«Ahora tengo 53 años y cuando me quedé en paro tenía 51. Estaba medio deprimido por la situación en la que me habían despedido del trabajo. Me habían engañado. Yo me quedé flipando porque pensé que en la empresa no era un número, pero ... me di cuenta de que en el 90% de las empresas eres eso: un número», cuenta con sinceridad Andrés Rivas Calderón, cacereño con raíces trujillanas, que está casado y tiene dos hijos.
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Andrés es un trabajador nato. Tuvo un videoclub detrás de la gasolinera Mirat de la calle Gil Cordero, y ha trabajado durante muchos años en gasolineras de la ciudad de Cáceres. Es precisamente en una estación de servicio en donde se quedó en paro. «Me engañaron porque me pusieron en la zona de lavadero porque era a jornada completa. A los seis meses me dijeron que ya no necesitaban a nadie en el lavadero y me echaron. No me querían pagar la liquidación. Me dijeron que si quería que les denunciara. Les denuncié y me han tenido que pagar», afirma.
Él recuerda lo mal que lo pasó al quedarse sin trabajo: «Es que me lo hicieron con 51 años. Si me lo hacen con 25, pues bueno; pero es que encontrar trabajo con más de 50 años es complicadísimo. Es que en la actualidad ya es complicado encontrar trabajo después de los 40, porque ya hay grandes superficies que a partir de esa edad no cogen a nadie, lo cual me parece fatal; pero si es difícil con más de 40, no veas con más de 50. Es que mandas currículums por internet y te ponen: 'no válido', 'no válido', 'no válido'... es que ni te entrevistan».
Él se desesperaba. De joven no le gustaba estudiar, hizo formación profesional de electricidad, y no le faltó trabajo. «Mi padre decía 'no tengo problema con mi hijo porque va a trabajar de lo que sea', pero eso era antes. Cuando yo empecé a trabajar podía escoger entre dos o tres trabajos; pero ahora es difícil encontrar trabajo y más si tienes más de 50. La sociedad se rige así ahora, solo cogen a gente joven para intentar pagarles cuatro perras, y al final los que tienen experiencia es la gente mayor, pero no se valora».
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Cuando estaba desesperado hizo caso a una prima de su madre que conoce el trabajo de Cáritas. Le dijo que iban a hacer un curso de cocina y fue a preguntar, a las oficinas que Cáritas tiene en La Madrila, en la calle Doctor Fléming. «Me gusta mucho la cocina y fui a ver si había una plaza –afirma–. Me dijeron que ya estaba cerrado el cupo del curso de cocina, pero que podía hacer un curso para buscar trabajo por internet. Por lo visto la mayoría de la gente que le ofrecen ese curso dice 'yo para eso no voy'; pero se equivocan, porque lo que quieren es conocerte: ver el perfil que tienes, cómo te manejas, si hablas bien, si eres serio… si te pueden recomendar en un sitio para trabajar. Estuvimos cinco en el curso, y de los cinco salimos con trabajo cuatro. Y a la quinta persona, una chica que no encontró trabajo, le dijeron 'no te preocupes que te vamos a buscar trabajo como sea', y te lo encuentran. Se portan genial. Yo estoy encantado con Cáritas, pensaba que era lo típico de 'ya te llamaremos' y luego no te llaman; pero ellos te llaman».
El curso duraba tres semanas según cuenta Andrés: dos semanas viendo las páginas web en las que tienen que buscar trabajo. y luego una semana con un curso informático para controlar cómo moverse por internet. Le asombró que la chica que les daba el curso de informática no cobraba, les daba clase de forma altruista.
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A mediados del curso le dijeron que el Club La Colina necesitaban un camarero. Fue a preguntar por el trabajo por la mañana, y por la noche ya estaba trabajando. «Tuve mucha suerte porque empecé a trabajar cuando faltaba solo dos días para dejar de cobrar el paro». Luego ha estado empleado dos meses haciendo una sustitución en una gasolinera, y ahora está trabajando de camarero en un bar-restaurante de la Plaza Mayor de Cáceres.
«La verdad –reitera Andrés–. El trabajo que hace Cáritas lo veo muy bien. Además ellos ayudan a gente que está de verdad muy necesitada. Hay personas que son de Brasil, de Colombia... Cáritas trabaja con extranjeros que no conocen España bien y les ayudan. Les enseñan y hacen prácticas en empresas. Se preocupan por la gente».
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Andrés Rivas pone cara a un programa de Cáritas de la Diócesis Coria-Cáceres que busca empoderar a personas a través del empleo.
Él ha sido uno de los beneficiados del proyecto Tesela, que realiza acompañamiento en itinerarios sociolaborales. Durante el año 2023 este proyecto ha iniciado 75 itinerarios individuales, logrando un resultado satisfactorio: la inserción laboral de 44 personas. Eso significa, según recalca Cáritas, que el 58% de las personas que han recibido asistencia del Proyecto Tesela han experimentado una transformación significativa en su vida laboral. El éxito se debe a combinar herramientas, como entrevistas individuales, talleres grupales, y el apoyo de otros programas. Cáritas también ha realizado 46 visitas a empresas con la intención de fomentar la creación de ofertas laborales dignas.
El Proyecto Tesela cuenta con el respaldo del Fondo Social Europeo, a través del Programa Operativo de Inclusión Social y Economía Social. Asimismo, el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 contribuye con recursos que proceden del 0,7% del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF).
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