CRISTINA NÚÑEZ
Domingo, 1 de marzo 2015, 10:40
Álvaro tiene 11 años, pero cuando se pone a hablar, si uno cierra los ojos y analiza el mensaje que sale de su boca, éste está tan bien construido y es tan sólido que parece pronunciado por un adulto. Puro saber estar. Álvaro forma parte de la escuela Educarobot, una iniciativa que combina el juego y el aprendizaje de robótica con piezas de Lego y otras tecnologías como el scratch, un lenguaje de programación desarrollado en el Media Lab del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts). «Desde chico siempre he querido ser Ingeniero de Telecomunicaciones, ha sido un gran acierto apuntarme, me estoy integrando muy bien en el grupo».
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Jesús Rodríguez dirige la Asociación Robótica y Tecnología Creativa y Educativa (AROtec) desde hace un año y medio, que cuenta con Educarobot, una escuela en la que niños y jóvenes aprenden a montar dispositivos con distintas aplicaciones. «Partimos de unos montajes muy sencillos y poco a poco los vamos completando a medida que evoluciona el alumno», apunta Rodríguez. Y aunque parezca que la tecnología no tiene puntos en común con el lenguaje, esta actividad potencia las cualidades comunicativas, en inglés y el español. ¿Es curioso este vínculo? No demasiado. «Hay que darle órdenes al robot, no debe haber duplicidades ni conflictos, un poco lo que sucede también entre nosotros y nuestro interlocutor». Hablar con propiedad se convierte en toda una virtud. El liderazgo, la concentración o el dominio de la frustración se convierten también en elementos que se trabajan. Se utilizan piezas de Lego convencionales, máquinas y mecanismos, ordenadores y robots. Los jóvenes y niños acuden varias horas semanales a aprender robótica, como una actividad extraescolar. «Aquí no se viene por obligación, de hecho, cuando no se portan bien los padres les castigan con no venir», apunta. Para los padres y abuelos hay actividades que buscan la interacción entre las generaciones y también que los mayores sepan lo que están haciendo los niños. «Esto le gusta a atodo tipo de niños, a los que sean medianamente curiosos».
Los ocho niños que acuden a esta clase han estado involucrados en un ilusionante proyecto: hace una semana acudieron al torneo del desafío First Lego League, que se celebró en Madrid y del que volvieron con un premio a la mejor presentación. Se trata del desarrollo de un proyecto para mejorar la integración de las personas sordas en las aulas de sordos en Joaquín Díaz preparó a 'Los Solfamidas' como han bautizado a este particular equipo. «Se trabaja bien con estos chicos, tienen interés».
Alfonso, de 11 años, asegura que le interesan los ordenadores y los robots. «En cuanto se presentó la oportunidad me apunté». Sara, de 9 años, es la única chica del grupo. Hay niñas, pero son minoría en un mundo más masculino. «A mis amigas se lo cuento, pero al final no les termina de interesar», explica esta futura científica, a la que le encanta estar entre piezas y engranajes.
«Quiero ser científica, y me encanta todo lo relacionado con la electrónica y construir»
«Ha sido todo un acierto apuntarme, siempre he querido ser Ingeniero de Telecomunicaciones»
«La experiencia de competir fue divertidísima, y desde pequeño me encantan los robots»
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