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Para subir al norte desde Badajoz no solo había que salvar el Guadiana por el puente de Palmas, se necesitaba una plataforma que permitiera cruzar el río Gévora. El Ayuntamiento entonces decidió encargar la construcción de un puente que financió con las bellotas de las dehesas municipales. Gaspar Mendes, el mismo ingeniero que levantó algunos de los monumentos más importantes de la ciudad, firmó esta obra que si bien mejoró las comunicaciones de la ciudad, fue también un punto estratégico para que portugueses y franceses la atacaran.
Con 500 años de historia y después de sobrevivir a riadas y a tres guerras, el hermano pobre del Puente de Palmas inicia el camino ahora para convertirse en monumento y lo hace de la mano de la asociación de Amigos de Badajoz, que esta semana ha presentado a la Junta de Extremadura el expediente para optar a su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC). El propósito de esta iniciativa, con la que el colectivo celebra sus 25 años, es salvaguardar una infraestructura seriamente amenazada por el paso del tiempo y el abandono.
Al puente se le conoce de dos formas, como puente de Gévora por el río sobre el que se construyó y como puente de Cantillana porque así se llama la dehesa en la que está. Como ejemplo de estilo renacentista de piedra, tiene 17 arcos y una calzada en forma de loma de algo más de dos metros de largo y cuatro de ancho. Sus pilares están hechos por los mismos canteros que trabajaron en el edificio de La Galera. De cómo se financió y de quién lo hizo da testimonio el grabado que estuvo adosado a uno de sus petriles y que desde 1992 se conserva en el Museo Arqueológico de Badajoz.
En la piedra quedó escrito que el puente lo pagó el Ayuntamiento con la llamada bellota común, es decir, arrendando las dehesas municipales en un tiempo en el que el término municipal de Badajoz era mucho más extenso de lo que es ahora. Estos terrenos comunales –detalla el expediente histórico presentado por Amigos de Badajoz– eran de aprovechamiento gratuito, pero cuando el Ayuntamiento necesitaba financiación extraordinaria recurría a alquilarlo a particulares para obtener ingresos extras.
Su construcción se le encomendó a Gaspar Mendes, el mismo arquitecto que trabajó después en la torre, la capilla del Sagrario y la puerta de San Blas de la Catedral, la portada renacentista de la puerta del Capitel de acceso a la Alcazaba o al que se le atribuye la mismísima Puerta de Palmas, entro otros trabajos. Amigos de Badajoz destaca a la luz de este hecho que el puente de Gévora es «una obra esencial para entender la evolución de Badajoz al ser obra del mismo autor que levantó los principales monumentos de la ciudad».
Este no es el único aval que el colectivo presenta para que entre en la lista de los monumentos extremeños. El estudio que fundamenta la candidatura y firma el historiador Julián García Blanco recoge los avatares sufridos por el puente a consecuencia de las riadas y las guerra.
Desde aquí intentaron tomar Badajoz los portugueses durante la Guerra de Restauración, tras fracasar en su intento de asaltar el fuerte de San Cristóbal. Como no lo consiguieron, volaron el puente. Tras ponerlo de nuevo en pie llegó otra guerra, la de Sucesión, en la que portugueses, británicos y holandeses sitiaron a la ciudad colándose en ella por el puente de Gévora. Y como no hay dos sin tres, volvió a ser un punto caliente en la guerra de la Independencia. En esta ocasión el puente se voló para cortarle el paso a los franceses, pero tras la batalla de Gévora y aprovechando que el río no iba muy crecido, las tropas de Napoleón entraron y se hicieron con la orilla derecha del Guadiana para completar el cerco a la ciudad.
Además de testigo de estas guerras, el puente también fue escenario real. Por él paso el rey Carlos IV camino de Sevilla y como su carruaje era más ancho que el puente, hubo que derribar los petriles y reconstruirlos después. Desde aquí también paso revista a los tropas Felipe II. Y, con un acento más popular, el puente era paso obligado de los romeros en su camino a Bótoa.
Todo este pasado es ruina en el presente. La supervivencia de puente está seriamente amenazada, motivo por el que Amigos de Badajoz quiere recurrir a la declaración del puente de Gévora como BIC, lo que le daría acceso a subvenciones para su rehabilitación. Este es el paso definitivo por el que apuestan después de lograr que el Ayuntamiento de Badajoz acordase en enero del año pasado asumir su titularidad. Además del puente, optan al título el conjunto de construcciones que están unidas a él: las ruinas de las voladuras que están parcialmente inundadas por el río, los caminos, la rampa de acceso y el puente del Herrerín.
XVI es el siglo en el que se construyó. Lo mandó a hacer el Ayuntamiento de Badajoz y lo financió con la llamada 'Bellota común', el dinero obtenido de arrendar las dehesas municipales.
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María Díaz | Badajoz
Cristina Cándido y Álex Sánchez
Rocío Mendoza | Madrid y Lidia Carvajal
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