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Aún faltan las temperaturas suaves de la primavera para saber si las mantas de fibras vegetales que la Junta extendió sobre el Guadiana a ... mediados de septiembre dan resultado y ahogan al nenúfar mexicano. De momento, el resultado es satisfactorio, explica Kiko Hueso, de la Dirección General de Sostenibilidad y responsable del dispositivo.
Quienes pasean junto al río por el azud se han visto sorprendidos estos días por otra planta que forma un tapiz verde y rojizo en la misma zona donde las mantas están sumergidas. Se trata del helecho de agua, también llamada azolla, que es la tercera plaga del Guadiana por detrás del camalote y el nenúfar. Una vez que el nenúfar ha quedado retenido por las mantas, este helecho ha quedado a la vista.
A pesar de que es muy llamativo, Kiko Hueso no le da importancia porque esta planta lleva en el río desde 1964. Procede de los cultivos de arroz y está presente en toda la región desde antes que el nenúfar, que se vio por primera vez en los años 80, y el camalote, que se documentó en el 2005.
Esta última, sin embargo, perjudica a las instalaciones hidráulicas y se extiende rápidamente. De ahí que las administraciones hayan invertido más esfuerzos en su erradicación, que solo se ha logrado en el cauce urbano, que ante el resto de especies invasoras.
Las pruebas se hacen ahora para frenar al nenúfar mientras la azolla, que está relacionada con los cultivos y purines por el fósforo, está asumida desde hace años. «En las charcas ganaderas, por ejemplo, no impide que el ganado beba». Además, su erradicación es muy cara.
Cortar el nenúfar. En los últimos años, la CHG ha segado la planta, pero está enraizada en el fondo. De ahí que se busquen otras fórmulas para acabar con la plaga. La CHG confía en una obra para colocar espuertas en los azudes y permitir que pasen los sedimentos como una forma de luchar contra el planta. Las obras están pendientes de empezar.
Mantas vegetales. Su colocación es una prueba de la Dirección General de Sostenibilidad de la Junta, encargada de luchar contra especies invasoras.
Yute y coco. El material de esas mantas es natural para que se desintegre en el caso de que la corriente se las lleve.
«La gente se puede preguntar de qué se trata al verla, pero lleva muchos años y convive con el camalote y el nenúfar. Tapiza si tiene oportunidad». Es lo que ha ocurrido cuando han extendido las mantas. La azolla ha logrado crear una alfombra que resulta llamativa para los transeúntes.
«No pasa nada. Terminará hundiéndose, sacará las esporas y volverá a salir cuando las condiciones le sean favorables de nuevo. Esto ya pasó en Monfragüe hace dos años. Es muy escandalosa porque es muy rojiza, pero desaparece en 15 días». No se hundirá toda a la vez, señala, porque el tapiz está tan tupido que unos helechos descansan sobre otros.
A su llamativa presencia se suman los carteles que balizan la zona donde se han extendido las mantas biodegradables, así como los carteles advirtiendo de que el baño y la pesca están prohibidos.
De momento, la azolla se ve más porque las mantas están ayudando a contener al nenúfar en el fondo. Esto significa que, por el momento, han funcionado. Pero Kiko Hueso insiste en que la efectividad se verá cuando las retiren y entonces comprueben si las que había han muerto asfixiadas por falta de luz y oxígeno.
Para eso es necesario esperar a que el frío se vaya. El nenúfar está enraizado en el fondo y vive sus mejores tiempos con altas temperaturas, que es cuando se ven las flores amarillas. Baja durante el invierno y se queda rezagada hasta que llega el buen tiempo. Ahora está contenida.
Por eso en la Junta quieren esperar hasta abril y mayo, cuando el termómetro sea más estable, para valorar si estas mantas son una solución para el cauce del río a su paso por Badajoz. «Mientras hay mantas no sale la planta, su efectividad se verá posteriormente, cuando las retiremos», afirma el responsable del dispositivo.
Los 800 metros de fibras de coco y yute se extienden en 420 metros lineales del Guadiana, en la margen derecha, junto al puente Real hacia el azud, y en este último sitio.
Se encuentran en las orillas y solo en zonas con una profundidad máxima de 1,5 metros. El motivo es que su colocación exige que operarios entren en el río. Los trabajadores de Tragsa lo hicieron de manera rápida, en cinco días de septiembre, y eso contribuye a que las plantas no tuvieran tiempo de moverse. Lo hicieron vestidos con trajes de vadeadores para clavar unos postes de hierro y anclar los tejido al fondo.
Esto hace que su despliegue sea muy complicado en las zonas más profundas del río, que las hay. Por lo que, en el caso de que las mantas funcionen y querer extenderlas por todo el cauce, aunque sea por partes, tendrían que buscar otro método de instalación.
Una de las cosas que está comprobando la Dirección General de Sostenibilidad es cuál de las dos fibras que se usan, yute y coco, son más resistentes a las condiciones del Guadiana. Las de yute son más tupidas que las de coco y secas daban la sensación de ser moquetas.
Los técnicos supervisan las mantas periódicamente. En la inspección del 17 de enero, advirtieron algunas más débiles a la que le han salido pequeños agujeros por el paso de ovejas. Ahora vigilarán si otras especies de plantas salen a flote por esos pequeños orificios.
Los peatones ven los postes de hierro y ahora la azolla. Al andar por este camino junto al puente Real se aprecian dos pasillos, el del tapiz rojizo (azolla) es donde las mantas aguantan al nenúfar en el fondo. Junto a este, hacia el centro del cauce, se ve el nenúfar en todo su esplendor donde no hay mantas. Por lo que, de momento, sujeta a la planta en el fondo.
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