Antonio J. Sánchez
Miércoles, 25 de junio 2014, 12:31
Los aficionados llevaban esperando un año a los toros de San Juan. Unas cuantas nubes y el anuncio meteorológico de lluvia y tormenta no consiguieron que se quedaran en casa. Armados con sus paraguas y chubasqueros, los asistentes al festejo mixto esperaban dispuestos a aguantar lo que el cielo estuviese dispuesto a verter sobre sus cabezas.
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Pero la lluvia era un tormentón, con rayos y truenos, y convirtieron la arena de la plaza en un barrizal, los escalones del graderío en una fuente sin fin, y todas las supeficies planas, en charcos de un pie de profundidad.
Gota a gota, a cámara lenta, el coso se quedó vacío, con la lluvia como único espectáculo. El aguacero se quedó solo, con la cámara de HOY como testigo.
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