«El cierre de los juzgados nos obliga a marcharnos»
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La primera librería Colón cierra sus puertas por las bajas ventas debido al abandono del centro, aunque seguirá abierto el local que tienen en Santa MarinaNegocios. ·
La primera librería Colón cierra sus puertas por las bajas ventas debido al abandono del centro, aunque seguirá abierto el local que tienen en Santa MarinaCuando José Luis Marín abrió por primera vez la puerta de la librería Colón el 1 de febrero de 1980 los pacenses buscaban entre sus estanterías enciclopedias o fascículos con los que ayudar a sus hijos a estudiar.
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Otros llegaban hasta este local ubicado por ... entonces en la calle Jardín, conocida hoy como Regino de Miguel, para comprar la revista Interviú o Crónica 16. Dos ejemplares que la Policía retiraba de las estanterías de José Luis si habían sido publicados días después de alguno de los asesinatos de ETA, algo que en la década de los 80 ocurría a menudo.
«Le tenía que decir a los clientes que ya los había vendido todos cuando no era así. Fue una época difícil, pero no ha sido la única. La pandemia también lo fue y ahora lo está siendo para los negocios de Badajoz la degradación de la zona centro», confiesa apenado a HOY el propietario de una de las librerías más conocidas de la ciudad.
La marcha de los juzgados de la avenida de Colón a la Ronda Norte ha sido decisiva para que después de 45 años Marín eche el cierre a su primera librería. Tiene otra más en la avenida Santa Marina que permanecerá abierta, y llegó a regentar una tercera en la avenida de Huelva. «El centro de Badajoz está descuidado, es una ciudad fantasma, no hay nadie. Esto está originando un vacío que no deja de crecer y ya llega a la avenida de Colón, las consecuencias la sufren los negocios», explica el propietario de una librería que ha funcionado estupendamente a lo largo de estos años.
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Cuando José Luis se puso al frente del negocio, la librería Universitas acababa de abrir sus puertas. Su librero había llegado desde Salamanca al mismo barrio que la de Colón y el dueño de entonces decidió traspasarla. «La situación me motivó porque hasta entonces todas las librerías habían estado juntas en el Casco Antiguo», recuerda.
Contrario a lo que muchos pensaban, Colón no solo sobrevivió a otras de mayor tamaño, sino que fue abriendo nuevas tiendas en la ciudad, como la que tuvieron en la avenida de Huelva, o la que ahora se encuentra en Santa Marina. Desde esta última conseguirá Marín alargar su pasión por los libros y seguirá atendiendo a sus clientes y amigos. «Cierro la de Regino de Miguel porque me encuentro cansado, no por la edad, pues aunque tengo 65 años no tengo pensado jubilarme. Pero nos hemos cansado porque la zona se ha degradado mucho. Cerraron el Sexpe, después los juzgados y ha decaído el consumo», subrayaba mientras contaba que el fin de las actividades laborales en la zona les ha empujado a cerrar.
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«Nos vamos con mucha tristeza porque son 45 años, empezamos aquí y es un negocio muy bonito, pero estamos perdiendo dinero y no nos queda otra», afirma emocionado desde la librería de Santa Marina, donde pasa la mayor parte del tiempo estos días para evitar la nostalgia que le provoca estar en la tienda de la calle Regino de Miguel.
Este no es el primer local de los que se encuentran frente a la muralla que baja la persiana, antes ya lo hicieron varias tiendas debido a que en los últimos años no han recibido clientes de Badajoz ni de los alrededores.
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Con un cierre que según él no tiene culpables cree necesaria la intervención urgente del Ayuntamiento para frenar el declive de la zona y evitar que más negocios se vean abocados a cerrar sus puertas.
Más allá de esta situación el incremento de la venta online también ha dañado a este tipo de negocios.
Pese a que sus inicios fueron como una papelería, poco a poco fueron incorporando a sus estanterías libros de texto y lectura. Una de las cosas por las que precisamente son más conocidos en la ciudad y de donde acusan falta de ayudas de las instituciones. «Siempre me ha dolido la competencia desleal que nos hacen desde la Junta, porque sacan a concurso los libros que adquieren para las bibliotecas municipales y lo terminan comprando a librerías de otras comunidades. Pero yo no soy capaz de vender un libro en Cataluña o Madrid porque se blindan al exterior», matiza.
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También ha caído otro de sus fuertes, que es la venta de libros de texto, donde José Luis ha detectado una bajada en favor del uso de ordenadores y tablets. Una tendencia que ha terminado con más de la treintena de librerías que hace unas décadas había en Badajoz, y que según José Luis hace peligrar al negocio del papel.
Hace tiempo que de sus estanterías desaparecieron las revistas, signo del cambio que experimenta la sociedad, que lee mayormente en pantallas. Algo que no ocurre con los libros de lectura, que atraviesan un buen momento en la actualidad. «Ahora se venden muchísimos libros y casi todos son de literatura buena. Tenemos unos escritores fantásticos y muy jóvenes que atraen a lectores jóvenes. Además, están muy de moda las ediciones especiales porque al que le gusta la lectura quiere tener el libro físico», destaca.
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Prueba de ello es la trilogía 'Alas de sangre', de Rebecca Ybarros, que salió a la venta el pasado día 22 y que muchos clientes tenían reservado desde octubre.
Una afición que según el librero viene de las bibliotecas escolares, con quien también trabaja. «Son un pilar fundamental en la región. Aquí nos llegan muchos niños buscando libros que se han leído en el colegio y que les ha gustado y quieren una segunda parte», cuenta.
Una pasión por la lectura que él alienta desde su sede de Santa Marina, donde realiza presentaciones de libros, o ha llegado ha organizar cafés con los lectores, y que también ha transmitido a sus hijos, que han pasado buena parte de su tiempo ayudando en el negocio familiar. «No les he alentado a que se queden aquí porque es muy duro ser autónomo. Me he perdido muchas cosas de su crianza y no quería que a ellos les ocurriera lo mismo».
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Marín ahora cuenta con cuatro empleados que se quedarán en Santa Marina. Mientras, su mujer será la encargada de cerrar la puerta de la primera librería Colón. En sus baldas aún se ve La isla del Tesoro, uno de los clásicos de la literatura universal que más ha vendido a lo largo de los años, y que los clientes, a los que José Luis se refiere como amigos, podrán seguir hojeando en Santa Marina, donde espera seguir mucho tiempo más.
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