Familiares y amigos de Salah minutos antes de subirse al autobús que les llevaba a Sevilla. CASIMIRO MORENO
Palestinos Refugiados

Refugiado de Gaza : «No quería irme de Badajoz, nos ha dado la paz que necesitábamos»

Las últimas familias gazatíes del albergue El Revellín han partido este martes a sus nuevos destinos, en Sevilla y Valencia, donde la ONG Acem les dará una segunda oportunidad lejos de la guerra de Gaza

María Isabel Hidalgo

Badajoz

Martes, 30 de enero 2024

Desde primera hora de la mañana de este martes Salah Awad El Sousi caminaba a la entrada del Revellín, el albergue municipal que ha sido ... su casa durante los casi tres meses que han estado viviendo en Badajoz. De sus manos colgaba la sibha, una especie de rosario al que se aferraba para agradecer que estaban vivos y por todo lo que han recibido en la ciudad. «Se han portado muy bien con nosotros aquí, llegamos con lo puesto porque salimos de casa corriendo y nos han ofrecido de todo. Mi deseo ahora sería quedarme», afirmaba Salah Awad.

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A sus 62 años el exdecano de la Facultad de Farmacia de Gaza se enfrentaba esta mañana junto a su mujer, sus hijos y nietos a otra despedida más de todas las que ha vivido desde que estalló la guerra en la Franja de Gaza. «Las despedidas son tristes, te arrancan algo. Han sido 80 días aquí con personas que nos han tratado como a su familia, hemos recibido mucho cariño y humanidad. Se crea un vínculo fuerte«, contaba con pesar. «En Badajoz nos han dado paz, que era lo que necesitábamos, me quedaría aquí toda la vida porque no sabemos qué nos depara el futuro».

Más dolorosa fue para él la despedida de Gaza, de donde ha huido hasta en tres ocasiones. La última fue hace meses, cuando tras varias semanas refugiado en casa de su hermana el Gobierno español organizó todo para traerlos. «Vinimos sin nada, solo con la ropa que teníamos puesta. He dejado allí a mis hermanos y eso es una preocupación constante porque siguen cayendo bombas. No hay casas, ni hospitales, ni universidades. Solo cuerpos entre los escombros, el desierto es ahora mismo mejor que Gaza».

Llegaron aquí para darle un futuro mejor a sus hijos y este deseo es el que le obliga de nuevo a marcharse. Salah y el medio centenar de palestinos que han estado en el albergue de San Roque recibirán una ayuda para poder alquilar una vivienda. Será la ONG Accem quien se hará cargo de ellos a partir de ahora, pues hasta hoy ha sido Cruz Roja quien se ha encargado de su situación. «Nos han dicho que nos van a dar una ayuda para alquilar una vivienda mientras que encontramos trabajo y nuestros hijos podrán ir al colegio», contaba.

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Su mayor anhelo es escolarizar a sus hijos. Así lo manifestaron en el mes de diciembre cuando afirmaron que se sentían desamparados porque pasaban los días y nadie tenía un plan para ellos. «Lo que queremos es que se nos permita incorporarnos a la sociedad española, que también es la nuestra», sentencia. Salah, como el resto de refugiados, cuentan con ambas nacionalidades, ya que en la década de los 70 se formaron y trabajaron en España.

En busca de una segunda oportunidad

A las diez de la mañana su hija Salania, de 20 años, salía a esperar al autobús que les llevaría a ella junto a casi una veintena de gazatíes a su nuevo destino en Sevilla. Aquí espera encontrar una segunda oportunidad para continuar con su vida que ha sido otra más de las que ha parado la guerra.

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En Gaza estudiaba Farmacia, una carrera que ha podido continuar este curso gracias a las nuevas tecnologías. «Estoy haciendo cuarto de farmacia online por la Universidad de Palestina. Ahora quiero hablar con la Universidad de Sevilla para que me permitan incorporarme el próximo curso«, relataba esperanzada. Mientras lo consigue quiere mejorar su español y reunir la documentación necesaria para que le convaliden sus estudios.

Salah asegura que aún les queda mucho camino por recorrer a estos jóvenes y lo que desea es que se adapten a esta sociedad. «Necesitan aprender el idioma y tener un futuro aquí, porque a Gaza no podrán volver en mucho tiempo y en caso de que puedan ya no estaré para verlo», comenta.

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Una segunda oportunidad que también encontrará Wasim, el niño de seis años al que la Fundación CB le sacó una sonrisa en Navidad cuando le regaló un balón. Sus pies este martes correteaban subidos al patinete que dejó en el suelo para correr a dar el último abrazo a Sandra Morillo, una de las voluntarias de Cruz Roja que ha estado con ellos durante los casi 80 días en los que Badadajoz ha sido su casa.

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