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Durante los últimos 27 años los españoles han estado enganchados a los casos que resuelven una pareja de guardias civiles, Bevilacqua y Chamorro. El ... mes pasado llegó el libro 14 de la serie e incluye sorpresa para los lectores extremeños porque uno de los casos recuerda el asesinato de Manuela Chavero. Es lógico porque el autor de estas historias, Lorenzo Silva, basa las novelas en el trabajo que hacen los agentes de la UCO, que fueron los que resolvieron el caso de Monesterio. Sin embargo el autor asegura que solo es una inspiración, no retrata el caso.
Silva presentará 'Las fuerzas contrarias' este jueves 3 de abril a las 18.30 horas en la sede de la Fundación CB (calle Montesinos), en Badajoz. En el libro Bevilacqua y Chamorro investigan dos casos en plena pandemia.
–Cuando los extremeños leen este libro les recuerda el caso del asesinato de Manuela Chavero.
–Yo hago una ficción. He sacado tres o cuatro hebras de este caso, como saco siempre hebras por ahí y aquí y allá, pero no pretendo ni mucho menos ni retratar a la víctima, ni retratar al asesino para nada. Está lleno de licencias, pero bueno, me interesaba. La idea me vino porque es uno de los casos que tenía la UCO en investigación durante la pandemia.
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–Al final uno de los investigadores dice una frase sobre el lugar donde se ha producido el asesinato: «En que la buena gente que vive y trabaja ahí no se merece que el nombre del pueblo vaya a ser ya para siempre el de un crimen». Eso en Extremadura significa mucho.
–Son crímenes que, como dice al final uno de los personajes, se acaban asociando a Monesterio en este caso, que mucha gente no sabía dónde estaba, pues ahora es el lugar del crimen. Como si fuera un pueblo de único habitante (el asesino).
–Al final de sus novelas indica dónde las escribió. Esta incluye Cáceres
–Sí, donde me va pillando la vida. Por circunstancias personales el año pasado fue un poquito complicado y la novela iba con retraso. Suelo evitar el verano para escribir, porque es una época en la que la mente va peor y también intenta uno descansar, pero al final tuve que seguir escribiendo y me pilló en el Festival Gata Negra. Aproveché para darle un empujón al libro por las mañanas.
–¿Por qué localizar el libro durante la pandemia?
–La respuesta cortísima es porque me tocaba. Con Bevilacquia voy recorriendo en tiempo real la España contemporánea. La novela anterior se quedó en la Navidad de 2019, después venía la pandemia y yo tenía bastante claro que no me la iba a saltar. Se puede decir que la pandemia es uno de los hechos que ha construido nuestra personalidad actual. Es uno de los experimentos más importantes que hemos vivido los que estamos aquí ahora. Además también te diré que me venía bien, es decir, una serie que ya lleva 30 años en algún momento los personajes necesitan reinventarse. Aquí hay una investigación criminal combinada con la afectación personal que la pandemia y el confinamiento tuvo para todos
–Muchas veces se dulcifica el confinamiento, pero el libro cuenta la parte más cruda.
–Sí. Son imágenes que a mí me contaron, yo no vi. Pero tengo amigos que entraron en muchas casas a encontrar personas fallecidas. No en una, sino en muchas. Vivieron esto de llamar al médico y que el sanitario, que a lo mejor no tenía a EPI, no quisiera subir y certificara las muertes del portal. Eso ha pasado. En Madrid hubo días que murieron 500 personas en un solo día, que eso es dos veces el 11M.
–Habla de la ingrata labor de las fuerzas de seguridad ¿Se lo contaron ellos mismos?
–¿Quién quiere controlar a la gente que está cansada, cabreada, irritada, angustiada? ¿Quién quiere ese papel? Nadie, nadie lo quiere. Si lo desempeñaron es porque era su función y se les obliga a hacerlo. Y por otra parte, pues algo que también sale en algún momento de la novela, les ha pasado a amigos míos, que iban a hacer una diligencia y de repente los paraban un compañero suyo o de otro cuerpo policial. Un amigo mío me contó una anécdota graciosa. Es mediador y lo llamaron para intervenir, creo que en un suicidio, que es lo más frecuente. Lo paró un compañero suyo no le quería dejar pasar. Y mira, oye, llama a la comandancia, que soy el mediador y un tipo se va a suicidar. Es la parte más humana.
–¿Qué hizo Lorenzo Silva en pandemia?
–Estuve en Illescas (donde se ambienta parte del libro). Lo dediqué mucho a leer y a releer. Escribí un diario, que es la primera vez que he conseguido. También hablé con médicos, policías, cuerpos civiles que te contaban cosas y sentía como la necesidad de apuntarlo. Luego me ha venido muy bien para la novela.
–Usted que escribe novelas policiacas ¿Qué opina del fenómeno True Crime actual?
–Pues mira, yo respeto todo lo que hacen otros y yo no hago. Eso para empezar. Yo lo único que he hecho es algún reportaje sobre casos reales que están recogidos en alguno de mis libros, pero a mí a la hora de abordar en profundidad un hecho criminal me gusta más la ficción. Me gusta más la ficción porque puedo llegar más al fondo sin hacerle daño a nadie. Luego también a mí a lo mejor me condiciona que yo creo que el verdadero padre del True Crime no es Truman Capote, sino Benito Pérez Galdós, que escribió 'El crimen de la calle Fuencarral'. Habló con los acusados, con el entorno, pero su enfoque es más prudente, más cauto.
–Bevilacqua y Chamorro siguen adelante ¿Verdad? No le va a dar un disgusto a sus lectores.
–Sería un disgusto para mí en primer lugar. Un guardia civil, si no está muy perjudicado, tiene ciertas posibilidades de llegar hasta los 65 con las botas puestas. Bevilacqua en la novela tiene 57. Quiere decir que ya le quedan 8 años por delante. Eso me da espacio para unas cuantas novelas.
–En todas sus novelas sobrevuela un acontecimiento de actualidad ¿Cuál podría estar en las próximas?
–No hay que hacer más que un pequeño ejercicio de deducción. Si uno analiza la realidad y viendo el potencial, , que sé yo, hay una guerra en Ucrania en la que se han cometido crímenes de guerra y en la investigación acciones de guerra han participado guardias civiles. La Rusia de Putin ha metido represalias en suelo español. También hay muchas cosas de actualidad que investiga la UCO. Hace 10 años parecía que había una ola de regeneración en la política y en lo que se ha dado en la primera línea de los que participaban de esa regeneración están implicados en casos de corrupción, de acoso sexual y hasta de agresiones sexuales.
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