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Hace dos semanas que la imagen de Pablo Sierra Moreno acompaña cada día a los pacenses en los carteles que salpican la ciudad buscando pistas de este joven estudiante de Matemáticas. 14 días eternos para una familia de Zorita, que necesita saber qué ocurrió la noche del jueves 2 de diciembre. Por el momento no hay rastro de Pablo, solo una decena de claves.
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Pablo Sierra Moreno no cuadra en una desaparición voluntaria. Su familia descarta que se fugase y lo define como «un chico 10» con buenas notas y sin problemas. Tiene 21 años, es de Zorita (Cáceres), sus dos padres son médicos, y estudia Matemáticas en el campus que tiene la Universidad de Extremadura en Badajoz. Vive en la residencia universitaria Rucab, en la avenida de Elvas.
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El jueves 2 de diciembre. Salió a tomar algo con unos amigos al centro de Badajoz. No había muchos bares abiertos y terminaron el recorrido a las dos de la mañana en un local de la calle Arco Agüero. Al salir, Pablo Sierra le tiró el móvil a otro joven y se rompió la pantalla. El estudiante de Matemáticas le pidió el contacto al afectado y se ofreció a pagarle los desperfectos. Luego se marchó con intención, según la denuncia, de volver a la Rucab.
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Tras despedirse, se pierde el rastro de Pablo. No se sabe si fue a coger un autobús (el 9 nocturno le dejaba junto a su residencia), si optó por coger un taxi (la policía ha interrogado a los chóferes), si fue caminando (son 5 kilómetros hasta su residencia) o si alguien le llevó y no lo ha dicho. Al día siguiente comprobaron que no había pasado la noche en su dormitorio de la residencia. De hecho, visitaron todas las habitaciones por si se había quedado dormido en otra estancia y no lo encontraron.
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El viernes 3 de diciembre comenzaba un puente de cinco días para los estudiantes. Un hermano de Pablo Sierra vino con su coche a Badajoz a recogerle a él y a su hermano mellizo para viajar todos a Zorita a pasar los festivos. Tenía planes con amigos que estudian en otras localidades y se iban a reunir en esta localidad cacereña. Fueron sus hermanos y sus amigos los que se alertaron por la ausencia y lo llamaron al móvil durante todo el día. También presentaron una denuncia en la policía. Pasadas las ocho de la tarde les contestó al teléfono un guardia civil fuera de servicio que estaba paseando a su perro en el Pico del Guadiana y escuchó el móvil. Inmediatamente se movilizó a los efectivos y comenzó la búsqueda, especialmente en el río.
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Una de las claves más importantes del caso es que el móvil apareció manchado de sangre. La policía está llevando a cabo análisis de ADN para saber si pertenece al estudiante. Esto, unido a que la familia descarta una desaparición voluntaria, hace que las principales hipótesis sean un accidente o una agresión.
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El rastreo se ha centrado en el río porque se encontró el móvil de Pablo en el Pico. La incógnita es si este joven estuvo en la zona o alguien tiró el móvil allí. La primera hipótesis plantea muchas dudas porque el Pico está a tres kilómetros del centro, donde se le vio el jueves, y tuvo que andar a oscuras para llegar. Es más fácil ir en coche. La segunda opción supone un problema porque entonces las opciones de saber dónde está no dependen tanto de un rastreo como de la investigación. En el río se buscó los tres primeros días tras la desaparición. Desde este lunes se ha retomado el rastreo con un método meticuloso. Los buzos de los GEO entran en el agua para registrar el cauce palmo a palmo. Ayer, además, se incorporaron al dispositivo dos perros de la Policía Nacional especialistas en búsqueda de personas. El objetivo es encontrar a Pablo o descartar que esté en el río. Los trabajos seguirán hoy.
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En estas dos semanas solo se ha buscado un día en otras zonas. Fue el lunes 6 de diciembre cuando voluntarios de Cruz Roja y Protección Civil realizaron batidas en Los Colorines, Las Cuestas de Orinaza o Suerte de Saavedra. Según indicaron a los participantes, se escogieron estas áreas por tener descampados y zonas abiertas. Muchos vecinos se han ofrecido a realizar búsquedas masivas a pie. Sin embargo, esta opción solo se usa cuando está limitada una zona de búsqueda, es decir, cuando hay sospechas de un área concreta.
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Según ha podido saber HOY, la Policía Nacional, que lleva el caso, ha pedido los datos del teléfono móvil de Pablo Sierra. Es decir, están analizando sus llamadas, mensajes, etc. También han visionado cámaras de vigilancia de la ciudad para localizar al joven.
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Una de las claves es localizar a alguien que viese a Pablo Sierra más allá de las dos de la mañana del 2 de diciembre o que haya escuchado algo sobre su desaparición. Una de las hipótesis es que hay testigos de lo que ocurrió, pero temen contarlo. Por eso el Ministerio de Interior ha habilitado un formulario en su web para enviar mensajes sobre Pablo Sierra sin tener que ir a la policía.
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Joaquín Amills, portavoz de la familia de Pablo, asegura que agradecen la labor policial y que los medios mantengan el interés para que la búsqueda siga muy activa. «También es un consuelo para la familia saber que la gente está pendiente entre tanta incertidumbre y sufrimiento», dice Amills. Esperan que la batida del río sea minuciosa hasta descartar por completo que esté en el Guadiana y apuntan que todas las hipótesis están abiertas en este caso, salvo la posibilidad de que se fuese voluntariamente.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
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