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No es solo una percepción de los pacenses, 2024 se perfila como un año con muchas tragedias relacionadas con el Guadiana. Los bomberos del Servicio Municipal de Extinción de Incendios ya han llevado a cabo seis rescates de personas que se han lanzado o ... se han metido al río en el tramo urbano. Es el doble de operaciones que en todo el año pasado.
Dentro de los rescates hay casos en los que los efectivos de emergencias salvan la vida de los vecinos que entran en el agua y otros en los que recuperan el cuerpo.
La cifra, en realidad, no muestra todos los casos peligrosos relacionados con el Guadiana. Las intervenciones de los bomberos de Badajoz registran las situaciones de mayor riesgo, ya que entran en el río cuando una persona ha caído o desaparecido en la corriente. Lo hacen tanto a pie como en sus lanchas.
Sin embargo hay otros rescates que se producen cuando alguien está en los puentes con intención de lanzarse o entra desde las orillas pero consiguen que salga sin tener que activar un dispositivo de búsqueda. En estos casos suelen ser los ciudadanos los que dan la voz de alarma porque ven un caso de este tipo y la policía es la que interviene generalmente.
En 2024, por tanto, los bomberos han llevado a cabo seis rescates en el agua en cinco meses. Si la tendencia sigue así, si no se paran los casos, podría ser uno de los peores años que se recuerdan.
Desde 2016 el Servicio Municipal de Extinción de Incendios ha atendido 55 emergencias por rescates en el río en Badajoz, lo que supone 6,1 intervenciones al año. Hasta ahora la peor estadística fue en 2022 con 14 rescates de este tipo. 2024 podría igualarlo o superarlo si mantiene el ritmo de los primeros meses del año.
2021 también fue un mal año con 11 emergencias en el río. Son, por tanto, los dos años postpandemia los peores que se recuerdan hasta ahora en Badajoz.
Por contra, ha habido anualidades mucho más tranquilas. En 2016, por ejemplo, solo hubo seis salidas de los bomberos con este fin y en 2020, en año del confinamiento, solo fueron dos. El año pasado, 2023, también fue mucho más apacible con solo tres casos.
La situación más grave que se ha vivido este año en Badajoz fue en el mes de marzo. El miércoles día 20 un niño de 13 años, José María Silva, estaba pescando en el azud de La Pesquera con unos amigos. Hacía un calor inusual para ser marzo y decidieron meterse en el agua. Tanto el baño como caminar por el muro del azud son prácticas prohibidas, aunque son comportamientos que se repiten habitualmente en Badajoz.
El menor no fue capaz de salir del agua y se ahogó. Esa misma tarde se organizó un dispositivo de búsqueda con lanchas, pero se suspendió de noche por la falta de luz. Al día siguiente tanto los bomberos con sus lanchas, como Protección Civil a pie usando pértigas y los buzos de la Policía Nacional, rastrearon en fondo del río. Fue localizado por estos últimos 24 horas después de su desaparición a solo unos metros de donde fue visto por última vez.
En enero Badajoz también vivió una búsqueda que acabó en tragedia. El lunes día 22 Manoli Castillejo se marchó de su casa en la barriada de San Fernando y le dijo a su familia que salía a pasear, solía hacerlo por el parque del río. Dejó en casa su móvil y su cartera y no volvió.
Tras la denuncia, los esfuerzos por encontrarla se centraron en el río. Sus tres hijos se volcaron en movilizar voluntarios para realizar batidas de búsqueda. Fueron los ciudadanos voluntarios, en concreto de la asociación Adonay, los que vieron un bulto sospechoso a 200 metros aguas abajo del Puente Real. Los bomberos rescataron el cuerpo y se confirmó que era Manoli.
El pasado 17 de marzo hubo otro caso, en ese caso de un hombre de 63 años que se salvó. Se metió en el agua en las inmediaciones del Puente de la Autonomía y fue rescatado.
Aunque hay casos accidentales, la mayor parte de las personas que entran en el agua es de forma voluntaria. En muchos casos de trata de suicidas. Suelen saltar de los puentes, aunque otros han entrado a la corriente desde las orillas. En otros casos se trata de bañistas.
También hay casos que se salen de lo normal. En 2006, por ejemplo, un vecino falleció al meterse al río en Las Crispitas para tratar de salvar a sus perros, que habían sido arrastrados por la corriente.
En 2013 se vivió uno de los sucesos más trágicos. Dos piragüistas sufrieron un accidente en el azud de La Pesquera. Un militar trató de rescatarlos y se ahogó. Una de las piragüistas también murió días después.
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