Los vecinos de la carretera de Sevilla piden más seguridad durante las obras

Este lunes por la mañana se concentraron a las puertas de la casa de José Antonio Llerena, donde un vehículo se empotró el viernes por la tarde. Le paró una palmera y, a continuación, chocó contra un muro entre dos chalés. Si la palmera no hubiera estado en ese sitio, dicen los vecinos, se habría chocado directamente con la casa y el daño para los ocupantes del vehículo hubiera sido mayor.

Esa colisión se produjo solo unas horas después de que las máquinas hubieran derribado el muro exterior de la vivienda como parte de las obras de duplicación de la carretera. Aún no habían tocado la palmera, que también estaba previsto retirar.

«A las seis de la tarde del viernes, mi hija estaba en casa y le pasó el coche por delante. El muro lo habían tirado el día anterior, pero no ese muro con la otra casa, ni la palmera, ni el contador... Todo lo ha tirado el coche. Gracias a que eso estaba, no se han matado los del coche», explica José Antonio Llerena, propietario de la casa. Hace años se les empotró otro conductor en el portón de entrada.

Las obras de ampliación de esta carrera comenzaron en octubre de 2023, pero solo duraron unas semanas por la aparición de un yacimiento arqueológico a nueve kilómetros de la ciudad. Las obras llevaban paradas 16 meses, tal y como informó HOY el lunes pasado, cuando dos días después las máquinas volvieron y comenzaron a derribar los muros de las casas.

Esta actuación estaba prevista en el proyecto, de hecho se han pagado muchas expropiaciones ya, pero los vecinos alertan de que esos derribos no han llegado acompañados de más medidas de seguridad. Los conductores, alertan los vecinos, se han acostumbrado a las señales de tráfico provisionales que se colocaron hace casi año y medio. Por lo que circulan por encima de los 50 kilómetros por hora a los que está restringida la zona acotada.

Los vecinos José Antonio Llerena, Carlos Salgado y Jenaro García, así como Isabel y María Carmen Rodríguez, y Verónica Domínguez reclaman que se tome alguna medida que refuerce la seguridad. «Estamos vendidos y desprotegidos, solo están tirando los muros», lamenta Verónica Domínguez.

«Están las señales provisionales, pero como los conductores no ven máquinas desde hace tiempo, pues van rápido», dice José Antonio Llerena.

El accidente del viernes fue el segundo en solo unas semanas. En Carnaval otro vehículo con cinco jóvenes a bordo se chocó con otro vehículo y terminó a las puertas de la casa de Carlos Salgado. Este se mudó hace año y medio. Supervisó la expropiación y ha visto el proyecto, pero una vez que las máquinas han comenzado a derribar los muros ha comprobado que «se han obviado muchas medidas de seguridad en el proyecto».

«Las casas han quedado desprotegidas. Podrían haber puesto señales luminosas, un paso de peatón provisional, semáforo, resaltes... Hay una instrucción de 2008 que obliga a adoptar este tipo de medidas y consideramos que se podrían haber hecho más cosas», dice.

«El proyecto tardará lo que tarde en terminar. Pero demandamos urgentemente medidas de seguridad», dice Salgado.

Porque, recuerdan los residentes, las obras se van a prolongar como mínimo otro año. Y temen más incidentes. Entre otras cosas, tienen los contenedores de basura en la acera de enfrente, pero no un paso de peatones que permita cruzar la calle.

Inicialmente, el proyecto iba a durar 18 meses, pero los pliegos de la licitación abrían la puerta al doble del periodo de ejecución. Si no hay nuevos parones, las obras pueden alargarse como mínimo hasta finales de 2026. Y los vecinos reclaman más seguridad hasta entonces.