'Los perdedores de siempre' es la frase que titula la imagen en la que una mujer bosnia sujeta entre las manos una olla con comida. Tras ella se ve a decenas de personas aguardando su turno para que los voluntarios de un campo de ... refugiados cerca de Mostar les entreguen su ración diaria de comida.
Pese a que esta fotografía, enmarcada en la exposición 'Hace 30 años. Extremadura en Bosnia-Herzegovina' que Miguel Ángel Rodríguez Plaza ha inaugurado en el Edificio siglo XXI, no se diferencia en nada de las estampas que deja hoy la guerra de Ucrania o Palestina.
«Independientemente del tiempo que pase o del lugar en el que ocurra, las guerras son siempre las mismas y la población civil son los más dañados», explica Rodríguez Plaza al hablar de su muestra que podrá visitarse hasta el próximo 4 de diciembre.
70 fotografías, muchas de ellas en blanco y negro y otras en color, cuentan las historias de las que fue testigo la Brigada Extremadura XI en la que fue su primera misión en ese país.
En su mochila, Miguel Ángel, que era el médico de la misión, no solo llevaba material sanitario. También guardaba una cámara de fotos que utilizó para dejar constancia de lo que allí vivieron, cuando en 1994 las diferentes etnias que formaban Yugoslavia se desmembraron.Una de ella era la actual Bosnia-Herzegovina.
«Fotografié lo que tenía ante mis ojos cuando fui con el Ejército en misión de paz. Son imágenes que hice sin necesidad de rebuscar. Aquí está lo que veíamos mientras trabajábamos. De ahí que no se busque el arte en ninguna de las imágenes».
Por entonces ya era aficionado a la fotografía y aprovechaba cualquier ocasión para retratar las imágenes que dejaba la guerra, pero asegura que siempre lo hizo huyendo de la sangre. «Pude haber hecho imágenes muy morbosas pero evité hacerlas porque se puede enseñar una guerra sin sangre y yo quería mostrar lo que encontramos con la primera llegada de la Brigada», subraya.
Destrucción del puente
Mostar fue la ciudad en la que se asentaron durante la misión. Lo curioso para él, y así lo refleja en sus imágenes, estaba en el Stari Most. Este puente medieval que cruzaba el río Neretva era el único que unía ambos márgenes de la ciudad hace tres décadas y fue destruido durante la guerra. «Fue un conflicto étnico que destruyó todo al completo. La ciudad quedó aislada y el Ejército español tuvo que construir una pasarela para poder cruzar el río», dice.
Las fotografías de estos edificios destruidos o de la pasarela que cruzaba el río y que servía para transportar los heridos fueron objeto de la cámara de Miguel Ángel, que asegura que guarda muchas más fotografías que las que están en la muestra.
«Por entonces no existía la fotografía digital y me llevaba todos los carretes que podía, por lo que tenías que pensar bien qué hacer para no desperdiciarlas y que fuese una imagen significativa», recuerda emocionado.
Sus fotografías no las vio hasta que no terminó la misión, pues tenía miedo que al enviarlas por correo postal le velaran los carretes. Así que eran sus compañeros quiénes traían los negativos hasta Badajoz. «Retraté el modo de vida de las personas a las que destruían sus casas y el afán de estas por seguir adelante».
Unas imágenes que siguen siendo actuales, porque las guerras siguen existiendo y pese a la tecnología Rodríguez asegura que el riesgo es el mismo que el que había hace 30 años. «Estas expuesto a un tiro perdido, una mina o una bomba».
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