María José Torrejón
Lunes, 7 de septiembre 2015, 07:31
55 años separan a Emilio Rey Holguín y a Víctor Manuel Rey Corchado. Abuelo y nieto representan el pasado y el futuro de un apellido vinculado a la Plaza Mayor durante décadas. Emilio Rey abrió su primer negocio en 1957. Sus hijos continuaron una tradición hostelera que ahora llega a su tercera generación. Víctor, de 24 años, se ha incorporado al equipo de la Cafetería Cáceres, capitaneado por su padre, Manuel Rey Corrales, de 48 años, hijo de Emilio.
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La hostelería no entraba inicialmente en los planes de Víctor. Estudió Terapia Ocupacional en la Universidad de Extremadura. Pero tras un tiempo de búsqueda de trabajo sin éxito, cambió de opinión. Ahora está volcado en un mundo que conoce desde pequeño.
La presencia de los Rey en las inmediaciones de la Plaza se remonta a 1957. Ese año Emilio, que primero probó suerte en los ruedos, se quedó con un local de la calle General Ezponda al que decidió llamar El Patito. Diez años después optó por cambiar de ubicación y cogió otro local, también en General Ezponda pero más cerca de la Plaza Mayor. Y El Patito pasó a denominarse El Pato. Su gran salto cualitativo lo dio en 1972, cuando compró un espacio anexo a su restaurante con fachada a la Plaza Mayor. Unió entonces los dos establecimientos y El Pato se convirtió en un lugar de referencia. Por sus salones han pasado rostros conocidos como Antonio Molina o Antonio El Bailarín.
En 1985 el negocio se expandió. Uno de sus hijos, Manuel Rey, se acababa de licenciar en el servicio militar. «Mi padre me tenía preparada la puesta en marcha de la chocolatería Donald. La inauguramos el 28 de enero de 1985», evoca Manuel. Aquel negocio, que este año celebra su 30 aniversario, se ubicó en el actual emplazamiento del hotel Casa Don Fernando. Fue el origen de la Cafetería Cáceres, que se trasladó hace diez años al lugar donde se encontraba el obrador de la pastelería La Salmantina e incorporó, de paso, la tradición respostera.
«Mi ilusión y la ilusión de mi mujer era que mi hijo hubiese ampliado sus estudios, ya que se ha esforzado. Pero reconozco que me gusta que esté conmigo. Por un lado estoy decepcionado por el hecho de que no pueda ejercer su profesión, pero a la vez me ilusiona mucho que esté aquí», admite Manuel sobre la incorporación de Víctor. Padre e hijo ya tienen planes de futuro. No dan muchos detalles, pero quieren abrir entre los dos un nuevo negocio. «Él me da ideas nuevas y eso es muy importante», agrega Manuel. En este equipo, subraya, también es clave el papel desempeñado por María Victoria, su esposa.
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De la Cueva a La Giralda
Víctor es el último Rey en llegar a un territorio vinculado estrechamente a su familia. La cafetería El Pato está regentada en la actualidad por su tío Emilio y al frente de la tienda de regalos Rey, también ubicada en la Plaza, se encuentra su tío Antonio, ambos hermanos de su padre. Pero la tradición hostelera de este apellido va, incluso, más allá de este recinto.
Tres de los siete hermanos de Emilio Rey Holguín también regentaron bares. José Rey estuvo al frente de la Casa de los Martínez, en la avenida de Cervantes. Guillermo Rey puso en marcha La Cueva en la calle Ríos Verdes y el restaurante Rey de la calle General Ezponda. Y Juan Rey, recientemente fallecido, fue el fundador de La Giralda y posteriormente abrió El Adarve, local que todavía sigue en activo convertido en todo un referente de la ciudad.
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