La obra del Campillo de Badajoz se retrasa por problemas al perforar el suelo

Así lo explica el concejal de Urbanismo, Carlos Urueña, que admite que la roca es aún más complicada de excavar de lo que esperaban, por lo que podría retrasarse el plazo de entrega de la obra.

El Consistorio pacense ha invertido 2,1 millones en la obra de urbanización de esta parcela. El objetivo es crear la red eléctrica y de tuberías e instalar las calles y el mobiliario urbano. Todo quedaría listo para adjudicar posteriormente la construcción de las viviendas prometidas hace más de 20 años.

Badajoz ha conseguido 1,2 millones de euros de subvención de fondos europeos para esta obra, en concreto de los reservados a reducir los efectos económicos de la pandemia. Sin embargo, cuando la partida ha sido concedida, la obra ya había sido adjudicada, por lo que este dinero será destinado a otras reformas.

La obra comenzó en el mes de febrero en la parcela de 16.000 metros cuadrados con la limpieza del terreno y debía finalizar en un año, es decir, a principios de 2024. Estos problemas podrían retrasar esta fecha y, por tanto, la edificación de las 36 viviendas unifamiliares.

Este problema en el Campillo no es baladí. En el futuro hay otras obras pendientes en esta zona del Casco Antiguo que podrían verse afectadas por la dureza del terreno. En campaña el alcalde, Ignacio Gragera, propuso crear un aparcamiento subterráneo junto a la urbanización, en la calle Eugenio Hermoso. El Ayuntamiento aprovecharía el desnivel existente entre esta vía y el Baluarte de San Pedro para crear 350 plazas bajo tierra.

Este aparcamiento podría solucionar los problemas de falta de plazas que hay en la zona monumental.

Frente a los problemas con la roca, la obra ya ha solventado otro de los que tenía. En la excavación arqueológica anterior, en la que se invirtió un millón de euros en buscar restos, se localizó un suelo del siglo XVIII. Perteneció a una vivienda de la zona y los arqueólogos consideraron que debía conservarse. La solución ha sido desmontarlo y montarlo, como un puzle.

El suelo consta de 400 baldosas. Los obreros las han retirado y volverán a montarlas en el futuro. En concreto se colocará, con protección, en una plaza que habrá dentro de la urbanización de viviendas. Además de retirar este suelo, los cuatro primeros meses de la obra se han centrado en picar el suelo y retirar escombro. Posteriormente, cuando se consiga excavar los niveles necesarios, comenzará la instalación de las redes de luz, telecomunicaciones y gas. La zona estrenará tuberías de agua limpia y red de saneamiento.

También está previsto que se lleve a cabo la instalación de alumbrado público y mobiliario urbano en la zona más próxima a la torre de Espantaperros. Además, la obra incluirá la creación de zonas verdes en la calle Jarilla, junto a un sistema de riego con el fin de garantizar el mantenimiento de estos parques.

Todas las calles del Campillo serán de plataforma única, es decir, sin bordillos, y estarán renovadas, ya que antes de la obra estaba en malas condiciones. Solo se permitirá el tráfico en la calle Campillo, que tendrá un carril bici. El pavimento elegido es el granito de Quintana y está previsto que coloquen bancos de mármol blanco de Vila Viçosa.

Cuando finalice esta intervención aún no habrá casas, pero sí se podrá ver el dibujo de las calles del Campillo. Se mantendrán algunas vías que ya existían, en concreto, San Lorenzo, Peralillo, Constantina y Jarilla. Además habrá una nueva. Se llamará Toril porque ya hubo en el siglo XVIII una vía con este nombre en ese área del Casco Antiguo. La nueva irá desde la calle Brocense a Peralillo para poder caminar por dentro de la urbanización.

El Campillo es una de las obras más reivindicadas por los vecinos del Casco Antiguo y una promesa municipal desde hace dos décadas. Junto con el entorno de la calle Encarnación, esta es la zona más deteriorada del área monumental. El objetivo del Consistorio es atraer nuevos vecinos que revitalicen estas calles.

La construcción de las casas del Campillo se ha topado con muchos problemas en estos 20 años. Ha habido oposición al diseño de las casas y de las calles y muchos retrasos políticos y burocráticos. Ahora el proyecto logra sus primeros avances aunque se topa con la dureza de la piedra.