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La vegetación de los ríos no suponen un peligro para la población. Al menos en lo relativo a inundaciones. Es más, además de cumplir su función en los ecosistemas de ribera, también es beneficiosa para el entorno urbano más cercano, ya que ralentiza los desbordamientos y riadas que podrían afectarles. Es lo que defiende la Confederación Hidrográfica del Guadiana (CHG) frente a las críticas de los vecinos de las Casas Aisladas de Gévora, quienes se quejan de las plantas, cañas y maleza que hay en los ríos y arroyos que cercan esta zona de Badajoz. Este enclave se encuentra en la confluencia del río Gévora y el Zapatón y sus habitantes consideran que esa acumulación vegetal amenaza sus casas y han pedido a la Confederación que limpien este tramo.
Sin embargo, este organismo que regula las acciones cometidas en las redes hidrológicas de la demarcación del Guadiana desmonta esta idea. Explica que, lejos de suponer una amenaza, la flora de los cauces es una pieza fundamental del ecosistema natural y un aliado de los núcleos urbanos próximos a los ríos. Así, exponen que la vegetación de ribera, sus restos, así como la erosión y sedimentación de los cauces públicos y sus márgenes, forman parte de la dinámica fluvial y cumplen una función de reducción del riesgo de inundación. Disminuye el peligro de crecidas y la formación de riadas debido al efecto que realizan de laminación de avenidas (crecidas), es decir, hacen que el caudal máximo desaguado sea menor que el pico de la crecida. Pero además, esta vegetación también juega un importante papel para ralentizar la velocidad de las aguas de los río. «Igualmente, es una importante fuente de fertilización de los suelos de la vega y recarga de acuíferos», indican desde la CHT.
Por esta razón, aluden, la eliminación de la vegetación de los cauces de ríos y arroyos provoca efectos contraproducentes de aumento de la velocidad de las aguas, reducción de los tiempos de concentración y aumento de los caudales punta, empeorando los episodios de inundación. Aumentaría, por tanto, el riesgo de riadas y desbordamientos.
En lo relativo a la alusión que los vecinos hacen a la «suciedad del cauce», desde la CHG recuerdan que los ríos, salvo circunstancias especiales de vertidos antrópicos, no necesitan limpieza. «No es suciedad la presencia de vegetación que de modo natural puebla los cauces», insisten.
«Esto no significa que no deban realizarse labores de gestión selvícola y conservación sobre la vegetación presente en los cauces. En el caso específico del río Gévora, la Confederación Hidrográfica del Guadiana ya está trabajando en un proyecto para gestionar el riesgo de inundación que incluye intervenciones para conservar y gestionar adecuadamente tanto el dominio público hidráulico como la vegetación de la zona», manifiestan.
No obstante, advierten, el riesgo de inundación en el tramo final del río Gévora no se debe a una falta de gestión de la vegetación, sino que es consecuencia de una mala ordenación territorial y un desarrollo urbano inapropiado al pie de área fluviales. «El territorio está expuesto a diversas presiones, como la ocupación por edificaciones, cultivos y extracciones de áridos, que han ido invadiendo los terrenos del río y bloqueando los brazos de alivio que en avenidas ocasionan estas circunstancias que ahora se reclaman», sostienen.
En las Casas Aisladas, al igual que en Valdebótoa, están acostumbrados a enfrentarse a las crecidas de los ríos Gévora y el Zapatón.
El río Gévora, en las proximidades de su desembocadura en la ciudad de Badajoz, recibe aguas de una cuenca de aproximadamente 2.000 km², que se divide en dos partes claramente diferenciadas. Una de ellas es la cuenca del río Zapatón (1.000 km²), regulada por la presa de Villar del Rey, mientras que la otra corresponde al propio río Gévora (1.000 km²), que no está regulado; es decir, no dispone de ninguna presa.
En el caso del río Gévora, el agua circula de acuerdo con las precipitaciones, normalmente con un caudal bastante elevado y con un comportamiento muy virulento.
En contraste, el río Zapatón, cuya cuenca también abarca 1.000 km², tiene su caudal retenido en la presa de Villar del Rey hasta que la misma se llena. A partir de ese momento, el agua se libera lentamente en un proceso natural denominado laminación de avenidas con el objetivo de evitar daños aguas abajo.
Mientras el río Gévora descarga el caudal que recibe de su cuenca con toda su intensidad, la presa de Villar del Rey acumula aproximadamente la misma cantidad de agua, pero lo hace de manera controlada, liberándola paulatinamente cuando ha pasado lo más crítico del caudal procedente del río Gévora. Los caudales que se liberan desde la presa de Villar del Rey suelen ser del orden de los 40 m³/s (metro cúbico por segundo), un caudal que no genera perjuicio ni al propio río Zapatón ni al río Gévora.
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