![Vicente Guerrero, decano de Comunicación, en el lugar que ocupó el cubo. :: casimiro moreno](https://s3.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/201706/18/media/113294683.jpg)
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NATALIA REIGADAS
BADAJOZ.
Domingo, 18 de junio 2017, 09:12
Es época de exámenes y los pasillos de la Facultad de Ciencias de la Documentación y la Comunicación están llenos de alumnos preocupados. Unos esperan su turno para hacer un control oral, otros acaban de salir de un examen y los terceros quieren revisar el que hicieron hace dos semanas con otro profesor. Hablan de aprobar o suspender, de lo que les queda por estudiar, de la llegada del grado de Periodismo, pero no se acuerdan del cubo.
Tras una década de enfrentamiento judicial, el Ayuntamiento de Badajoz tuvo que demoler dos plantas de la facultad situada en la Alcazaba. Un año después los estudiantes y los profesores se han adaptado a la nueva situación. El tema de conversación más repetido en Badajoz durante mucho tiempo se ha convertido en una anécdota.
Las obras de demolición comenzaron el 16 de junio de 2016. En 10 días desapareció el piso superior y a principios de julio los 22 despachos que conformaban el cubo se habían evaporado. La obra supuso una inversión de casi 400.000 euros y terminó con un proceso judicial de 10 años. Fue en 2006 cuando la asociación Amigos de Badajoz denunció la obra por irregularidades. El Ayuntamiento de Badajoz, que contó con el apoyo de la Universidad de Extremadura, peleó hasta las últimas consecuencias para evitar el derribo, pero finalmente tuvo que acatarlo.
La facultad ha podido superar el escollo. Las mayores molestias, según reconocen los estudiantes, se produjeron en junio del año pasado. Las instalaciones de la Alcazaba tuvieron que ser desalojadas, por lo que hicieron los exámenes en las dependencias de la Facultad de Ingeniería Industrial. Fueron bien acogidos, pero supuso un trastorno para muchos estudiantes.
«Muchos de los que estudiamos en esta facultad vivimos en el centro y fue una movida tener que coger los autobuses hasta el campus, y además en época de exámenes», resume Belén González. Mientras los universitarios se hicieron asiduos a Industriales, los profesores pasaron los meses de verano en el edificio de los institutos universitarios. Allí les habilitaron unos espacios para poder trabajar y recibir a los alumnos.
En septiembre el curso solo comenzó con una semana de retraso. Los estudiantes iniciaron las clases con normalidad aunque la biblioteca de su facultad no estaba abierta y las obras seguían en marcha. Ya no se trataba de los trabajos de demolición, sino de habilitar nuevos despachos para profesores para sustituir los que habían perdido.
Utilizaron los seminarios que tenían y un pasillo anexo a su biblioteca para crear varios despachos. El resto están instalados en la Biblioteca Regional, que está junto a la facultad.
El decano de Comunicación, Vicente Guerrero, está contento con la solución que han dado desde la Universidad de Extremadura: «Se han volcado con nosotros». Eso sí, reconoce que quedan algunas cuestiones por solventar, defectos que deben arreglar tras las obras.
Con las lluvias descubrieron que uno de los bajantes de la azotea donde antes estaba el cubo era defectuoso y el agua cayó en la sala de control que tiene el salón de actos. La carpintería metálica presenta problemas de sellado y quedó un hueco donde estaba la estructura demolida y se han metido en el falso techo los pájaros para anidar. Por último tienen problemas con la climatización y deben colocar vinilos porque a reestructuración ha provocado que llegue demasiado sol a la biblioteca.
El decano, sin embargo, aclara que se trata de pequeños detalles y que se solventarán en breve. Vicente Guerrero también destaca aspectos positivos de la obra. Además de acabar con la polémica, los despachos que han ganado a las instalaciones son más amplios.
«Además se ha creado una situación estratégica y es que las instituciones ya tienen asumido que dos instituciones que tienen tendencia a crecer como son la Biblioteca Regional y la facultad no pueden estar en un sitio tan limitado. Nos abre una perspectiva de futuro que no teníamos antes», dice el decano.
En efecto, la obra ha dejado claro que no queda espacio en la Facultad de Documentación porque los seminarios que podrían servir para crear nuevas aulas han desaparecido. Esta realidad coincide, además, con el anuncio de que esta escuela sumará el grado de Periodismo. La solución pasa, como ya se anunció, por trasladar la Biblioteca Regional al Hospital Provincial.
Sin embargo, este traslado no será rápido y el plan de la Universidad de Extremadura es incorporar Periodismo en el curso 2018/2019. Para solucionarlo, como ya anunció HOY, estudian ofrecer soluciones con clases online o semipresenciales.
En concreto, Guerrero explica que el plan es comenzar con una clase presencial de 60 alumnos y, si es posible, ofrecer más plazas on line o de forma semipresencial. Cuando finalmente se queden con las instalaciones de la Biblioteca Regional crearán más aulas y su idea es duplicar el número de plazas presenciales para estudiar Periodismo.
Los estudiantes actuales han acogido bien la noticia de la nueva titulación. Ante todo ven lógico que se incorpore a su facultad en lugar de haber optado por las otras sedes que presentaron su candidatura como Almendralejo, Mérida o Cáceres.
«Lo lógico es que sea esta facultad», defiende Matías Romero, alumno de Comunicación que espera que el nuevo grado cuente con una buena acogida. Hay mucho interés, añaden los estudiantes. Y de Periodismo se habla mucho más que del cubo que cayó.
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