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Vanesa Iglesias y Sara Sabino, vecinas de Cáceres el Viejo, con sus hijas pequeñas. :: jorge rey
Barrio viejo, barrio joven

Barrio viejo, barrio joven

995 vecinos de Cáceres el Viejo tienen menos de 18 años y lo convierten en el barrio más joven, junto a Macondo, Casa Plata y Vistahermosa

María José Torrejón

Domingo, 8 de febrero 2015, 08:15

Cáceres. Cuenta con pena Maruchi Escribano, la tendera más famosa de Cáceres, que sus clientas de toda la vida van desapareciendo poco a poco. «Las pobrecitas mías me tienen todo el día de entierro», comenta desde el pequeño supermercado que regenta en la calle Colombia, la vía principal de Llopis Ivorra. Bienvenidos a uno de los barrios cacereños con la población más envejecida, según los datos absolutos del padrón municipal de habitantes, actualizado el pasado 1 de enero. Con más aspecto de pueblo que de ciudad, Llopis cuenta en la actualidad con 635 vecinos (el 30,2 por ciento) empadronados que han superado los 65 años.

LOS DATOS

  • BARRIOS CON MAYOR NÚMERO DE VECINOS MAYORES DE 65

  • Barrio/Zona Habitantes Porcentaje

  • Seminario 58 50,9 %

  • Delegaciones Ministeriales 101 37,5 %

  • Dehesa de los Caballos 438 33,9 %

  • Cánovas 1.497 32,8 %

  • Peña del Cura 285 32,7 %

  • La Madrila 236 31,9 %

  • El Carneril (Llopis Ivorra) 635 30,2 %

  • BARRIOS CON MAYOR NÚMERO DE VECINOS MENORES DE 18

  • Barrio/Zona Habitantes Porcentaje

  • Macondo 289 38,7 %

  • Cáceres el Viejo 995 33,6 %

  • Vistahermosa 54 32,7 %

  • Casa Plata 244 31,2 %

Llopis Ivorra, también conocido como El Carneril (denominación popular debida a la antigua existencia en la zona de apriscos de ganado), está ubicado al sur de la ciudad. Justo al otro lado, en el norte, se encuentra el barrio con la población más joven y que, curiosamente, se llama Cáceres el Viejo.

Aquí, en esta urbanización dominada por unifamiliares, hay empadronados 955 vecinos (el 33,6 por ciento) con menos de 18 años. Al contemplar la evolución de la población en ambos barrios, las tendencias de las cifras son opuestas.

En 2015 Cáceres el Viejo cuenta con un total de 2.841 habitantes empadronados; en 2014 había 2.712; un año antes eran 2.518 y en 2012 el dato era de 2.486 vecinos. La progresión es inversa en El Carneril. En la actualidad tiene 2.102 residentes; el año pasado eran 2.151; en 2013 había 2.210 y en 2012 se contabilizaron 2.248.

Uno es un barrio reciente, surgido hace 14 años al calor del 'boom' inmobiliario. En sus viviendas habitan familias jóvenes, con hijos pequeños o con edad de tenerlos. Los vecinos de Llopis peinan canas. Muchos de ellos llegaron hace medio siglo. Dominan el paisaje casas bajas y bloques de cuatro alturas que carecen de ascensor y calefacción. Las nuevas generaciones, cuentan en el barrio, se han ido a zonas más modernas buscando otras comodidades.

Llopis debe su nombre a un obispo: Manuel Llopis Ivorra. «En 1955 el entonces obispo de la Diócesis compromete a la Caja de Ahorros de Cáceres en la creación de la Asociación Benéfica Constructora 'Virgen de Guadalupe', que en terrenos de la Dehesa de los Caballos, en el paraje denominado El Carneril, levantó más de 1.500 viviendas sociales», detalla José Manuel Martín Cisneros en su libro 'Cáceres en mil palabras'. Para entonces, Maruchi, de 74 años de edad, ya estaba instalada en el barrio.

Vino al mundo en el vecino barrio del Espíritu Santo, separado de Llopis Ivorra por la avenida de Cervantes. «Cuando yo nací Llopis no existía. Aquí había barrancos. Yo venía a traer los guarros para que comieran. Mi padre era carnicero», evoca esta mujer dicharachera. Cuando tenía 13 años, su familia abrió el primer supermercado que regentó en El Carneril, que después trasladaron al local que ocupa en la actualidad.

