sendero de tierra para acompañarla hasta su ermita.
Este domingo hizo calor, aunque menos que otros días de abril. Una brisa da cierto respiro. Aunque algún grupo hay con paraguas tan grandes como sombrillas para taparse del sol y seguir esperando el paso de la Virgen.
Antes de que entre, Paquita Vázquez, de La Roca de la Sierra, cantó una plegaria a la que siguieron más bailes y, por último, las subastas.
La copatrona de la ciudad llevaba un rosario de plata repujada entre sus manos que tiene más valor sentimental que material. Lo sabe Juan Pablo Samino, que ha ido pujando el precio desde los 50 euros de partida hasta los 1.100 de su adjudicación. Hermano de Bótoa, está a punto de terminar un proceso que inició hace años, y durante los que ha compatibilizado el trabajo con los estudios. Ha aprobado las oposiciones para ser ayudante de laboratorio de la Junta de Extremadura y cree que la Virgen le ha dado fuerzas para sentarse a estudiar cuando las ganas le flaqueaban. Así que quería llevarse el rosario para regalárselo a su esposa.
Juan Pablo Samino
La segunda subasta del día es la del ramo que fue presidiendo el paso de la Virgen. Empezó en 400 euros y subió hasta los 1.500 euros. El adjudicatario fue el alcalde de Valdebótoa, Francisco José Elías. El Ayuntamiento ha tenido este gesto en apoyo de la Hermandad, a la que han entregado las flores. Minutos después de la puja, la imagen entró al templo con el himno de España.
Los dos agentes de la Guardia Civil que estaban más próximos a la ermita se cuadraron. Un amplio dispositivo lleva todo el fin de semana organizando el tráfico y pendiente de que no haya incidentes. Se esperaba a entre 10.000 y 12.000 personas entre las encinas que rodean a la Virgen. La noche del viernes ya había peregrinos acampados.
Frente a la ermita están las barras y algunas atracciones infantiles. El botellín cuesta dos euros y la tapa de chorizo o pinchito, tres. Es el recurso para quienes no han preparado la fiambrera.
Con intendencia está bajo un par de encinas la familia conocida como Los Cuatro Dedos. Al frente está la matriarca, Antonia Fernández Saavedra, madre de cinco hijos y «60 años más 10» en la última tarta. El sábado guisó una paella para hijos, nueras y nietos. Este domingo tenían parrilla. Pestorejo y panceta para los que siempre quieren carne. Sardinas para los del pescado. Ensalada extremeña de tomate para refrescar la boca. Y muchas bebidas. La familia lleva años siendo fiel a la cita con la Virgen. Unos años van más, otros menos, pero siempre hay alguien de esta familia que se fue del Cerro de Reyes tras la riada para instalarse en Villar del Rey.
Los Rubio iban con sus padres de niños y aún recuerdan los huevos fritos, el pollo en vinagre y el jamón colgado del camión que llevaban sus padres. Era un matrimonio de churreros que inculcó a sus hijos el cariño por la romería. Este fin de semana han vuelto con el recuerdo de sus padres y las ganas de divertirse. Hermanos e hijos, una de estas con domicilio en Santander, estaban este domingo bajo las encinas. «Ella es medio cántabra, pero tenía que venir, es pata negra», decía su padre. Todos han pasado la noche del sábado al domingo junto a la ermita. Unos en tiendas de campaña y otros en los coches.
Y así, entre el fervor por la virgen y el sabor de las romerías, pasó otro fin de semana de Bótoa. Hasta el año que viene, a ver si llueve.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones de HOY
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.