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Me he tocado la cara nueve veces, nueve veces me he lavado las manos, nueve veces he suspirado, nueve veces he estirado nueve veces, he pensado nueve veces si eran nueve hasta que el ansia por mejorar se ha ido al traste al mirar por la ventana. Se me ha disipado la concentración y he descuidado el ritmo de mi respiración –con lo que me había costado ponerme los vídeos de Youtube que me aconsejó mi madre para dormir mejor–, y ya no sé si tengo que echar el aire por la boca o contar hasta diecisiete, como cuando quieres que se te vaya el hipo y no tienes a nadie cerca que te dé un señor susto, o bien el susto va por dentro y sale a vociferar cuando menos te lo esperas. Y son nueve veces casi siempre porque, aunque ocho están bien, prefiero los números impares. Porque uno está solo y aguanta la soledad preguntándose cosas que no le diría a cualquiera, ni siquiera a sí mismo. Porque tres son multitud cuando se cuece el tomate entre dos, pero se está por incordiar, qué duda cabe. Porque cinco hacen un Monopoly estresante y hasta se establecen alianzas fructíferas en el Risk. Porque siete es el número de la suerte para muchos y también es el café con leche para seis y un té para el que abre el álbum de los cromos. Nueve, conste, son bastantes flexiones, aunque también son muy pocas sentadillas si aspiras a tener unos glúteos de titanio. Así que toso nueve veces y nueve veces me disculpo por respirar y también me alegro, qué duda cabe, mientras veo pasar la vida: una chica en bicicleta con el moño de la esperanza, una señora con dos perros a falta de otro, dos obreros que conversan y se lanzan saliva animadamente, el repartidor con tres dedos en la mano derecha, un patinete eléctrico velocísimo capitaneado por un niño o un señor bajito, una runner que escupe un chicle, un adolescente que se peina con la mano a la vez que mira el móvil y pisa el chicle y yo cuento siete, ocho, nueve palabrotas mientras se aleja, a la pata coja, por la calle Santo Domingo, sin apartar la vista de la pantalla y al encuentro, probablemente, del amor, más nos vale.
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