![Amir, Nafez, Nashwa y Hanin, este viernes en el barrio pacense de San Roque, cerca del albergue en el que están acogidos en Badajoz.](https://s1.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2023/11/17/185806651-kdf-U210760526934QXD-758x531@Hoy.jpg)
![Amir, Nafez, Nashwa y Hanin, este viernes en el barrio pacense de San Roque, cerca del albergue en el que están acogidos en Badajoz.](https://s1.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2023/11/17/185806651-kdf-U210760526934QXD-758x531@Hoy.jpg)
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Pepe Palacín / Rocío Romero
Viernes, 17 de noviembre 2023, 20:59
De madrugada llegaron a Badajoz unos 60 hispanopalestinos procedentes de Gaza que han podido escapar de la guerra a través de Egipto. Lo han logrado gracias a las evacuaciones que está realizando el Ministerio de Exteriores.
Están alojados en el albergue del Revellín, ... que el Ayuntamiento de Badajoz acomodó hace años como albergue juvenil pero que en los últimos tiempos se está destinando a acogidas de urgencia.
Así es también en este caso, dado que muchos de ellos se encuentran de paso mientras se ponen en contacto con familiares que les puedan prestar ayuda en España.
La distribución del edificio, en habitaciones con varias camas, facilita que las familias puedan compartir espacio.
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Uno de los evacuados es Nafez Abu Jarad, que se quedará con su familia en Badajoz durante estos primeros días. Después, ya se verá. En Gaza era doctor en Economía, y ejercía como profesor universitario, pero este mes de octubre, en el que las bombas de Israel arrasaron su tierra, fue un antes y un después para él.
«No tengo ropa propia, no tengo casa, mi campo ha desaparecido. No sé dónde está mi madre, que tiene 85 años, no sé dónde están algunos de mis hermanos. Hace tres días salimos de Gaza y viajamos a El Cairo. Llegamos a la frontera con Egipto en taxi y de ahí a la capital en autobús. Sin nada», relata el profesor, de 65 años.
Su mujer, Nashwa, asiente a todo lo que dice. «Llegamos a Madrid ayer, y a Badajoz anoche. Nuestras cosas se quedaron en Gaza. También mis tesis doctorales, a las que tenía un cariño especial».
Abu Jarad estudió en Madrid en los años 80, cuando consiguió la nacionalidad española. Se doctoró en la facultad de Somosaguas y se considera tanto palestino como español. Sin embargo, ni aun viviendo tan bien en España pudo desligarse de sus raíces. Volvió a Gaza para ayudar a la reconstrucción de su país. Un país que está tan destrozado que «tardará 20 o 30 años en volver a ser lo que era antes del ataque israelí. O más», asegura.
El hispanopalestino tiene más hijos, pero aquí ha venido con dos: su hija Hanin, que estudiaba Medicina en El Cairo —y que intentará volver en un mes a Egipto— y su hijo Amir, que estudiaba Bachillerato. Ninguno de los dos sabe español, aunque se defienden con el inglés.
La hija, resuelta, es la que escribe los nombres en la libreta, la que compra las tarjetas de móvil, la que da los números…
«Ella se vino a España también para estar con nosotros, aunque tendrá que volver para terminar su carrera. Necesitará una beca, porque no tenemos más que lo que llevamos encima. Amir tendrá que terminar de estudiar aquí, porque en Gaza se ha paralizado todo», continúa Abu Jarad.
—¿Y cómo está la situación en Gaza?
—Gaza ha desaparecido.
Abu Jarad y su familia nunca habían vivido nada parecido a los ataques israelíes en la franja de Gaza. Todos los palestinos, cuenta, han recibido una bomba cerca. Y a todos se les ha muerto o desaparecido alguien.
«¿Que si hemos tenido muertos cercanos? Muchísimos. Hanin estaba en casa, se estaba duchando cuando empezaron los bombardeos y empezaron los incendios. Íbamos por la calle y pisábamos los cadáveres. Así es. Los perros tenían hambre y se comían los cuerpos, porque no nos dejaban enterrarlos ni quemarlos. Todo ante nuestros ojos». Su mujer sigue asintiendo a todo lo que dice, sin mirar a nada, sin articular palabra.
