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El Museo de la Catedral

Cronista oficial de Badajoz ·

alberto gonzález

Domingo, 29 de diciembre 2019, 11:29

Badajoz cuenta con un buen conjunto de museos que encabezan el Arqueológico, de Bellas Artes, y Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo, MEIAC.

Con perfil localista, el de la Ciudad, 'Luis de Morales', instalado en la que se dice morada de este artista; Carnaval, paradójicamente ubicado en el Baluarte de Santiago, uno de los hitos más relevantes de la historia militar de la ciudad; y el veterano, hoy en difícil trance, del Club Taurino Extremeño, completan la nómina de los clásicos, a los que por su actividad y función cabe sumar los enclaves y colecciones museísticas de los conventos de Santa Lucia y Carmelitas, y el Extremeño del Deporte, MED, obra del periodista José Luis Vela, sito en la calle Muñoz Torrero.

El del Colegio de Veterinarios, específico de su materia, y el dedicado al General Menacho y la historia militar de la ciudad en el Palacio de Capitanía, creado y mantenido por el tesón del estamento castrense, completaban hasta hace poco la nómina de los museos de Badajoz, estando en expectativa el de las Ciencias, en el que algunos están muy empeñados y otros ven con bastante escepticismo.

Inaugurado el pasado 20 de diciembre, el Museo de la Catedral ha venido a completar el repertorio museístico de Badajoz con un centro de primera categoría. Sobre el antecedente de otros de menos ambición, el ahora abierto constituye una oferta cultural de alcance en la que se integran, con sugestiva armonía, la historia de la ciudad y de la propia catedral de San Juan Bautista en su dimensión religiosa, educativa, cultural, artística y devocional.

En acertada combinación de continente, contenidos y técnica museística, entendiendo que lo importante del museo es el valor y significado de lo que se muestra y no el diletantismo museográfico; esto es, sin caer en el absurdo de los fondos negros y tenebrosos, iluminación en penumbras y otros inventos hoy de moda que hacen imposible ver las obras, por anteponer el diseño museístico a las piezas que se exhiben, el catedralicio recién inaugurado es modelo de lo que debe ser un museo. Un lugar donde se muestran objetos y conceptos que se deben ver de modo que se puedan ver, en el que lo importante es el museo, no la museografía.

Visitarlo merece la pena. El recorrido por sus salas mistéricas, silentes, evocadoras de tiempos pretéritos, resulta fascinante. Como los contenidos son muy ricos, requieren más de una visita. Por eso es recomendable dedicar la inicial a ver la primera gramática castellana de Nebrija; los marfiles filipinos; los grandes cantorales miniados; los tapices flamencos; la fantástica custodia, la caja fuerte de endiablado mecanismo en que el cabildo custodiaba sus caudales, o la pierna enferma de gota de Don Lorenzo Suárez de Figueroa en su sin par lauda.

Y por supuesto, el fino alabastro de Setignano y los cuadros de Morales y el Greco.

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