Sergio Lorenzo
Martes, 8 de diciembre 2015, 08:27
«Nos pidieron poder quedarse en las dependencias de la iglesia, desde el día 4 al 18 de diciembre, y les hemos dejado porque coincidimos con las reivindicaciones de los encerrados», comentaba ayer por la tarde al Diario HOY el párroco de la iglesia Virgen de Guadalupe Florentino Escribano, más conocido como el cura Tino. «Que conste - aclara -, que el primero en apoyarles es el obispo. Se reunieron con él y les avala». Tino señala que la Iglesia conoce las necesidades que tiene mucha gente, ayudándoles con Cáritas. Les parecen bien las peticiones de los encerrados de pan, trabajo, techo y dignidad, «en la Iglesia estamos en el día a día».
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El llamado 'Encierro dignidad' está apoyado por la Plataforma de Parados de Cáceres, la Red Solidaria Popular (RSP), Campamentos Dignidad y la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, estando varias decenas de personas encerradas en los bajos de la iglesia Virgen de Guadalupe. El cura Tino indica que la posibilidad de dejar las instalaciones fue sometida a votación en el consejo pastoral,integrado por unas 15 personas y se decidió darles permiso hasta el día 18, tomando las medidas oportunas para que no afecten a otras actividades que se hacen en estas dependencias por asociaciones y oenegés que son religiosas o no, «aquí, por ejemplo, realizan actividades más de 500 niños».
Los encerrados, que hoy ofrecerán una comida popular a las dos de la tarde, ayer estuvieron repartiendo información por las calles sobrelas penurias que sufren muchos cacereños afectados por el paro.
Algunos de ellos quieren seguir encerrados más días, pero Tino indica que entonces se volvería a votar en el Consejo Pastoral.
Ayer, mientras se preparaba una gran olla con lentejas, acudió a visitar a los encerrados el párroco de Aldea Moret, Miguel Ángel González, que les ofreció las instalaciones de la iglesia de ese barrio. Uno de los encerrados, Felipe Carballo, le comentaba: «Nosotros queremos trabajar, levantarnos por la mañana y poder ir a un trabajo. ¡No queremos limosnas!»; contestándole el sacerdote, «con la limosna se puede sobrevivir, pero no se puede vivir».
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