Lo primero que se nota es el olor a sardinas asadas. No son las once de la mañana y ya hay un plato sobre la mesa. «Hay que comer algo antes de ir a la misa», dice el responsable de la parrilla, que junto a ... su familia ha llegado esta mañana a la dehesa próxima a la ermita de la Virgen de Bótoa para pasar un día de romería.
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Ellos son uno de los muchos grupos que se reparten por el recinto. Pocas encinas, cuya sombra se busca, están libres cerca del mediodía. «Es temprano todavía, llegará más gente», apunta María Soledad Barroso, que todos los años, excepto los que la pandemia lo ha impedido, se acerca el primer domingo de mayo a pasar un día de campo. «Somos de Gévora y venimos un grupo de amigos», añade. Todavía no han empezado a preparar el fuego, pero traen de casa unas tortillas. «Y perrunillas caseras para la merienda», puntualiza.
Más temprano han comenzado con los preparativos Antonio Acevedo y su familia, que ya tienen la barbacoa prácticamente a punto, y a pocos metros un grupo ha sido incluso más madrugador y a las once de la mañana los chorizos y la panceta ya están listos para comer el aperitivo. «Estamos esperando al resto de la familia; seremos unos quince», comenta Macarena Píriz, que es de Valdebótoa.
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Los romeros que han llegado hoy hasta la dehesa de Bótoa se mezclan con quienes han pasado la noche en las proximidades de la ermita. Otros llevan varios días. «Vinimos el viernes», asegura Luis Miguel Fernández, señalando las tiendas de campaña que tienen situadas junto a los coches. También cuentan con un bidón de agua para lavar los utensilios de cocina. «En un rato nos pondremos con la comida», indica este joven de Badajoz. «Hoy toca paella», insiste junto a él Jaime Nieto.
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Cuando se acerca el mediodía, la dehesa se despeja y bastante gente se dirige a la ermita para ir a la misa de campaña, que ha comenzado ligeramente pasadas las once y media, y a la procesión. «Hay menos gente que otros años», comentan los asistentes mientras se alejan, camino de la encina donde la tradición dice que apareció la Virgen, los sones de las Lavanderas que acompañan a la talla.
Al mismo tiempo, los que han preferido quedarse en el campo avanzan con las barbacoas. «Los cocineros se quedan haciendo la comida», señala María Soledad Barroso a dos de sus acompañantes.
Así, una vez que finalicen los actos religiosos tendrán todo preparado para disfrutar de una jornada, en la que el tiempo está acompañado. El día esta soleado, pero una ligera brisa refresca el ambiente. «Además, hoy no hay prisa porque mañana es festivo y no hay colegio ni que ir a trabajar, así que nos podemos quedar aquí hasta las diez de la noche», concluye Macarena.
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