![Los grupos de coros y danzas bailaron ante la copatrona de Badajoz a la puerta de la ermita.](https://s1.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/202205/01/media/cortadas/botoap-RkT4nlON9Bp2zsRnPDNJSQN-984x608@Hoy.jpg)
![Los grupos de coros y danzas bailaron ante la copatrona de Badajoz a la puerta de la ermita.](https://s1.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/202205/01/media/cortadas/botoap-RkT4nlON9Bp2zsRnPDNJSQN-984x608@Hoy.jpg)
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Muchas ganas había de volver a Bótoa. «Se nota que la gente lo ha echado de menos», decía visiblemente contento Gonzalo Robles, hermano mayor de la Hermandad de Nuestra Señora de Bótoa, tras finalizar la procesión.
Solo había que mirar alrededor para comprobarlo. Tres años, por culpa de los dos que la pandemia lo ha impedido, habían pasado desde la última romería de la Virgen de Bótoa. «Es un fin de semana difícil; con el puente, la feria de Sevilla y las motos en Jerez», citaba Robles. Sin embargo, no daba la impresión de que esos eventos le hubieran restado público a la copatrona de Badajoz. El buen tiempo lo facilitó.
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Desde las nueve y media de la mañana, cuando comenzó la primera de las eucaristías, había mucha presencia de devotos en la ermita. Incluso en el patio, donde la hermandad vende recuerdos y cintas de la virgen con motivo de la celebración, la gente esperaba a que llegaran los responsables de la tienda.
El goteo de personas fue constante a lo largo de la mañana. Grupos de ciclistas aparcaban en el exterior, entraban al patio, compraban cintas que se anudaban al cuello y volvían a sus bicicletas para iniciar el camino de regreso. Lo mismo hacían los caminantes, aunque en muchos casos realizaban la vuelta en los autobuses municipales que ayer llegaban hasta la ermita de Bótoa.
Quienes tienen la costumbre de hacer este recorrido con frecuencia se encontraron con el exterior de la ermita recién pintado. Durante diez días se ha estado poniendo a punto el templo para que luciera en la jornada de la romería.
Tras las dos misas en el interior, donde se pedía que los asistentes llevaran mascarilla puesta, poco antes de las once y media de la mañana, la gente se arremolinó junto a la entrada del templo. Los romeros abandonaron sus puestos en la dehesa y acudieron a ver la salida de la talla de la Virgen de Bótoa, que se dirigió, acompañada por las canciones de las Lavanderas, hasta la parte trasera de la ermita. Allí, como es habitual en la jornada de la romería, se habilitó un altar para celebrar la misa de campaña.
Las pequeñas dimensiones del templo habrían impedido a mucha gente participar en la eucaristía, que contó con la intervención de los grupos de coros y danzas.
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En el acto religioso también estuvieron, por supuesto, la junta directiva de la hermandad y representantes políticos que acudieron a compartir la celebración. Entre ellos, Guillermo Fernández Vara, presidente de la Junta de Extremadura, e Ignacio Gragera, alcalde de Badajoz. Este último, junto a varios miembros de su equipo de Gobierno formaron parte de la procesión que comenzó nada más concluir la misa.
La abrieron los caballistas, que formaron bajo el sol del mediodía a la espera de que la Virgen, entre vivas y gritos de guapa, tomara su posición. Más de una treintena de jinetes con caballos preparados para la ocasión. Menos que otros años. «Suelen ser cerca de 80, pero nos han fallado un par de grupos», reconocía el hermano mayor.
Los habituales lo notaron. «Hay menos caballos que otros años», decía una mujer sentada en uno de los bancos de metal junto al templo. «Y menos gente», puntualizaba su acompañante. Opiniones para todos los gustos. «Hacía años que no veía a tanta gente», miraba a su alrededor un hombre que se refugiaba del sol a la sombra de un árbol mientras la procesión enfilaba hacia la encina donde la tradición recoge que apareció la Virgen.
De nuevo, las Lavanderas ponían la música. En este caso, en la banda sonora se coló el claxon de algunos vehículos que, impacientes o con ganas de participar en la cita, tuvieron que esperar a que el cortejo abandonara la carretera.
Poco más de una hora empleó la virgen, portada a hombros, en realizar el recorrido de ida y vuelta hasta la encina. Eso sí, a lo largo de todo el trayecto había personas siguiendo la procesión.
Los grupos se repartieron buscando las mejores posiciones. En las conversaciones, mucho acento portugués. Y es que Nuestra Señora de Bótoa tiene muchos fieles del otro lado de la Raya que acuden a la romería cada año.
Recibida con aplausos y gestos de devoción a su llegada al patio de la ermita –«no llores, que esto es alegría», abrazaba una devota a otra junto a la puerta–, la talla fue colocada de espaldas al templo.
En ese momento llegó una de las novedades del día. Presentado por Emilio Fernández Barroso, Manuel Torrado entonó dos breves fandangos dedicados a «Nuestra Señora de los Campos». Lo hizo desde el balcón de la ermita. Las interpretaciones fueron muy bien recibidas por los asistentes, que se movían hacia las paredes del patio, no solo buscando la sombra, también para dejar sitio a los miembros de los coros y danzas, que cogían posiciones para intervenir a continuación
Lo hicieron ataviados con los trajes típicos y en los bailes participaron niños de corta edad.
Antes de que la imagen volviera al interior del templo se realizaron las tradicionales subastas del ramo y del rosario de la virgen. El ramo alcanzó los 1.500 euros. «Son 200 euros más que en la última ocasión», informó Gonzalo Robles, que, sobre todo, se mostró gratamente sorprendido por el precio que alcanzó el rosario. «Nunca había superado al ramo», detalló.
Finalmente, se adjudicó por 2.200 euros. «Ha sido una subasta espectacular y muy emocionante, porque no se dejaba de subir», añadió el hermano mayor, muy agradecido por lo que estas cantidades significan para las arcas de la hermandad.
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Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
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