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¿Qué ha pasado hoy, 5 de abril, en Extremadura?
Sergio Morcillo, entrenador de piragüismo, muestra cómo es un nenúfar de largo tras arrancarlo a mano del río. Si se extiende junto al kayak. tienen la misma longitud. Pakopí

El nenúfar en Badajoz, visto desde el agua

Piragüistas. Los deportistas sortean los tapices formados por una plaga que se enreda en las embarcaciones, dificulta la natación y ha vuelto negra el agua bajo el puente Real

Rocío Romero

Badajoz

Domingo, 19 de junio 2022, 07:54

Desde los puentes y los paseos se ven cada vez más pájaros andando sobre tapices de flores amarillas que cubren el Guadiana. Esas alfombras están tejidas por el propio nenúfar mexicano, la planta invasora que gana terreno al curso del río a su paso por Badajoz.

Los paseantes se alarman del crecimiento y los deportistas lo sufren. Pescadores y piragüistas llevan varios años denunciando que la plaga dificulta el ocio y los entrenamientos en el río. Los anzuelos no traspasan la manta verde en las orillas y los piragüistas tienen dificultades para subirse a las embarcaciones, que se enredan en los tallos.

El club de piragüismo sufre la plaga. El entrenador Sergio Morcillo y Bienvenido del Pino, de la junta directiva de la agrupación, guían a HOY en un paseo a paladas desde sus instalaciones hasta el Puente Real. Quieren enseñar los problemas que les causa la 'Nymphae mexicana', que se ha apoderado del río.

Enraizado en el fondo

El nenúfar está enraizado en el fondo. Esa característica dificulta su eliminación a la Confederación Hidrográfica del Guadiana, que es la administración que debe velar por el tesoro acuático de la ciudad. Quitarla a mano resulta inviable. Se necesita bastante fuerza y el tallo termina partiéndose. Son tan largos que si se sacan y se extienden igualan a la embarcación, un kayak de dos tripulantes. Las flores amarillas están sujetas aún más fuertes que las hojas verdes. Hay que tirar mucho para al final sacar el tallo cortado a la mitad.

Si hay zonas donde aún no se ven manchas, explican los deportistas que llevan años metiéndose en el agua, es que el fondo está cubierto de piedras y las semillas no han podido echar raíces.

Pero, aun así, la expansión les ha obligado a volver a aprender a moverse por el caudal. Sergio Morcillo, de 25 años, se ha convertido en entrenador a base de constancia. Las sesiones con 25 alumnos se le han complicado porque no puede ir con ellos en línea recta. Ahora les tiene que obligar a hacer zigzag para sortear las islas que teje la planta. «Los grupos grandes empezaban los entrenamientos a las puertas del club y ahora tienen que desplazarse unos 600 metros hacia el Puente Real sorteando obstáculos para poder comenzar». Hacia el azud no pueden ir por el salto del agua, así que solo les queda dirigirse a la derecha.

Si la inexperiencia hace a alguno de los chavales meterse de lleno en una de las alfombras verdes se queda estancado. Podrá salir con pericia, pero le costará mucho. El nenúfar no solo se enmaraña en el timón oculto bajo el agua y la proa, también las palas se quedan enganchadas.

Además de cambiar el lugar de entrenamiento, la planta ha obligado al club de piragüismo a tomar otras medidas por el riesgo que corren al navegar. Una de las más importantes es que los deportistas ya no pueden ir solos.

La pareja se ha vuelto indispensable y solo se hacen excepciones en deportistas con mucha experiencia. «Una chica se cayó en un día de viento y no era capaz de llegar a la orilla. Nadar a través de la planta es difícil porque se lía en los brazos. Además, es bastante desagradable porque la zona está llena de moscas y mosquitos, las hojas están llenas de vida. Pero eso molesta mucho cuando tienes el agua aquí», dice Bienvenido del Pino señalándose el cuello.

«Nadar a través de la planta es difícil porque se lía en los brazos»

bienvenido del pino, club de piragüismo de badajoz

Más allá de los insectos, el paseo en kayak permite ver esa «vida» de la que habla Bienvenido del Pino. Quizás una de las pocas ventajas de esos tapices es que se pueden ver aves caminando que, de otra manera, serían difíciles de observar. Se pueden encontrar garzas imperiales paradas justo antes de abrir las alas y echar a volar cuando se acerca la embarcación, o fijarse en la cabeza del cormorán, que en días de calor oculta todo el cuerpo bajo el agua para salir pitando en cuanto siente el remo. Los moritos, los milanos... Bienvenido del Pino, licenciado en Ciencias Ambientales, no para de señalar animales entre isla e isla nacida de la planta invasora.

