Secciones
Servicios
Destacamos
Hacía mal tiempo el sábado por la noche, y decidimos parapetarnos en la taberna de la Plaza Mayor en la que trabaja Juan, el nieto de Sanjosé. Éste no paraba de hablar mientras nosotros dábamos buena cuenta de una pizza extremeña de patatera y torta ... del Casar.
–Es casi imposible amar lo que no se conoce –afirmaba el difunto mirando con envidia como menguaba el círculo–. Si José Agustín Goytisolo amaba Extremadura es porque la conocía bien gracias a que vino muchas veces aquí a cazar con Rafael Sánchez Ferlosio, acompañándole también su hermano Luis Goytisolo, el también escritor que era siete años más joven que ellos.
–¿Eran buenos cazadores? –Preguntó Guinea mientras se limpiaba con una servilleta el queso que le resbalaba por las comisuras de los labios.
–Mirad lo que escribió José Agustín Goytisolo en la revista La Calle a principios de los 80 –Llevó los ojos al techo y empezó a leer mentalmente– «Señoritos –decía en Coria de Cáceres el Ferlosio, dirigiéndose a mi hermano Luis y a mí–, señoritos catalanes, eso es lo que sois: mucho tirar y matar conejicos, liebres y perdices, pero de cazar, cazar, nada; si no es por mí, que os levanto a los animalillos, nada, nada de nada». Y tenía razón al insultarnos: por lo de señoritos, por lo de catalanes y por el hecho de que él era un gran cazador, aunque marrase en algún que otro caso, y Luis y yo, ninguno, porque éramos de la escuela del tiro al plato. Ferlosio siempre ha sido cazador, escribiendo, leyendo, explicando (...) Levantó la pieza de la novela fantástica latinoamericana del boom con 'Alfanhuí', muchos años antes de los 'Cien años de soledad' de García Márquez, y desencamó la liebre de la novela objetiva con 'El Jarama', también antes de que el 'nouveau roman' nos jorobara a todos». 'Alfanhuí' fue la primera novela española dentro del realismo mágico. Se publicó en 1951, 16 años antes de que apareciera 'Cien años de soledad'. Casi toda la novela la escribió retirado en una finca de la familia en Portaje, a 14 kilómetros al sur de Coria.
Noticia relacionada
–'Alfanhuí' es una obra maestra, llena de magia. –afirmó Ana con los ojos iluminados–. Me gusta mucho cuando va a ver a su abuela a Moraleja, ella usaba la fiebre para incubar huevos en el regazo, y los niños le daban huevos hasta de culebras. Es muy bonito cuando el nieto se queda a vivir con ella y le contratan para cuidar a unos 15 bueyes ancianos del pueblo, montándose encima del más grande, de 'Caronglo', como si fuera un feliz Mowgli, el niño de la selva. La muerte de 'Caronglo' es de lo más poético. Es increíble que no se haya hecho aún una buena película animada de esta novela.
–El niño se llama Alfanhuí porque se lo pone su maestro taxidermista –explicó Sanjosé–. Cuando aparece en Guadalajara, el maestro le mira y le dice: «Tú tienes ojos amarillos como los alcaravanes; te llamaras Alfanhuí porque este es el nombre con que los alcaravanes se gritan los unos a los otros». Los alcaravanes de Coria que tanto gustaban a Juan Agustín Goytisolo.
–¿Ferlosio eran también de la Generación de los 50, igual que su amigo Goytisolo y Gloria Fuertes? –Pregunté al difunto
–Sí, y también la mujer de Ferlosio, Carmen Martín Gaite. Los escritores se casaron en 1953. En 1955 él fue Premio Nadal por 'El Jarama', y en 1957 ella ganó el mismo premio con 'Entre visillos'. Se separaron amistosamente a los 17 años de casados, en 1970. Rafael Sánchez Ferlosio se casó en 1986 con Demetria Chamorro, cacereña de Torrejón el Rubio, con la que estuvo 33 años. Rafael se murió con 91 años, en 2019 tras haber recibido los premios Miguel de Cervantes, y el Nacional de las Letras Españolas. En 2003 recibió en Cáceres el Premio Extremadura a la Creación.
–Cuando se murió se publicó un artículo muy curioso –dijo sonriendo Manuel Caridad–, firmado por los periodistas Miguel Ángel del Arco y María Jesús Ortiz, recordaban que en los años 80, dos novatos periodistas (que deben ser ellos aunque no lo desvelan), se presentaron en Coria para entrevistar a Sánchez Ferlosio. Fueron a una pensión a dejar el equipaje y se presentaron sin avisar en la casa del escritor, en el viejo Palacio de Alba. Llamaron y salió el propio Rafael. Se presentaron. Explicaron su intención de entrevistarle, y se quedaron de piedra cuando él dijo que no concedía entrevistas. Les debió dar pena y les dijo, que ya que habían llegado a Coria, les invitaba a estar en su casa. Les alojó en la habitación de su difunto padre, de Rafael Sánchez Mazas, el ideólogo del fascismo español, fundador de la Falange. Los aprendices de periodistas se quedaron impresionados al ver una habitación tapizada de viejos libros, con un escritorio imponente y una enorme cama con dosel. Ferlosio les enseñó Coria y les invitó a cenar, hablando en la cena de que no le interesaba la literatura, pero sí la gramática, que le gustaban la ferreterías o que el entonces presidente Felipe González no era santo de su devoción. De sus novelas solo salvaba 'Alfanhuí', de 'El Jarama' aseguraba que era un tostón.
–Cuanta razón tenía –dije–. Me acuerdo de lo desesperante que era leer página tras página sin que pasara nada. ¿No tuvo hijos?
–Tuvo dos con Martín Gaite, pero los dos se murieron –señaló Sanjosé entristecido–. Su hijo Miguel murió de meningitis con siete meses. Su hija Marta murió en 1985. Tenía solo 29 años. Murió de sida... igual que mi único hijo. ¡Por culpa de la maldita droga!–. Y el difunto dio un puñetazo en la mesa y se desvaneció.
–Pero, hombre. ¡Por Dios!– Me regañó Caridad– ¡¿Pero cómo le recuerdas eso?!
–¿Yo qué sabía? No lo hice con mala intención. –Balbuceé mientras Ana y Guinea me acariciaban la espalda ante la mirada de acero de Caridad.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
El pueblo de Castilla y León que se congela a 7,1 grados bajo cero
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones de HOY
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.