Pasadas las siete y media, en algunas cocinas de Badajoz se sirve una bandeja con dátiles. Es la tradición de quienes creen en el profeta Mahoma como el enviado de Alá. Con este fruto típico del desierto y un vaso de agua, Mahoma rompió su ... ayuno.
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De 6 a 19.30 horas, los 2.500 musulmanes que viven en Badajoz no comen ni beben ni fuman. Desde el lunes de esta semana y hasta el 20 de abril celebran el Ramadán. Hay 21.500 fieles en toda Extremadura.
Con el ocaso, en sus casas se sirve la sopa marroquí harira, el dulce chabkiya, el pastel palestino qatayef, el arroz con pescado de Senegal o el que lleva pollo picante al estilo paquistaní. Es un pluralismo gastronómico que refleja la diversidad de nacionalidades de los musulmanes pacenses. Hay muchos marroquíes, pero no son los únicos. Paquistaníes, senegaleses y malienses se han ido acercando en los últimos años a este refugio de oración.
Es un momento de celebración y felicidad, explica el presidente de la comunidad islámica de Extremadura e imán de la ciudad, Adel Najjar, después de preparar un té moruno con hierbabuena y ofrecer dátiles.
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Es la noche del cuarto de día de abstinencia en las horas de sol. Lo lleva bien porque cumple con uno de los cinco pilares del Islam. Los otros cuatro son atestiguar que Alá es su único Dios, rezar cinco veces al día, dar una limosna y peregrinar una vez en la vida a la Meca. Aunque esto es complicado porque cuesta unos 8.000 euros por persona.
El ramadán, sin embargo, no se lo saltan. «Lo haces porque crees en Dios, nadie te obliga. Es cuestión de fe».
Debilita el estado físico, pero fortalece el espíritu. Aunque este 2024, cuando el mes ha caído en los últimos coletazos del invierno, el tiempo les acompaña. Nada que ver con los años en que siendo agosto, con 45 grados apretando, se ven obligados a no ingerir nada desde las cinco de la mañana a las diez de la noche.
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«Sé que desde el otro lado todo extraña, pero sobresale lo espiritual a lo físico». Todo esto lo explica Najjar en una de las salas de la mezquita donde se oye la llamada a la oración. A las 21 horas, cada día los musulmanes de la zona acuden a orar. Lo han hecho después de romper el ayuno y el ambiente es de celebración, señala Najjar. Para el visitante resulta una atmósfera solemne, de respeto a tradición y cultura.
Los hombres se descalzan y entran a la sala principal. Las mujeres se quitan también los zapatos y pasan a una zona acotada entre cortinas. Rezan a la vez, todos dirigidos por el imán. Acuden buscando ambiente y un momento de convivencia. Los viernes superan el centenar.
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No quieren encerrarse. Por eso el día 21, el jueves de la próxima semana, abrirán sus puertas para que representantes de distintos sectores de la sociedad pacense se sienten a su mesa. Esperan a una delegación de la Iglesia y responsables municipales.
Quieren hacerles partícipes de estas seis semanas que para ellos son de fiesta y celebración.
En países musulmanes, la actividad diaria se adapta a este mes de abstinencia durante las horas de sol. En Badajoz son ellos los que tienen que adaptar su tradición al día a día.
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El acuerdo de cooperación del estado español con la comisión islámica, aprobado en la Ley 26/92, les facilita cumplirlo. Este recoge que se podrá solicitar la conclusión de la jornada laboral una hora antes de la puesta del sol. Igual que establece que la «alimentación de los internados en centros o establecimientos públicos y dependencias militares que lo soliciten se procurará adecuar a los preceptos religiosos islámicos, así como el horario de comidas» durante el Ramadán. En el centro penitenciario de Badajoz hay 23 musulmanes, a quienes estos días la mezquita les envía dátiles para romper el Ramadán cuando cae el sol.
El imán de Badajoz, Adel Najjar, fue detenido y puesto en libertad en una operación contra la financiación del terrorismo en noviembre. Desde entonces ha recuperado su actividad y sigue al frente de la Comunidad Islámica de Extremadura. «Estoy tranquilo, confío en la justicia española», dice cuatro meses después. Asegura tener la conciencia tranquila y «no haber financiado nunca a ninguna organización con ni un céntimo». «Soy inocente. Mi postura contra la violencia y el terrorismo es conocida. Nunca he colaborado ni financiado con ninguna organización. Cuando me vaya quiero que la gente me recuerde por el trabajo en favor de la convivencia. Cuando me muera, que digan: es un imán que ha trabajado por la paz». Najjar legó a Badajoz en 1985 para estudiar Medicina, pero se quedó para formar una comunidad musulmana muy implicada en las actividades de la Margen Derecha.
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