Trabajar a la intemperie

Invasión de gorros, bufandas, guantes y pañoletas. Los complementos invernales tomaron ayer la calle para hacer frente a una sensación a la que los cacereños se enfrentan en contadas ocasiones: el frío polar. Sí que han llegado los lobos anunciados por los meteorólogos. En realidad, todo está bajo guión: es enero, pese a la épica con la que nos gusta aliñar los temas meteorológicos.

En la céntrica mercería Nati han despachado tantos verdugos, esa especie de gorro que tapa a la vez cuello, orejas y cabeza, que ayer ya no tenían existencias. Es una prenda muy ochentera, pero que aún tiene demanda. Y ayer se agotó.

En plena ola de frío muchos trabajadores tiran de lo más calentito de su armario para enfrentarse a jornadas laborales a pocos grados o incluso a bajo cero. Félix Salas es operario del Ayuntamiento, se encarga actualmente de la poda de árboles. A las 7 de la mañana, cuando empieza su jornada, las temperaturas son inclementes. Se dedica a colocar la señalización previa al corte de ramas. «Hacía mucho frío», explica sin grandes aspavientos, como acostumbrado a bregar con lo extremo. Muestra dos chaquetas pegadas que crean una capa protectora. Y en las manos, nada, porque ya lo dice el dicho: «gato con guantes no caza...». Félix es más de 40 grados que de cero. Tiene una explicación: «yo empiezo a las siete de la mañana y salgo a la una». La oficina de muchos trabajadores es la calle, donde no hay potente calefacción.

Inmóvil junto al Carrefour Express de Virgen de Guadalupe el cuponero Manuel Seijas asegura que, en su trabajo, «cada día es una aventura y el frío lo vamos aguantando como podemos, nos vamos defendiendo». Él, que lleva dos años vendiendo el cupón de la ONCE se defiende con tres capas de abrigo, un pasamontañas que lleva puesto y otro en el bolsillo, para la cabeza. «Y los guantes». Manuel lleva una protección invisible, que es la vacuna de la gripe, que le recomendaron ponerse al trabajar en la calle.

Sin miedo

Santiago Pavón Nevado va a pecho descubierto, tan campante ante el biruji que sopla. «No me importa mucho el frío, para nosotros es peor la lluvia, repartir con frío es fenomenal», señala este repartidor, que suministra bebidas a bares y restaurantes. Está constantemente subiendo y bajando del camión, desde las siete de la mañana hasta las tres de la tarde por el centro, San Juan y la Plaza Mayor.

Francisco Andrés García también prescinde de los guantes, aunque los dedos se le queden como carámbanos. Es repartidor de Correos Express y llega hasta unas 100 direcciones diferente a a lo largo de su jornada laboral, que arranca a las ocho de la mañana. «A esa hora estaba helando», explica con un resoplido y con prisas que le impiden abundar más en la conversación . La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) daba ayer mínimas en la ciudad de -2 y máximas de 5 grados. Para hoy se prevé un ligerísimo aumento de las máximas, que llegarán a 7 grados. Las mínimas serán las mismas.

Rodeado de especias naturales, aceitunas, espárragos silvestres y otros productos de la tierra Domingo Pizarro, un histórico de la venta informal, se mantiene «aguantando la marea» totalmente forrado de ropa junto a los edificios Múltiples: camiseta, dos camisas gruesas de franela y cazadora, además de gorra que cubre las orejas. No hay más misterio ni un calefactor oculto. «Es el día más más frío de lo que llevamos de invierno», explica mientras despacha.

Efectos colaterales del frío polar: el turista también se achanta. Así lo cuenta desde la oficina de guías turísticas Luis Pardo. «Hoy prácticamente no hay nadie, es muy difícil que salgamos, hay poca gente». No se formó grupo ni a las 11,00 de la mañana ni a las 12,30. En situaciones tan intempestivas se buscan patios o interiores de edificios para poder explicar con tranquilidad los detalles monumentales de esta ciudad Patrimonio en la que a veces hiela.