Alumnos del colegio Puertapalma-El Tomillar conociendo las estelas de guerrero del Arqueológico. José Vicente Arnelas

Las piezas milenarias que Badajoz le quitó a los cazatesoros

Rescate ·

El Museo Arqueológico ha logrado recuperar un centenar de bienes fruto del expolio de detectoristas de metales o de hallazgos fortuitos en el campo

Miriam F. Rua

Badajoz

Domingo, 17 de abril 2022, 13:44

El pasado 23 de marzo, el Seprona mostraba las imágenes de una piedra romana del siglo II d.C. Estaba en Llerena, en la casa de un vecino que la había encontrado durante las obras de reforma en su finca a las afueras del pueblo. ... Conocida como 'jabaluna', la pieza con el relieve de un hombre con túnica y faldín típicamente romano tirando de un bóvido llamó la atención de un funcionario de Patrimonio durante las jornadas de historia de Llerena. Le sorprendió su forma curva, única en la provincia, y de la que no se sabía nada. En una investigación conjunta entre la Guardia Civil y la Junta de Extremadura, dieron con el vecino que la tenía y le advirtieron de que debía haber comunicado su hallazgo y entregado a Patrimonio. El hombre se la dio voluntariamente a los agentes, que la depositaron en el Museo Arqueológico.

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Su caso no se considera expolio, pero su ocultación (sea o no con mala fe) choca con la ley que dice que todo lo que hay en el subsuelo español es del Estado, independientemente de que la tierra tenga dueño. Por tanto, cualquier hallazgo arqueológico tiene que comunicarse y entregarse a Patrimonio.

Esta es la última joya recuperada en una provincia, la de Badajoz, donde la arqueológica es una mina para los cazatesoros y una tentación para quienes como el vecino de Llerena fortuitamente se topa con piezas de civilizaciones milenarias y decide adornar con ella su casa.

En el Museo Arqueológico de Badajoz hay un centenar de piezas recuperadas que estaban en manos de particulares. Algunas están expuestas y son tan valiosas como el incensario de Villagarcía de la Torre, una pieza única de más de 2.500 años, expoliada y recuperada que puede verse en una vitrina de la sala de Protohistoria del museo que está en la Alcazaba.

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El incensario de Villagarcía de la Torre, una pieza expoliada que recuperó el museo y que puede verse en la sala de Protohistoria. José Vicente Arnelas

«Este es un caso de expolio puro y duro. La pieza fue hallada con un detector de metales en Villagarcía de la Torre y estaba en manos de un señor de un pueblo de Huelva. Supimos de ella porque una investigadora apareció en el museo con fotos y dibujos de esta pieza. Se negó a colaborar para que pudiéramos recuperarla y la brigada de Patrimonio Histórico de la Policía Nacional, que acababa de crearse, la llevó ante el juez. Finalmente, un buen día me la entregó voluntariamente el señor que la tenía». Así lo recuerda el director del Arqueológico, Guillermo Kurtz. «La actuación administrativa, policial y judicial –valora– permitió que esta pieza, única en el museo, llegara hasta aquí, de otra manera no la habríamos conocido. Y el sistema académico aprendió la lección de que no debía colaborar con los furtivos».

Este es el ejemplo más paradigmático de la recuperación de un bien patrimonial expoliado en la provincia de Badajoz, pero no el único. Otro muy sonado fue la operación en la que se recuperó en Badajoz un botín de piezas robadas en Portugal y que fueron incautadas en una intervención policial en varios puntos de la provincia. En el tesoro, se halló el escudo del castillo de Monsanto, que fue devuelto y colocado en un acto con honores.

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Los detectoristas de metales siguen batiendo campos y yacimientos en busca de tesoros que colocar en el mercado negro. «Hay menos que hace 20 años, pero sigue habiendo», reconoce Kurtz. Dar con ellos, añade, «es importante no tanto por las piezas que puedan incautarles como para evitar que destrocen yacimientos arqueológicos».

El shekel aún sin dueño

En el museo hay ahora en custodia medio centenar de lotes de tesoros como monedas, restos de columnas, balas o botones de bronce que están pendientes de que un juez decida qué hacer con ellos. «A veces son baratijas y otras, piezas muy relevantes del patrimonio histórico-artístico como una moneda fenicia, un shekel del siglo II a.C., que es uno de los poquitos que conocemos en la provincia».

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No obstante, cada vez es más frecuente que en hallazgos fortuitos de piezas mientras se ara un campo o se hace una reforma en una finca sean comunicados a Patrimonio. Así se han hallado la mitad de las estelas de guerrero, que es una de las grandes joyas del Arqueológico.

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