
La Confederación Hidrográfica del Guadiana anunció el 13 de abril que reactivaba el dispositivo de retirada de camalote en el río tras el parón por la pandemia.
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Los trabajos se centran en librarse de la planta invasora entre la presa de Montijo y la frontera portuguesa para ir ganando terreno aguas arriba hasta Medellín.
Máquinas de extracción y camiones retomaron cerca de San Pedro de Mérida y continuaron después en las charcas laterales de Lobón, según los vídeos y las fotos de las informaciones que han publicado los responsables de la cuenca.
Tras el repliegue de la UME en la zona cercana a Guareña, el gestor público de la cuenca mantiene medios propios en el agua y aunque la pandemia ha obligado a rediseñar el dispositivo, se siguen retirando plantas antes de que suban las temperaturas.
El trabajo en el río resulta muy efectivo entre el invierno y las primeras semanas de primavera porque el agua todavía no se ha calentado. En verano todo se complica por la capacidad reproductora del jacinto de agua durante los picos de calor .
La Confederación anunció en enero tras la marcha de la UME que mantendrían en el río a más de un centenar de operarios de limpieza. Nueve embarcaciones repartidas entre Medellín, Mérida y Badajoz o máquinas sacando las manchas más voluminosas forman el despliegue de esta temporada previa al ciclo expansivo de la amazónica.
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El equipo de trabajo sigue el plan bianual diseñado en 2018 para llegar a la erradicación completa. Las previsiones en esta hoja de ruta apuntan a este 2020 como año clave para la eliminación completa.
Samuel Moraleda, el presidente del organismo, explicó la semana pasada en una videoconferencia con los alumnos de la universidad que en 2018, antes de la redacción de este plan y de los refuerzos puntuales de la UME, el jacinto se extendía por 180 kilómetros de río. La colonización se ha reducido de forma considerable en este tiempo.
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Recordó también que la plaga ha costado ya más de 50 millones de euros a las administraciones públicas.
Al gasto en cuadrillas dedicadas a la extracción manual hay que sumar también la inversión en maquinaria especializada. Han comprado, por ejemplo, barcas cosechadoras que siegan las grandes masas vegetales flotantes que se forman en verano o han diseñado un brazo robotizado que desde la orilla frena y recoge todo lo que arrastra el agua antes de entrar en el tramo urbano de Mérida.
El plan de choque implica igualmente vigilancia intensiva de lo que se va limpiando. Además, desde principio de año cuentan con un dron que aporta imágenes aéreas de posibles rebrotes o de orillas de difícil acceso con embarcaciones.
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Junto a los equipos de limpieza, también se mantienen activos servicios básicos en la cuenca para controlar el abastecimiento, la depuración y el saneamiento o vigilar las infraestructuras de drenaje con las tormentas.
Según sus partes de medición, en los últimos diez días han registrado una subida de 1,44 metros en la cota del embalse de Villar del Rey, lo que equivale a un embolsamiento de 15 hectómetros cúbicos, prácticamente el consumo de agua de Badajoz durante un año.
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