Es el mismo nenúfar que les impide organizar regatas. Hace tres años fue la última. El club reclamó entonces a la Confederación Hidrográfica que segara la planta. La cortaron, recuerdan los deportistas, pero descartan que sea la solución. «Se quedó flotando. Seguimos teniendo el mismo problema y, encima, disperso. Además, las plantas que cortaron vuelven a brotar en diez días».

Así que, por un lado, descartan la siega y solo recurren a ella en momentos puntuales. Por otro, han desistido de organizar competiciones. Esto hace que el movimiento económico que pueda rodearlas (en almuerzos, desayunos, tiendas y alojamientos) se traslade a otros municipios de la región que no tienen este problema. Mérida, por ejemplo, acoge los días 25 y 26 de junio la primera Copa Nacional Zonal de Infantiles en el Río Guadiana organizada por la federación extremeña. En Badajoz creen que quizás la hubieran planteado en la capital pacense si el río estuviera en mejores condiciones.

Cuando sale la referencia al estado del río en Mérida, Bienvenido del Pino lamenta que se haya extendido la idea de que esté mejor en la capital autonómica porque las administraciones hayan logrado erradicar la planta. «Hay muchos pacenses que comparan la extensión de la plaga al paso del río por Badajoz y en Mérida. Pero no es que la hayan quitado, es que no ha llegado. La lanzaron aguas abajo de esa ciudad y la planta no puede ir aguas arriba», subraya.

En todo el paseo, el agua está marrón. Son los sedimentos, que dan ese color a un río que se vuelve negro en los aledaños al Puente Real.

Peste bajo el Puente Real

Remar en un kayak es relativamente fácil, sobre todo si se lleva a un entrenador en el asiento trasero. Hay que meter la pala por la derecha, levantarla y girar el remo para recolocar la pala izquierda justo antes de introducirla de nuevo.

Cada vez que el remo entra en el agua junto al puente Real, sube el olor a putrefacción. Apenas se ven las burbujas que durante todo el recorrido han acompañado la trayectoria. En la orilla derecha, de forma paralela a la carretera que muchos ciclistas usan para llegar al azud, el nenúfar está mezclado con el helecho de agua. La azolla, que es como se conoce popularmente, se desmenuza al tocarla. Se asemeja a las flores de brócoli, que se sueltan con facilidad cuando está demasiado maduro.

Imagen principal - El nenúfar en Badajoz, visto desde el agua
Imagen secundaria 1 - El nenúfar en Badajoz, visto desde el agua
Imagen secundaria 2 - El nenúfar en Badajoz, visto desde el agua

Las fotos

  • Superior. Los piragüistas tienen que sortear las islas de nenúfar y el helecho de agua.

  • Arriba a la izquierda. Un cormorán levanta el vuelo desde el agua.

  • Arriba a la derecha. El helecho de agua, también llamado azolla, es similar a un alga y se deshace al tratar de cogerlo.

La mezcla de las dos plantas invasoras en este punto del cauce estanca el agua. Entre la cantidad de espacio que cubren y el olor que desprende, no dan ganas de seguir dando paladas a partir de este punto.

Los piragüistas saben que, una vez atravesado el viaducto, verán basura. Ahí comienzan los parques de los márgenes que atraen a deportistas, paseantes, familias y grupos de amigos. A más concurrencia, más basura. Aunque no la lancen, el aire termina llevándose muchas botellas y bolsas de plástico, que terminan mezcladas con las plantas.

Eso lo sabe Serviliano Valencia, otro piragüista experimentado. Advierte que el aspecto del río desanima a los pacenses a disfrutar de él. Cuando terminó el confinamiento de 2020, muchos pacenses se acercaban al parque de la margen izquierda y alargaban los paseos hasta el azud. Así descubrieron las instalaciones del club de piragüismo. Tuvieron un boom de inscripciones que se han ido desinflando hasta mantener 103 socios.

«En una población de casi 160.000 personas censadas y con un río tan atractivo, son pocas», valora Serviliano Valencia. Pero entre el aspecto de «dejadez» que le dan las plantas invasoras y los accidentes que han tenido lugar en el cauce, como el que causó la muerte de tres trabajadores que vigilaban el camalote, los ciudadanos se resisten a meterse.

Los piragüistas mantienen el empeño de acercar su deporte a los pacenses. Este verano volverán a organizar campamentos en julio como agosto. Es una llamada para que los niños cojan las embarcaciones, se metan en el agua y se entusiasmen con el deporte. Porque, dicen, así se quiere mejor a un río que lanza un SOS.

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