«Aquí la gente es mayor; los jóvenes no quieren este barrio. La gente ya es muy señorita», afirma. «Muchos se han ido a la Mejostilla y también hubo otros que se fueron a Las Minas, cuando dieron las casas», detalla la tendera. Pero ella, asegura, no cambia su barrio por ningún otro. De hecho, llegó a comprar un piso en la avenida Virgen de Guadalupe del que se deshizo al poco tiempo. Demasiado mármol y demasiados cuartos de baño para su gusto. «En este barrio tenemos de todo: desde verbena hasta procesión», zanja. El único pero que pone es el estado de las aceras y otras cuestiones de mantenimiento que dependen del Ayuntamiento.

Sobre este aspecto incide José Antonio Ayuso, presidente de la asociación de vecinos Llopis Ivorra-Espíritu Santo. «Reivindicamos que se mejore la accesibilidad en el barrio porque recientemente se han caído tres personas mayores por el mal estado de las aceras», indica. El colectivo pide, en concreto, que se rebajen bordillos, que se ensanchen aceras y que se cubran los alcorques de los árboles para evitar tropiezos indeseados.

Junto a la tienda de Maruchi, otro de los negocios más veteranos de Llopis Ivorra es la ferretería Cancho, fundada en el año 1968. «La población de El Carneril está muy envejecida. La gente mayor se ha quedado en el barrio, no se ha marchado a otras zonas. Pero no han llegado nuevos compradores porque estas viviendas tienen un problema: son de cuatro y cinco plantas sin ascensor. Y la gente no quiere incomodidades», relata Antonio Cancho, hijo del fundador y uno de los propietarios actuales del negocio.

En su establecimiento uno de los artículos más demandados por estas fechas es el brasero. «En estos pisos no hay calefacción y lo que más se demanda es el brasero eléctrico. Ni la estufa, ni el calefactor, ni el radiador de aceite... La gente se sienta en la camillita son su brasero y también se vende alguno de picón», ilustra.

Los unifamiliares de Cáceres el Viejo cuentan con calefacción. A media mañana la actividad en este barrio cacereño destaca por su ausencia. La mayoría de las casas se quedan vacías porque sus ocupantes se marchan a trabajar y no regresan hasta la hora de la comida. El tráfico se intensifica a medida que las agujas del reloj avanzan.

Cáceres el Viejo cuenta con dos zonas de parques infantiles en la glorieta de entrada al barrio y unos cuantos negocios que se pueden contar casi con los dedos de una mano: hay un par de bares, dos multitiendas, una peluquería y una ludoteca.

Marga Sánchez y Beatriz Tejada, maestras de educación infantil, pensaron que en un barrio como este hacía falta una dotación destinada a los niños. «Cuando me vine aquí a vivir vi que había mucha población infantil, sobre todo de 0 a 3 años», detalla Marga. Así surgió en 2013 'La caja de los sentidos', una ludoteca donde los padres trabajadores dejan por las mañanas a los niños que todavía no tienen edad escolar.

Los residentes añoran encontrar en el barrio una farmacia, una papelería o un cajero automático para sacar dinero. Vanesa Iglesias, de 34 años, tiene dos niñas pequeñas (de seis y tres años). Sara Sabino, de 33, es madre de un niño de seis años y de un bebé de mes y medio. Las dos coinciden en destacar la necesidad de dotar al barrio de más parques infantiles. «Por las tardes es horroroso; hay muchísimo niño y apenas dos juguetes. Necesitamos un colegio y unas pistas para jugar», demandan. «Aquí hay muchísimos niños. Esto es una incubadora», apostillan. Sus reivindicaciones coinciden con las de Raúl Pérez, que está al frente de la asociación Urbanización Residencial Cáceres el Viejo. «Las zonas de juego se quedan pequeñas», dice.

A falta de farmacias y supermercados grandes, la multitienda de Isabel Rodríguez despacha potitos y gominolas, entre otros productos de primera necesidad. «Hay muchas parejas jóvenes con niños pequeños», resume la propietaria.

Además de Cáceres el Viejo, comparten la condición de ser barrios jóvenes Macondo, Vistahermosa y Casa Plata. Entre los barrios con población envejecida se encuentran La Madrila o Peña del Cura. Destaca el caso de Cánovas, con 1.497 vecinos mayores de 65 años, aunque en este caso no se trata de un barrio como tal, sino del pleno centro.

«La gente es mayor; los jóvenes no quieren este barrio. Pero aquí tenemos de todo, desde verbena hasta procesión».

«No han llegado nuevos compradores al barrio porque los pisos no tienen ascensor y la gente no quiere incomodidades».

«Cuando me vine a vivir aquí vi que había mucha población infantil, sobre todo de 0 a 3 años», detalla esta maestra.

«Hay muchas parejas jóvenes con niños pequeños», comenta desde su negocio, donde vende potitos.

Fuente: Padrón Municipal de Habitantes, a 1 de enero de 2015.

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