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Viejas cabinas de teléfono repletas de libros, el tronco de un árbol ya muerto como estantería, marquesinas que amenizan la llegada del autobús invitando a la lectura, versos que le dan una segunda oportunidad a los quioscos que se quedaron sin chuches y sin niños... Estas son las 'sueñotecas' -así las han bautizado- de SOS Casco Antiguo, que ha presentado un proyecto en el Ayuntamiento y la Diputación para convertir a Badajoz en una gran biblioteca callejera.
La idea nació en la Churrería 'aAaaa' de Moreno Zancudo que es, además, una librería benéfica porque lo que recauda con la venta (un euro por libro) lo destina a comprar una silla de ruedas, unas muletas o a sufragar un tratamiento de alguien que lo necesita. Su dueño, Carlos Díaz, lleva doce años recogiendo los libros que la gente les dona, que las mudanzas extraviaron o que los 'ebook' desahuciaron de los hogares.
Su fondo bibliográfico suma más de 50.000 ejemplares de los que apenas el 20 por ciento están a la vista en su churrería. El resto están apilados en un almacén próximo, pero el volumen de su biblioteca particular ya le ha desbordado. «Nos dan más libros de los que vendemos», explica.
Tras descartar los envíos a países del tercer mundo por las exigencias en las condiciones de seguridad de los paquetes, anualmente aligera su biblioteca mandando seis toneladas de libros a reciclar.
Ahora se ha planteado otra alternativa: donarlos para que tomen las calles. A esta idea le han dado forma a través de la plataforma de vecinos SOS Casco Antiguo, que ha elaborado un proyecto para crear puntos de lectura que lleguen a todos los barrios de Badajoz.
Para ello, Carlos Díaz está dispuesto a donar de forma gratuita sus más de 50.000 libros de segunda mano al Ayuntamiento y a la Diputación, administraciones a las que ya les han hecho llegar su idea, pidiéndoles que los pongan a pide de calle repartidos entre parques, plazas, estaciones de autobuses y trenes o en las proximidades de los hospitales.
Inspirándose en iniciativas que ya se han materializado en otras ciudades, proponen convertir el mobiliario urbano en desuso en pequeñas bibliotecas, donde la gente pueda disfrutar de la lectura en la calle o en casa y, una vez terminado el libro, devolverlo a donde lo cogió.
«Se trata de darle un uso imaginativo al mobiliario urbano como quioscos cerrados, cabinas de teléfono sin servicio, alcorques vacíos o cuadros transformadores obsoletos para que los libros empiecen a formar parte del paisaje urbano tanto como los árboles, las fuentes, las plazas y los paseos», proponen desde SOS Casco Antiguo.
Para los lugares donde no se pueda reutilizar el mobiliario urbano, sugieren que se instalen módulos de metal, madera o materiales reciclados que sirvan como estanterías para los libros.
Estos podrían sufragarse con presupuesto de las administraciones, pero también ofrecen otra vía: que se organicen talleres de marquetería en colegios, asociaciones de vecinos o colectivos de todo tipo para que diseñen y realicen sus propios puntos de lectura.
La propuesta de los vecinos del Casco Antiguo incluye un mapa con las posibles ubicaciones de estas bibliotecas callejeras en Badajoz. «En las cafeterías del parque del río, en los parques de San Fernando, San Roque, Castelar, Ciudad Jardín, El Progreso, las Américas, Teresa de Calculta, del Bioclimático o en la Legión, en el Hospital Universitario, el Materno o el Perpetuo, en el quiosco cerrado de San Andrés, junto a las estaciones de tren y autobuses, en el campus universitario y en el centro comercial El Faro», enumeran en su proyecto.
El volumen de libros que podrían donarse permitirá replicar esta idea también en muchos pueblos de la provincia, de ahí que además hayan presentado su propuesta a la Diputación de Badajoz.
«Fomentar la lectura, cultivar la mente, la imaginación, los sueños, quizás sea uno de los mejores y más sanos servicios que una Administración pueda hacer a la ciudadanía», defienden.
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