El buzón del hombre de 63 años cuyo cuerpo sin vida fue hallado ayer por la Policía en su domicilio del número 5 de ... la avenida de Alemania, permanecía este viernes lleno de cartas que sobresalían un poco por la rendija metálica.
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Los residentes de este céntrico bloque de 50 viviendas poco pueden decir de él, apenas el piso y la letra en la que vivía. Allí, en su planta, dos vecinas trazan un brumoso retrato de este hombre, que vivía de alquiler desde hacía ocho años, tal y como confirma el conserje de la finca. Él llamó a la Policía el 5 de enero después de que la vecina de la puerta más cercana detectara el mal olor. Esta mujer, que prefiere no dar su nombre, cuenta que al llegar el día 3 de pasar fuera la Nochevieja «nos empezó a oler mal, pensé que me había dejado basura, no era así, al día siguiente olía aún peor y fue cuando avisé al portero». Transcurrieron 24 horas entre este aviso y la llegada de las fuerzas de seguridad, tiempo en el que se intentó localizar infructuosamente a los familiares. El IMAS (Instituto Municipal de Asuntos Sociales) se ha tenido que ocupar del sepelio. Todo apunta a que Antonio murió por causas naturales.
vecina
«Yo no lo conocía, y llevo siete años viviendo aquí», relata la vecina que dio el aviso. «Era grandote, callado, solitario, huraño, cuando nos oía hablar enseguida se metía y cerraba la puerta, yo no sabía ni cómo se llamaba». Nunca habló con él. «De vez en cuando sí se oía movimiento en su casa, creo que a veces venía el dueño de la vivienda a dar una vuelta». Esta mujer aporta también que aunque no conocía específicamente sus hábitos de vida, «parecía que no se cuidaba mucho, tenía aspecto de dejadez». Según indica el portero, el hombre tenía una hermana que vivía en un pueblo de la provincia.
Otra de las vecinas de la planta, que solo tiene ocupada la mitad de las viviendas, impresionada aún por el suceso, señalaba que el hombre había retornado de Alemania, donde trabajaba, una versión que también confirmaba el portero de la finca. «No le conocía, le he visto pocas veces, saludaba y poco más, a veces se metía para su casa con un carro lleno de cosas», explica esta mujer, que tampoco conocía su nombre ni su edad. «No sabía ni que todavía estaba viviendo aquí, el día de año nuevo salí con mi perrito y ya noté el olor, era un olor muy raro que no identificaba, pero no vi al conserje para contárselo, es una pena morirse así, solo».
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