Una joya inca de incalculable valor sirve al escritor José Luis Gil Soto (Oliva de la Frontera, 1972) para entrelazar la novela histórica con la policíaca en 'Lágrimas de oro', su quinta novela que ayer presentó en Badajoz. Con el hilo conductor de la investigación ... del robo de la citada joya, el pacense echa la vista cinco siglos atrás para contar la historia del imperio inca hasta la conquista de Pizarro.
–Regresa a la novela histórica y lo hace con el escenario de la Conquista de América.
–Llevo muchos años dándole vueltas a este tema y, como cada vez es un episodio más controvertido, he querido contarlo y hacerlo de una manera diferente, como una novela entretenida y divulgativa para que llegase no solo al público al que le gusta la novela histórica sino también a otro tipo de público. Para eso, he mezclado la historia de la conquista con un 'thriller' contemporáneo.
–El 'thriller' es el hilo conductor de otras historias con las que hay un salto temporal de 500 años.
–La novela arranca con la operación que abre el grupo de Patrimonio Histórico de la UCO para recuperar un collar inca robado en la iglesia extremeña de Conquista de la Sierra. Eso me sirve para contar la historia de esa misma pieza cinco siglos atrás y el encuentro entre las dos culturas, la del imperio español y la del inca. Para eso hay que contextualizar muy bien el imperio español del siglo XVI, cuando Pizarro forma la compañía que va a explorar las tierras al sur de Panamá, y el imperio inca antes de que llegaran los españoles.
–Dice que mezcla géneros para llegar a más gente, ¿la novela histórica es solo para mayores?
–No solo está ligado a la edad, aunque es verdad que si hiciéramos una estadística la gente a la que le gusta la novela histórica suele tener cierta edad, pero no es solo eso, entre los lectores de una misma edad hay gente a la que le gusta la novela negra, de aventura e histórica y aquí tienen todas esas cosas a la vez, de manera que abarcaremos seguramente a más público de esta forma y conseguiremos divulgar esta parte de la historia de una manera más eficaz.
–¿Sigue apostando por la literatura como herramienta de divulgación histórica?
–No cualquier historia, sino cosas que creemos conocer y en realidad solo conocemos a trazos gruesos. La conquista del imperio inca es un ejemplo, yo mismo cuando empecé a documentarme me di cuenta de que desconocía muchas cosas. Por eso, creo que los que nos dedicamos a esto tenemos la obligación y el compromiso de intentar contar historias que no son del todo conocidas.
–¿Cómo se ha documentado?
–El proceso de documentación, cuando más te alejes en el tiempo, más difícil es y en el caso de la Conquista de América ocurre que los incas no conocían la escritura y, por tanto, todas las versiones son españolas. Si lees todas las crónicas de la época, algunas son de testigos presenciales, otras hablan de oídas y, aunque coinciden en muchas cosas, en otras hay versiones dispares. Eso obliga a leer lo que de esas crónicas han interpretado los historiadores posteriormente e intentar ver la versión más probable de todas ellas. Es complicado pero a la vez muy bonito.
–¿Qué ha descubierto?
–Me ha sorprendido descubrir cómo el imperio inca se forjó a sangre y fuego con una forma de proceder muy parecida a la que luego utilizaron los españoles cuando llegaron allí, que fue decirle a los pueblos que debían someterse y si no lo hacían los conquistaban a sangre y fuego. Hasta que no te metes en la historia no te das cuenta de hasta qué punto las pasiones humanas han sido idénticas.
–¿Ha sido capaz de alejarse de una historia escrita solo por una de las partes?
– Sí, 'Lágrimas de oro' es una historia muy objetiva, muy alejada de la leyenda negra y muy alejada también de la leyenda rosa. Todos estos personajes tienen muchas aristas, la historia tiene muchas luces y muchas sombras, y si privamos a esta historia de las pasiones humanas caemos en la leyenda rosa y nos alejamos de lo que pasó en realidad. Hay que tener en cuenta que desde el Descubrimiento de América el sentido de la expansión en el nuevo continente tenía un espíritu misional, pero los conquistadores estaban bastante alejados de ese espíritu. Eran empresarios, ellos iban allí a por gloria, a por tierras fértiles y a por riqueza y en eso ponían todas las pasiones que tenían y lo reflejaban en la miseria de la guerra.
–¿Cuáles son las luces y las sombras de esta historia?
–Las luces tienen mucho que ver con el respeto a los indígenas. La Conquista de América está alejadísima del concepto de genocidio que algunos intentan aplicar. Hay algo que mucha gente no sabe y es que los primeros mestizos eran considerados españoles de primer orden. Eso es muy diferente a lo que ocurrió en otras partes de Norteamérica, por ejemplo. Es cierto que los españoles utilizaron mano de obra indígena y es cierto también que hubo masacres de indígenas y ahí están las sombras. Los conquistadores no eran hermanas de la caridad, pero en el global de la conquista hubo un gran respeto por los indígenas.
–¿Ha descubierto con esta novela una fuente de inspiración para próximos trabajos?
–No niego que tengo la tentación de contar más episodios hasta completar la pacificación definitiva del imperio inca, pero depende un poco de la acogida de 'Lágrimas de oro' y de que me apetezca seguir con esta historia o irme a otra época.
«Hernán Cortés eclipsó a Pizarro, aunque lo que hizo cambió el orden mundial»
–¿Por qué de toda la epopeya de la Conquista de América elige la del Perú?
–Creo que fue la más importante. Es verdad que la de Hernán Cortés también fue algo tremendo o el propio descubrimiento de Colón, pero lo que cambió la historia de una manera brutal y para siempre fue el descubrimiento del imperio inca. Primero por sus dimensiones, que cogían lo que hoy es Perú, Bolivia, Ecuador y una parte de Argentina y de Colombia, y segundo porque era un imperio muy organizado y muy rico, de tal manera que el oro que vino a la Península generó un movimiento inflacionista brutal en Castilla. Hernán Cortés eclipsó a Pizarro cuando lo que hizo Pizarro cambió el orden mundial.
–El oro está en el título de su novela y en la joya que une el pasado y el presente de las historias que cuenta.
–La joya es una muestra de la cantidad de oro que se acumulaba en el imperio inca. Solo el rescate de Atahualpa está considerado todavía hoy el más caro de la historia. Hoy rondaría los 250 millones de euros, que se lo repartieron entre Pizarro y sus 160 hombres, que se enriquecieron hasta límites insospechados, tanto que algunos optaron por regresar a Castilla, donde tuvieron una vida más que holgada, ellos y toda su estirpe.
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