Aunque lo peor han sido las bombas, la incertidumbre también les ha desgastado mentalmente. Ya no es sólo que no sepa dónde está parte de su familia, sino que no sabían qué iba a ser de ellos. ¿Iba a entrar Israel a sus casas? ¿Irían a un campo de refugiados? La suerte de Abu Jarad es su pasaporte.
«Hemos pasado de estar cinco personas bebiendo del mismo vaso de agua durante el día, porque nos han cortado absolutamente todos los suministros, a pasear tranquilos por Badajoz. En cuestión de días».
Cuando el profesor dice que Gaza ha desaparecido es que literalmente ha desaparecido. Según su relato, no queda nada en pie. Y tardará mucho en reconstruirse. Es, para él, la guerra más «sucia» que ha habido.
«Nos matan, es así. Los israelíes vienen y nos matan. Nos quitan las casas, nos quitan todo. Y después nos matan. Nos tiran bombas, no avisan. Nos cortan los suministros. Es una guerra, pero…», intenta razonar.
Entre escombros, buscaban aunque fuera un trozo de pan. Escaparon de la muerte. Y ahora, en Badajoz, el miedo da paso a la rabia.
«Hitler mató a seis millones de judíos. Desde que se hicieron fuertes, hacen lo mismo, nos quieren matar. Yo volví a Gaza para reconstruir, porque amo a mi gente, amo a mi tierra. Pero ¿qué hago con mis hijos allí? ¿Esperar a que me maten?».
Abu Jarad no es contrario a Hamás. Cree que desde Occidente se da una visión errónea de lo que, según él, es un partido político. Para el hispanopalestino, son tan legales como cualquier otra formación, sólo que son los únicos que defienden a Palestina de los «colonizadores israelíes que vienen de Europa» y que les quieren echar de casa o matarlos. «¿Entiendes?», pregunta.
El profesor volvió a Madrid antes de terminar en Badajoz. «No lloro para que nadie se ría de mí. Pero lloro por dentro y tengo el corazón roto», si bien no todo era tan negro viendo a sus hijos a salvo.
Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Alemania han abandonado a Palestina, lamenta Abu Jarad. Sólo España les ha defendido ante las Naciones Unidas. «Vengo porque soy español, pero también porque este país es el único que ha luchado por la justicia y por la dignidad del pueblo palestino». Y así se lo transmitió a la ministra de Defensa, Margarita Robles, al llegar la otra noche a la capital.
«Así que viva España, grité en el aeropuerto de Torrejón. Que viva España». Y su mujer y sus hijos asienten.
Otro de los refugiados que ha llegado al Revellín es Salsabil Hamdan, quien ha pedido hacer «vida normal en el país como ciudadanos españoles».
Argumenta su petición en que los que se encuentran alojados en este albergue «no son refugiados sino ciudadanos españoles que tienen sus derechos».
«Estamos bastante agobiados porque nosotros somos ciudadanos españoles y no venimos aquí a un albergue a estar, sino que queremos nuestros derechos como ciudadanos españoles», dijo ayer, según recoge Europa Press.
«No somos refugiados, no venimos a estar aquí a comer y a vivir, a tener un techo... No, nosotros lo que pedimos es que podamos hacer nuestra vida normal, nuestra vida laboral. Yo soy fisioterapeuta y podría encontrar algún trabajo», añadió.
Salsabil Hamdan
Fisioterapeuta
Salsabil Hamdan reclamó también ayuda para que sus maridos puedan obtener 'papeles'. «Nuestros maridos no tienen residencia. Tendrían que ayudarnos en eso. Eso es lo que pedimos, que nos ayuden en los papeles de nuestros maridos, que vivamos vida normal como ciudadanos, que no venimos de refugiados, somos españoles, tenemos derechos», señaló.
Asimismo, contó que la situación en Gaza es «muy crítica, más de lo que se saca en los medios y de lo que uno se puede imaginar».
En este sentido, esta hispanopalestina de 28 años lamentó que ha perdido en la guerra a algunas amigas y familiares, como un primo y un tío.
Explicó que llevan desde el comienzo de la guerra en contacto con el Consulado español para una «posible evacuación» y tras 35 días lograron huir del país.
En este punto, se mostró agradecida con el Gobierno español por trabajar en esta evacuación que ha sido muy exitosa y estamos contentos por ello, dijo.
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