En julio de 2014 abrió una nueva biblioteca municipal en Badajoz, la de Santa Ana, en el rehabilitado mercado de la plaza Chica. La diferencia con el resto es que la gestión de este espacio no es pública, sino privada. El edificio y los libros son municipales, pero los empleados, la web y las actividades dependen de una empresa que las gestiona. Ese mismo año el Ayuntamiento de Badajoz indicó que ese sería el modelo de gestión para todas las bibliotecas municipales, pero nueve años después no se ha concretado.
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En concreto, en 2014 salió a concurso un contrato para gestionar la Biblioteca de Santa Ana por 110.000 euros al año. Los pliegos de condiciones que rigen el concurso anunciaban las bases para la creación y gestión integral de la red de bibliotecas municipales. Es decir, la intención municipal es que, en el futuro, y desde Santa Ana, se gestionasen todas las bibliotecas que dependen del Ayuntamiento de Badajoz. En 2020 el Consistorio volvió a sacar a concurso la gestión de la biblioteca privada con una propuesta similar de creación de una red que tampoco funciona en la actualidad.
En concreto el Ayuntamiento tiene seis bibliotecas municipales en distintos barrios: Antonio Domínguez, Llera, el Cerro de Reyes, Pardaleras, San Roque y San Fernando. A estas se suman las agencias de lectura de los poblados de Alvarado, Balboa, Sagrajas, Novelda, Valdebótoa y el bibliobus.
El objetivo del Consistorio era crear una red de bibliotecas de 12 entidades encabezadas por Santa Ana. Se buscaba «la aplicación de normas comunes, la homegeneización de los criterios de catalogación y clasificación, la creación de catálogos colectivos, el préstamo interbibliotecario, el desarrollo de actividades que impliquen a todas las bibliotecas y la gestión del depósito».
Es decir las bibliotecas municipales deberían tener un fondo común de libros que rotase y actividades comunes. La nueva empresa que se ocupase de todas las bibliotecas municipales también tendría la obligación de adecuar cada instalación para sus distintos usos y «realizar labores de logística». La mayor parte de las bibliotecas de barrio son pequeñas salas de lectura, con algún ordenador, y una dotación de libros además de periódicos o revistas.
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Sin embargo mientras Santa Ana, durante estos años, ha contado con un sistema privado, el resto de las bibliotecas han seguido dependiendo de una bolsa de empleo pública. En los últimos meses, debido a los problemas de contratación, los empleados temporales no han estado disponibles, por lo que los barrios no han podido disfrutar de sus bibliotecas.
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