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Feliciano Domínguez y María Lagar recogen el cubo marrón en la oficina de atención al ciudadano en FCC. Casimiro Moreno
Badajoz

Los pacenses se llevan a casa más de 500 cubos marrones el primer día de reparto

Hasta el 15 de febrero, el Ayuntamiento mantiene la distribución en cuatro puntos fijos y dos móviles que darán la vuelta a la ciudad y las pedanías

Rocío Romero

Badajoz

Miércoles, 10 de enero 2024, 21:03

«En casa reciclamos. Estoy concienciado con el medio ambiente. En verano, en el pueblo, separamos la materia orgánica y la echamos al huerto. En la ciudad eso es complicado, pero con los nuevos cubos y contenedores, el que quiera lo va a poder hacer». ... Así habla Feliciano Domínguez, que es uno de los más de 500 pacenses que se llevaron este miércoles un cubo marrón a casa.

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Este miércoles fue el primer día de reparto de estos depósitos para hogares (de 10 litros) y hostelería (40 litros). Feliciano Domínguez aprovechó el descanso del desayuno en su trabajo para acercarse a las oficinas de Juan Carlos I a por el suyo. Graduado en Ciencias Ambientales, es un pacense convencido de la importancia del reciclaje. Tanto, que se llevó otro para su madre y convenció a una de sus compañeras en la Concejalía de Cultura para acompañarle y llevarse el suyo.

En la cocina –dice– solo tiene un cubo. Pero con apartados para los restos que van a los contenedores verde (general), amarillo (tetras y bricks), azul (papel) y el iglú (cristal). El aceite también va aparte. «Al trastero bajo las cosas que terminarán yendo al punto limpio: tóner, pilas, algún electrodoméstico...».

Los depósitos para hogares y hostelería se entregan ya, aunque los contenedores de las calles tardarán en funcionar

Feliciano Domínguez asegura que no cuesta tanto tener conciencia para mejorar el medio ambiente, y que el reciclaje es más efectivo si empieza en casa.

«No cuesta tanto entender que lo que echamos en el contenedor verde, en su mayoría, es la basura orgánica. Ahora se trata de poner aparte lo no orgánico, que no da olor. Por ejemplo, una camiseta o un boli, que van fuera de los nuevos contenedores». Feliciano fue profesor antes de ser empleado municipal y hablaba a sus alumnos de la importancia de «reciclar, reducir y reutilizar. La regla de las tres R» para mejorar el entorno.

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La calle de Feliciano ya tiene uno de los 150 contenedores instalados por el Ayuntamiento, que hasta el 15 de febrero tiene previsto ubicar 561. Lo ve precintado, como estarán hasta que el Ayuntamiento amplíe el contrato con FCC para incluir su vaciado. Es probable que el proceso se alargue hasta marzo porque requiere de aprobación en pleno.

Un pacense se dirige al contenedor marrón, que solo lleva una franja de ese color, en Alcazaba el 2 de enero, aunque está precintado y no se puede abrir aún. Pakopí

Pero el reparto se efectúa ya porque el Ayuntamiento ha obtenido una subvención de la Junta con fondos europeos para los cubos y bolsas. El 15 de febrero deben estar implantado el sistema y certificado el 1 de marzo.

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El concejal de Limpieza, Rubén Galea, está satisfecho con el balance de la primera jornada de reparto. «Nos ha sorprendido la aceptación», reconocía.

Hay cuatro puntos fijos para recoger los cubos con destino a hogares y bares. Son las oficinas de FCC en Juan Carlos I, la de Limpieza en el centro comercial La Plaza, el parque central del Nevero y el punto limpio, también en el polígono industrial.

Entre todos, en la mañana de este miércoles entregaron 97 cubos y 485 paquetes de bolsas. El más visitado fue la oficina de Juan Carlos I. «Los cubos vuelan. Nos dicen que a las ocho de la mañana ya había tres personas esperando», explica Feliciano Domínguez. Le siguió un goteo constante. Al Nevero se acercaron menos pacenses y en el centro comercial La Plaza fue testimonial.

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Sin embargo, los puntos móviles de reparto tuvieron más éxito. Este miércoles se estrenaron en Villafranco, donde dieron 195 cubos y 975 paquetes de bolsas. En Alvarado entregaron 51 y 255 paquetes de bolsas. Por la tarde acudieron a la barriada de El Progreso y al parque Padre Eugenio.

Hasta el 15 de febrero recorrerán la ciudad y las pedanías. Además el Ayuntamiento ha organizado 18 charlas en asociaciones de vecinos. Allí también entregarán cubos.

María Lagar vive en Gévora, trabaja en el Ayuntamiento y fue a recoger el cubo con Feliciano Domínguez. Ella reconoce que no suele reciclar en casa. «Pero me quiero meter porque cada vez hay más problemas en el medio ambiente. Cuanto más involucrados estemos, mejor».

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La comida, al depósito nuevo; el pelo, al de toda la vida

Pero, ¿qué se mete en el nuevo contenedor? Es la pregunta que surge cuando ve los depósitos. En estos nuevos van los desperdicios de alimentos. Pan, pieles de frutas, verduras, espinas de pescado, caparazones y conchas de marisco, cáscaras de huevo o frutos secos. También posos de café e infusiones; servilletas y papel de cocina usados manchados de grasas y aceites; pequeños restos vegetales de jardinería como flores y hojas. Tapones de corcho y serrín. Se deben usar las bolsas compostables, que son las que se están entregando con los contenedores. Y comprarlas cuando se agoten. Ojo, que otros restos como el pelo, el polvo, los productos de higiene íntima, los pañales, colillas y chicles, cenizas o heces de animales deben ir al de toda la vida.

Restos de contenedores quemados en una imagen de archivo. Pakopí

Arden once contenedores en uso durante las Navidades

Las Navidades han sido una época especialmente dura para el servicio de Limpieza, que ha sustituido once contenedores de las calles tras salir ardiendo. Siete eran depósitos de carga lateral (que cuestan 1.200 euros cada uno de ellos) y otros cuatro de carga trasera (200 euros). Así que la factura ha sido de 9.200 euros. El servicio municipal, aseguran, los repone en cuanto tiene conocimiento. El concejal de Limpieza, Rubén Galea, explica que la mayoría de ellos han salido ardiendo porque se han depositado brasas de picón que no estaban correctamente apagadas. La mayoría de ellas en el extrarradio de la ciudad. De ahí la importancia de asegurarse de que todos los restos que vayan al contenedor se encuentren apagados. Se busca evitar crear incendios más preocupantes al llegar a coches cercanos y seguir comprando contenedores.

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