La mano de Santa Teresa estuvo en Badajoz antes que en casa de Franco
Historia ·
Un libro saca a la luz manuscritos de las monjas del Convento de las Carmelitas, que desvela que la reliquia llegó a la ciudad en 1910 desde LisboaHistoria ·
Un libro saca a la luz manuscritos de las monjas del Convento de las Carmelitas, que desvela que la reliquia llegó a la ciudad en 1910 desde LisboaDurante 40 años, Franco durmió con la mano de Santa Teresa en su dormitorio de El Pardo e incluso la metía en la maleta cuando se iba de veraneo al Pazo de Meirás. Pero antes de que el dictador la venerase como su talismán de ... la suerte, la reliquia –una de las más importantes de la cristiandad– estuvo en Badajoz.
Publicidad
Esta historia solo la sabían las monjas que han vivido en el convento de las Carmelitas durante el último siglo, pero ahora gracias a un libro editado por la Fundación CB se ha desvelado que lo que popularmente se conoce como el brazo incorrupto de Santa Teresa, aunque realmente es la mano izquierda, se custodió en Badajoz en 1910.
La historia de la mano empieza en 1585, cuando el carmelita vallisoletano Gracián de Dios ordenó amputarle la mano izquierda al cuerpo de la santa de Ávila y mandarla al convento de las Carmelitas de Lisboa. Allí estuvo hasta que en octubre de 1910 se proclamó la I República en Portugal, que supuso la expulsión de la comunidad de las monjas carmelitas del convento de Olivais, que eran quienes custodiaban la reliquia desde el siglo XVI.
Cinco días después de que se pusiese fin a la monarquía en Portugal, las monjas lograron un salvoconducto para viajar en tren hasta Elvas y, de ahí, enlazaron con otro tren hasta Badajoz, a donde llegaron el 10 de octubre buscando refugio. Con ellas viajaba la mano de la santa.
Publicidad
La congregación de carmelitas portuguesas fue acogida en el convento de la calle López Prudencio. «La madre priora aceptó acogerlas a todas, ordenó matar una gallina para recibirlas y preparar las camas para ellas», cuenta la monja que escribió la crónica sobre la llegada de las religiosas portuguesas al convento pacense el 10 de octubre de 1910.
Unos párrafos más abajo desvela: «Habiendo entrado todas y ya todo sosegado, procuramos enterarnos qué comunidad era, más cual fue nuestra sorpresa al saber que era la comunidad de Olivais y que traían la mano de Nuestra Señora Madre Santa Teresa de Jesús, que el padre San Jerónimo de la Madre de Dios (el que había ordenado amputarle la mano) la había llevado a aquel reino (se refiere a Portugal) y ahora no sabemos por qué ocultos juicios de Dios vuelve a este (España)».
Publicidad
Como describe la monja, Badajoz fue la primera parada de la mano de la santa en su vuelta a España, de donde ya no ha vuelto a salir. «No se sabe exactamente cuánto tiempo estuvo aquí, pudieron ser dos o tres meses», valora el historiador Álvaro Meléndez, encargado del estudio de los manuscritos de las carmellitas pacenses.
Muy probablemente el hecho de que la mano de Santa Teresa no se quedara en el convento de San Andrés se debe a la falta de espacio, que obligó a realojar a las religiosas portuguesas en Ronda (Málaga). A inicios del siglo XX, en los muros de López Prudencio vivían 20 carmelitas, que dieron cobijo a las 18 religiosas que huyeron de Portugal. Sin espacio para todas, la monja cronista de la época relataba que, durante el tiempo que estuvieron las 38 hermanas juntas en el convento pacense, hubo algunas que tuvieron que dormir en el suelo y en celdas compartidas por dos o tres religiosas.
Publicidad
En estas circunstancias, a la carmelitas portuguesas las mandaron al convento malagueño y con ellas viajó la reliquia de la santa, considerada un tesoro porque está revestida con un guante de plata con incrustaciones de piedras preciosas y semipreciosas. Allí estuvo hasta el estallido de la Guerra Civil, cuando fue requisada primero por los republicanos y después por los falangistas. De ahí cayó en manos de Franco, que mandó hacer un oratorio en su dormitorio para alojar la reliquia, que conservó hasta que falleció en 1975. Unos meses más tarde, su viuda Carmen Polo la devolvió al convento carmelita de Ronda, donde permanece desde entonces, recibiendo a peregrinos para pedir clemencia y a mujeres que desean ser madres.
Esta es una de las historias que desvela la edición facsimilar del libro 'Convento de las Carmelitas Descalzas de Badajoz en la vida religiosa de la ciudad', una joya documental que reproduce el manuscrito original sobre la historia de los orígenes del convento escrita a finales del siglo XVIII por Francisco Mateos.
Publicidad
La publicación da cabida además a cinco documentos inéditos que también son una reproducción de los manuscritos escritos por las propias monjas y que relatan momentos claves de un convento que lleva casi tres siglos en Badajoz. Así lo destaca la madre Patricia, priora del convento: «A través de la tradición oral que se ha ido perpetuando y que se vuelve perenne en las crónicas que han dejado las hermanas que nos han precedido, se conserva viva la memoria histórica de nuestros inicios y las circunstancias que han transcurrido a lo largo de tantos años». Ella ha permitido a Felipe Jaraquemada el acceso al archivo del convento y, junto con Álvaro Meléndez, han hecho posible que vea la luz este libro, que ha editado la Fundación CB y que puede consultarse en su web.
Escoge el plan de suscripción que mejor se adapte a tí.
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Te puede interesar
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.