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Para viajar en el Nautilus de las 'Veinte mil leguas de viaje submarino' no hace falta moverse de San Francisco. La aventura de Verne es uno de los libros que ya está en la primera biblioteca callejera, con la que Badajoz se sumó ayer a ese movimiento europeo de incorporar los libros al paisaje urbano.
Es una de las cinco pequeñas casetas con las que ha echado a andar el proyecto de bibliotecas callejeras que se le ocurrió a Carlos Díaz, el dueño de la churrería y la librería benéfica 'aAaaa' de Moreno Zancudo, le dio forma SOS Casco Antiguo, lo ha financiado la Fundación CB y la concejalía de Cultura ha colaborando decidiendo las ubicaciones.
Además de en San Francisco, las librerías quedaron ayer instaladas en la Alcazaba y en los parques del río, las Américas (Valdepasillas) y San Fernando.
El sistema de funcionamiento es sencillo. En cada caseta hay libros que están para que cualquiera pueda leerlos, sin coste alguno ni hacer ningún trámite. Los libros, que han sido todos cedidos por Díaz, se pueden coger y devolver en el mismo día, coger y no devolverlo, dejarlo en otra caseta o intercambiarlo con otros que se tengan en casa. La primera selección de títulos la han hecho los clientes de la churrería, que se han decantado por los clásicos de la literatura universal y que cubre el gusto de todos los públicos y todas las edades. «Es mucho más que un equipamiento urbano, estas bibliotecas de parque son puertas mágicas que nos permiten vivir muchas vidas a través de la única que tenemos», destacó Luis Pacheco de SOS Casco Antiguo.
Serán los vecinos de este colectivo los que se encarguen de hacer rondas por los puntos de lectura para ir reponiendo libros, aportando nuevos títulos o arreglando cualquier desperfecto que puedan sufrir. La gente también puede alertar en caso de mal uso o de falta de volúmenes, llamando a la churrería 'aAaaa'. Por títulos no hay problemas, hay reservas como para nutrir holgadamente muchas más bibliotecas callejeras. Díaz atesora en su almacén diez veces más libros que los que tiene en el comedor de Moreno Zancudo. «Me conformo con ver algún niño dejando el móvil y cogiendo un libro en un parque», deseaba ayer.
Cada uno de estos puntos de lecturas han sido decorados por alumnos del IES Reino Aftasí. «Si todos los cuidamos, serán perdurables y lo incrementaremos con el tiempo», lanzó Emilio Vázquez, presidente de la Fundación CB, que se comprometió ayer a ampliar el número de puntos de lecturas callejeros si la iniciativa cuaja y se hace un buen uso de ella.
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