Tarde bonita de procesiones. Era temprano, las cuatro y media de la tarde. Y había fútbol, jugaba el Madrid. Pero en San Roque no se ... negocia el día más importante del año, el Domingo de Ramos, la fiesta que convierte el barrio en punto de partida y final de la procesión que inaugura la carrera oficial de la Semana Santa de Badajoz.
Publicidad
Las puertas de la parroquia de San Roque se abrieron puntuales. La cruz de guía, dorada, daba inicio a un desfile en el que mandaban el rojo y el azul brillante de las capas nazarenas. O el negro elegante de las mujeres de mantilla que desfilan en el tramo central.
El paso de la Entrada Triunfal de Cristo en Jerusalén estaba hermoso. La borriquita salió del templo suave, casi arrastrando las patas. Arriba, Cristo Rey estrenaba la túnica bordada en oro que este año le ha regalado su cuadrilla de hermanos costaleros.
Acompañando con música iban tras el paso los componentes de la Banda de Cornetas y Tambores Los Sayones de Pozoblanco (Córdoba). Sonaban potentes, alegres, ilusionados.
María de la Soledad Sánchez Sánchez, la hermana mayor, conversaba con los músicos poco antes de iniciarse el desfile. Agradecida, les animaba a dar lo máximo en una procesión que se debía prolongar varias horas.
Publicidad
Una representación de la Guardia Civil acompañaba al Cristo en su subida a San Juan. Uniformados, de verde, los agentes se unían a un cortejo al que aportaban dignidad.
No se hizo esperar el Cristo en su primer giro a la derecha. Avanzó bonito para dejar espacio a la Virgen de la Palma. Su paso, de palio, es más costoso de mover y los costaleros echaron rodilla a tierra para ganar los centímetros que necesitan para no rozar el arco de medio punto que corona la puerta del templo.
Fuera había emoción contenida. Confianza en que la maniobra sería exitosa. Y cuando la imagen estuvo en la calle estallaron los aplausos. Era el momento de reconocer el esfuerzo de quienes cada año se meten debajo para convertirse en los pies de la pasión.
Publicidad
Presume San Roque de contar con cuatro cuadrillas de costaleros nacidas en la propia hermandad. Jonatan Mariscal y Manuel Ortiz Figueredo son los guías y a sus órdenes caminan cada año más de 100 hombres curtidos en el costal.
Fueron ellos quienes ya avanzada la calle Afligidos hubieron de subir al paso para abrir hueco a las hojas de palmera que coronan el paso del Cristo. El deseo de atravesar algunas de las calles más humildes del Casco Antiguo era irrenunciable, San Roque siempre se ha caracterizado por hacer un guiño a quien más lo necesita.
Publicidad
Ya lo hizo tras la riada llevando a su Cristo de la Paz a las calles que arrasó el agua. Era la forma de llevar hasta allí un mensaje de paz y consuelo a quienes lo habían perdido todo.
Y este domingo la junta de hermandad quiso que el paso de la Borriquita y el de Nuestra Señora de la Palma se desviaran del recorrido habitual para penetrar en algunas de las calles que todavía necesitan un empujón para salir de la marginación. Calles estrechas, con algunas casas en ruinas, en las que abundan las dificultades.
Calles complicadas en las que el cableado aéreo dificulta el discurrir de unos pasos que debido a su altura necesitan de un esfuerzo extra que los costaleros de la hermandad, y también los vecinos, no dudaron en ofrecer cuando el Cristo lo necesitó.
Publicidad
Hubo que subir el balcón para echar mano a los cables. Con cuidado pero también con decisión para que el airoso palio estrenado en 2005, con los bordados de Antonio Vargas, no se quedara atrás. La Virgen merecía el esfuerzo de quienes cuidan de ella todo el año, también el Domingo de Ramos con el que se abre la Semana Santa.
Un poco más adelante, en la plaza de España, el público esperaba expectante la llegada de la cruz de guía. El parón de la calle Afligidos lo retrasó unos minutos pero en las gradas colocadas por el Ayuntamiento –el precio del asiento es de 1 euro– la espera se hacía cómoda en una tarde de sol a veces algo excesivo.
Noticia Patrocinada
Estación de penitencia en la catedral, aplausos, giros, levantás... y el cortejo tomó de nuevo el camino hacia San Roque. Esta vez por San Blas hasta llegar a la plaza de Cervantes, donde el Cristo del Descendimiento aguarda al Miércoles Santo para volver a estar en la calle.
El resto ya es sabido. Tras el regreso al templo la hermandad comienza a pensar en su desfile de madrugada del Viernes Santo. Ese en el que el Cristo de la Paz, tras el juramento de silencio, recorre una ciudad en la que sólo suena el golpeteo de las horquillas que empuñan los cargadores en sus manos. Ese día todo es luto, las alhajas están prohibidas y la penitencia se impone.
Publicidad
Pero el Domingo de Ramos es día de fiesta, de palmas y aclamación en unas calles abarrotadas de público que jalean el paso de Cristo Rey en su entrada triunfal en Jerusalén. Un camino alfombrado y gozoso que los cofrades de San Roque protagonizan cada año en una procesión que sólo el mal tiempo, y este año no lo hubo, es capaz de ensombrecer.
Primer mes sólo 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.