Rosario Cordero, antes de la entrevista con HOY. :: l. c.

Música de Serrat y Sabina y paseos por su pueblo

M. M. N.

Viernes, 26 de junio 2015, 07:47

'Zero', una obra de Emilio Gañán, ocupa una de las paredes del despacho en el que transcurre la conversación. Rosario Cordero enlaza ideas y conceptos y responde preguntas casi por anticipado. Se muestra tranquila a pocas horas de su investidura, para la que prepara un discurso en el que aludirá a Fabiano, ese humilde trabajador del campo. Y a Antonia, ama de casa de Romangordo. Sus padres, ya fallecidos, le inculcaron con el ejemplo el valor «del sacrificio y el trabajo». «Ellos lo hacían todos los días», recuerda.

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El «compromiso de ser honesta» y el «echarse adelante» marcarán una política que no tendrá nada que ver con la anterior, apunta, y en la que el empleo será protagonista con un plan que se perfila entre diputaciones y Junta.

Espera que el nuevo cargo no le impida seguir con la vieja costumbre de pasear por Romangordo cada tarde. 'La ley de los justos', de Chufo Llorens, es su libro de cabecera actual. Le interesa la Generación del 27 y le apasiona la canción social. De Serrat a Sabina sin olvidar a Luis Pastor, «que estuvo en Romangordo», matiza.

El pueblo le agradece dos logros: la reapertura de la escuela tras 22 años cerrada y una sentencia del Supremo que les dio la razón para lograr cobrar una parte importante del IBI de la central de Almaraz. El recurso les costó 72.000 euros. Hubo que decidir en cuestión de días y no tenían el dinero, pero la aventura acabó bien. Como cuando convenció a Rodríguez Ibarra de reabrir la escuela.

«Me dijo que no ante mi gente, pero luché. ¿A mí me iba a decir el presidente lo que necesitaba mi pueblo? Le insistí mucho. Los asesores me decían que no siguiera. Luego le escribí una carta desde el corazón. La escuela era básica», rememora esta mujer, de Charo a presidenta.

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