San Agustín, la primera iglesia de los militares de Badajoz
Historia ·
Un libro reconstruye los cuatro siglos de los agustinos en Badajoz, cuyo convento fue el tercero de España y su parroquia la primera castrenseHistoria ·
Un libro reconstruye los cuatro siglos de los agustinos en Badajoz, cuyo convento fue el tercero de España y su parroquia la primera castrenseLa parroquia de San Agustín fue durante 30 años la iglesia castrense de Badajoz. Era en su templo donde los militares se casaban, bautizaban a sus hijos y se enterraban. La importancia del estamento militar entonces (medidos del XVIII e inicios del XIX) habla de ... la prominencia de este templo en la vida de la ciudad. Este revelador dato, inédito hasta ahora, lo aporta el párroco de San Agustín, Manuel Ruiz, en el libro que acaba de publicar donde reconstruye los cuatro siglos de historia que estuvieron los agustinos en el convento pacense.
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No es la única aportación novedosa, también ha logrado descubrir que el de Badajoz fue el tercer convento agustino que se constituyó en España, una vez que a los monjes se les permitió entrar en las ciudades.
La historia que cuenta Ruiz comienza antes, cuando los agustinos llegan a Badajoz a finales del siglo XIII y se establecen en lo que en esas fechas eran las afueras de la ciudad. Primero en la ermita de Santa Engracia y luego en la del que es ahora el barrio de Santa Marina. No es hasta casi siglo y medio después cuando entran en la ciudad y ocupan, con el beneplácito del obispo del momento, la ermita de San Lorenzo, que estaba en lo que hoy es la iglesia de San Agustín.
«San Agustín es una iglesia que todo el mundo quiere en Badajoz, porque la mayoría de los que ahora son nuestros padres y abuelos han realizado su vida sacramental aquí. Pero no se conoce su historia: la cantidad de hombres y mujeres que pasaron por aquí y los acontecimientos que ocurrieron en este conventual. He querido sacar a la luz todas estas historias y ofrecérselas a nuestra ciudad».
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Así explica su párroco la motivación que le ha mantenido durante los últimos seis años buceando en archivos para escribir 'Mi querida iglesia de San Agustín. Acercamiento histórico a los ermitaños de San Agustín de Badajoz', un libro que reconstruye el hilo histórico del que aún cuelgan muchas incógnitas. «El libro es como un abanico, cada capítulo es una vara de investigación para seguir profundizando en su historia».
Desde que empiezan a levantar el conventual hasta que con la desamortización tienen que irse de la ciudad, Manuel Ruiz repasa la nómina de frailes, pero también de reyes, militares, regidores, portugueses o maestros de oficio, que estuvieron vinculados con el templo bien como patronos de las capillas, como benefactores del templo o como titulares de los panteones.
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En el libro tiene mucho peso el papel de los agustinos en la vida de la ciudad, más allá del culto. Sobre esto, ahonda en su trabajo educativo en el colegio de San Acacio, la 'Casa Grande', como la llamaban los monjes, donde no solo se enseñaba teología, también filosofía y matemáticas. «Por este colegio pasaron gente de todos los pueblos de Badajoz, que después a mediados del siglo XVI se embarcaron en misión evangelizadora hacia América y Filipinas», relata Ruiz.
Este colegio, precedente del que después fue el colegio San Pedro de Alcántara –que estuvo abierto hasta los años 80 del siglo XX–, sobrevivió incluso a la expulsión de los agustinos del convento. Funcionó durante 20 años más, cuando ya parte del conventual, en manos del Estado tras la desamortización, se convirtió en cuarteles militares.
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Pero esa es otra historia en la que no entra este libro, que abarca hasta la designación primero de su iglesia como distrito parroquial porque San Juan Bautista tenía muchos feligreses y después como parroquia de Santa María la Real, aunque popularmente en Badajoz se le siga llamando San Agustín por los frailes que la levantaron.
Precisamente, en su construcción y las fuentes de financiación para levantar el convento es en lo que ahora Manuel Ruiz está trabajando. «En el arrabal pobre de San Lorenzo los agustinos levantaron un imponente conventual en menos de 95 años». En este libro ya anticipa que los monjes tuvieron el favor de varios reyes, que recibían rentas por las casas y tierras que tenían en la provincia dos veces al año, por San Juan y Navidad, y que los patronos de cada capilla les reportaban también fondos para el templo.
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Con este libro, el sacerdote contribuye a suplir en parte la falta de 'papeles' de San Agustín, un templo que pese a sus siglos de historia no conserva ni un solo documento de su pasado, pero también tienen otro propósito, que es seguir recuperando el patrimonio del templo. Por ello, Manuel Ruiz ha decidido que todo lo que recaude con la venta de los libros lo dedicará a la restauración del cuadro 'La entrega del escapulario de Nuestra Señora del Carmen a San Simón Stock en presencia de Santa Teresa', del que no se conoce ni su autoría ni su fecha.
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