Mario Gómez tatuándose en Nomad Tatto después de algo más de un mes en lista de espera. CASIMIRO MORENO

Los pacenses esperan durante meses para hacerse un tatuaje

Los profesionales de la tinta han experimentado un aumento de la demanda en sus estudios, donde acuden personas de todas las edades

Domingo, 28 de julio 2024

Desde hace algo más de un mes el nombre de Mario Gómez figura en la agenda del estudio de tatuajes 'Nomad Tatto' que Cristina Gallego y María Soledad Trigo tienen en Badajoz.

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Este es el tiempo que Gómez lleva esperando para tatuarse un Anubi en ... el brazo. «Mi primer tatuaje me lo hice hace unos años y por entonces la espera era de 15 días. Hoy eso no pasa, desde que pides cita hasta que te lo hacen pasa como mínimo un mes», cuenta.

El aumento de personas en los últimos años que quieren tatuarse ha engrosado las agendas de los que los hacen, que tardan semanas en llevar a la piel el dibujo que les pide el cliente. «Sí hemos notado que cada vez vienen más personas. Sobre todo después del confinamiento, llegamos a tener listas de espera de cuatro meses», recuerda Cristina Gallego.

Los profesionales del sector atribuyen este incremento a un cambio de tendencia. «Hace varias décadas las personas que venían tenían 20 años, hoy día tenemos clientes con 60 o 70 años que quieren probar qué se siente», destaca Gallego.

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Algo en lo que coinciden otros profesionales como Juan Carlos Mejía, que recibe en su estudio a personas de todas las edades. «Antes la edad máxima de la gente que se tatuaba estaba en los 30 años, y estaba más estigmatizada. Ahora no es así, vienen a tatuarse médicos y personas con 70 años», explica.

Sin permiso de sus padres y con 16 años se hizo Gómez su primer tatuaje, después de ese han venido muchos más hasta llegar al Anubi que desde esta semana luce en su brazo.

Más que una moda

El dios egipcio que acompaña a Mario Gómez es un homenaje a sus tíos. «Les gusta mucho la historia, ellos han sido quienes me inculcaron la cultura egipcia y es una manera de recordarme a mí mismo que algún día quiero estudiar algo de historia», subraya.

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En este sentido los artistas de la tinta también denotan un cambio de tendencias a la hora de marcar la piel de sus clientes. «Vemos que la gente se tatúa más por significado que por moda. Prácticamente todos los que hacemos tienen un motivo más allá del ornamental. En muchos casos se hacen para cerrar etapas», explican en Nomad Tatto.

Precisamente para celebrar el final de la quimioterapia Juan Carlos tatuó a una joven hace unas semanas. «También he tatuado a miembros de Aspaceba, sanitarios cuando terminó la covid, personas que pierden a un familiar...».

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La tendencia tampoco es la misma en los estilos. Los tatuajes han evolucionado del realismo de hace décadas, cuando los clientes querían fotografías de animales o personas, al minimalismo y la línea fina. «Ahora menos es más. Además este estilo envejece muy bien, y eso es muy importante porque con el paso del tiempo hay dibujos que se emborronan en la piel», matiza Cristina, que defiende la originalidad como un método de trabajo. «Vienen muchas personas que saben lo que quieren pero no cómo lo quieren, a nosotros no nos gusta coger dibujos de Internet, preferimos hablar con el cliente, conocer su idea y plasmarla en un papel y de ahí a la piel».

De este modo los tatuajes están cada vez más reconocidos como arte, por el que las personas son capaces de pagar grandes sumas de dinero. Como Mario Gómez que lo máximo que ha llegado a pagar por un tatuaje son 800 euros.

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«Es lo que suelen costar los tatuajes de mayor tamaño, hay que hacerlos en varias sesiones. Pero yo entiendo que el tatuador también tiene un gasto de material y eso hay que costearlo», zanja.

La media que cobran los estudios por tatuaje es de 50 euros, que es el coste mínimo por gastar un bote de tinta.

En los últimos años también se ha multiplicado el número de estudios que hay en Badajoz, algo que alegra a los tatuadores con más experiencia. «Estamos contentas, llevamos ocho años aquí y consideramos que es bueno que haya competencia porque cada uno tenemos nuestro estilo que es por lo que nos buscan».

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Cubrir los dibujos: una alternativa a borrarlos con láser

  • A la par que ha aumentado el número de personas que se tatúan, también crece, aunque en menor medida, el número de clientes que acuden a los estudios con el deseo de borrar o tapar el dibujo que un día desearon para su piel. «No es lo normal, pero a veces nos llegan personas queriendo tapar uno. Lo normal es que sea porque no están contentos con el resultado», explican las chicas de Nomad Tatto.

  • Pese a que el láser es la solución para borrar la tinta de la piel, existen otras alternativas como la de utilizar más tinta. Esto es lo que emplean en 'Nomad Tatto' donde no les gusta el láser. «Creemos que lo más conveniente es reconvertir el tatuaje y dibujar algo encima que tape lo anterior», explica Cristina.

  • Para ella cubrir un tatuaje es una tarea mucho más compleja que dibujar algo por primera vez, ya que no se enfrenta a un folio en blanco.

  • En este sentido destacan que aunque no sean muchas las personas que deciden eliminar sus tatuajes, las que lo hacen porque no está bien hecho o porque quieren eliminar el vínculo por el que se hizo la ilustración.

  • Juan Carlos Mejía también ha hecho desaparecer en su estudio varios tatuajes gracias a la tinta. Cuenta que la mayoría de los clientes que desean ocultarlo lo hacen porque perdió el significado que tenía para ello, no porque les dejase de gustar. «No es habitual querer borrarse un 'tattoo', pero hay circunstancias que invitan a hacerlo. El láser necesita varias sesiones y es menos económico», cuenta Mejía.

  • Una solución amplía la creatividad de los clientes, ya que a diferencia de hace unos años, este ya no tiene porque ser para toda la vida.

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