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«Elevada categoría, excelencia o exquisitez que posee algo por la calidad de las materias primas empleadas en su fabricación, sus altas prestaciones o servicios». Esta es la definición que el diccionario de la Real Academia Española (RAE) ofrece de la palabra lujo y se ... ajusta a la perfección a Casa Paredes, lo nuevo y más exclusivo del sello Atrio en la parte antigua de Cáceres.
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Toño Pérez y José Polo abren el próximo 30 de noviembre –el mismo día que inauguraron hace ahora 12 años su hotel-restaurante de la Plaza de San Mateo– su último proyecto, que mete de lleno a la capital cacereña en el turismo de máximo nivel.
Después de una inversión de más de seis millones de euros y una rehabilitación que se ha prolongado durante casi cuatro años, la casa palaciega que la pareja compró en la calle Ancha en 2017 por un millón ha quedado convertida en once suites únicas donde pasar la noche costará a partir de 800 euros. Ya han llegado las primeras reservas para diciembre, cuenta ilusionado José Polo desde el interior de una construcción histórica que ha sido recuperada por Emilio Tuñón, quien acaba de alzarse con el Premio Nacional de Arquitectura 2022, y por su actual socio, Carlos Martínez Albornoz.
Continente y contenido hacen que el visitante se sienta en un espacio único. Muebles de diseño, grifería exclusiva, toallas de hilo, obras de arte en las paredes y ventanas góticas y renacentistas con vistas de postal a la Ciudad Monumental componen un cóctel en el que todo se ha cuidado al milímetro.
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A falta de los últimos remates, la fachada del edificio ya luce sobre el arco de piedra que abraza la entrada el nombre con el que operará el establecimiento. Los dueños han optado por mantener su denominación original. Es la Casa Palacio Paredes Saavedra. Bajo estas letras aparece la marca Atrio. En realidad, Pérez y Polo conciben este alojamiento como una extensión de su hotel de cinco estrellas, situado a escasos metros.
La gran puerta de entrada es de acero negro pavonado y roble. Estos dos materiales dialogan en el resto del edificio, donde los elementos originales conviven con la arquitectura del siglo XXI. La idea es que la puerta de entrada, situada frente al Parador de Turismo, permanezca abierta durante todo el día y los viandantes puedan acceder al zaguán. Una cancela separará este espacio del resto del inmueble, de uso exclusivo para los clientes. En el zaguán se ha instalado una intervención artística de José Pedro Croft en la que se invita a reflexionar sobre arquitectura y materiales, toda una carta de presentación de lo que aguarda en el interior.
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José Polo, que se ha empapado de la historia de la edificación, detalla que sus orígenes se remontan a hace ocho siglos. «Empieza a hacerse como casa fuerte entre el siglo XIII y el siglo XIV. A finales del siglo XV Isabel la Católica manda cortar la torre como casi todas las de la ciudad. Y a partir de ese momento las casas fuertes se transforman en palacios», evoca. En los muros de Casa Paredes se puede apreciar la huella del tiempo y de las diferentes épocas que ha atravesado.
Tuñón ha incorporado, además, elementos contemporáneos como las columnas blancas de hormigón, toda una seña de identidad que también está presente en el hotel de Atrio y en el Museo Helga de Alvear, que llevan la firma del arquitecto. Las once suites –cada una es diferente y sus dimensiones van desde los 45 metros hasta los 120 metros cuadrados– comparten además otros rasgos con el hotel. Las paredes también están forradas con láminas de madera de color blanco, aunque en este caso el trabajo ha sido mucho más artesanal. El montaje se ha hecho tabla a tabla. De ello se ha encargado la empresa gallega Martínez Otero, que ha intervenido en el recién remodelado hotel Ritz de Madrid.
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Recorrer el interior de Casa Paredes con José Polo es hacer un máster acelerado en decoración e interiorismo. Las habitaciones están salpicadas de auténticas piezas de autor. Hay mobiliario original diseñado por Hans Wegner y otros muebles fabricados por la empresa danesa Carl Hansen & Søn.
En una de las estancias se expondrán láminas de Jorge Galindo que homenajean a José María Viñuela (conservador del Helga de Alvear recientemente fallecido) y en otra cuelgan ya 70 facsímiles de Los Caprichos de Goya, iguales que los que se exhiben en el museo de arte contemporáneo de la calle Pizarro.
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En los baños se ha instalado grifería Vola (diseñada por Arne Jacobsen) e inodoros de última generación. La tapa se levanta sola y tienen un chorrito de agua como los váteres japoneses. Aunque en este caso el diseño es suizo. Uno de los detalles de los que los propietarios presumen es de que en las duchas tienen doble alcachofa con el fin de poder darse un baño en pareja pero con la opción de que cada uno elija la temperatura a su gusto. «Las duchas están pensadas para disfrutarlas», argumenta Polo. Las bañeras son de mármol italiano y están hechas de una sola pieza.
En el patio de la casa hay sacos de tierra y macetas que aguardan a ser plantadas. En este espacio exterior se ha hecho una pequeña alberca que permitirá a los clientes en verano refrescarse mientras se toman una copa al aire libre. «Estamos muy contentos con el resultado. Es el proyecto que más tiempo nos ha llevado», resume el empresario, metido de lleno en este nuevo reto que catapultará su marca en el sector del lujo.
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Casa Paredes cuida al máximo cada detalle. Brindará un servicio hasta ahora inexistente en la ciudad. Atrio pondrá a disposición de sus clientes un mayordomo, que se encargará, si así se le solicita, de deshacer y hacer la maleta, preparar una copa de bienvenida a los recién llegados y de diseñar planes y escapadas por la región en función de los gustos de los huéspedes.
También será la persona encargada de conducir a los clientes desde la recepción de Atrio, donde se realizará el 'check-in', hasta la casa palaciega, y de llevarles hasta su habitación.
José Polo y Toño Pérez han dado mucha importancia en las once suites de las que consta el establecimiento a los «bares». No hablan de minibares, sino de bares porque son más grandes de lo habitual. Las puertas están lacadas en pan de oro y en su interior no habrá botellas pequeñas, sino grandes. La bebida, puntualiza Polo, corre por cuenta de la casa.
Para aquellos a quienes les guste fijarse en los productos de baño, también conocidos como 'amenities', en Casa Paredes encontrarán artículos fabricados de manera exclusiva para este alojamiento. Los elabora La Bottega, un laboratorio italiano que también trabaja para conocidas firmas como Etro. Es la responsable, además, de los productos que hay en los baños de Atrio.
Más detalles. Polo y Pérez siguen apostando por la gran tradición hotelera y mantienen las toallas de hilo con vainica, un artículo en vías de desaparición. Las camas miden dos metros de ancho por dos metros de largo y los colchones tienen 70 centímetros de altura. Están vestidas con sábanas de la firma Frette, también italiana, confeccionadas con algodón de mil hilos. «Es una locura quizá», admite Polo. Lámparas de alabastro salpican las estancias.
«Intentamos hacer cosas especiales y cosas bellas», responde el empresario cuando se le pregunta qué tipo de clientes esperan. «No tengo ni idea. Yo no hago estudios de mercado. Si los hiciera, no haría las cosas», zanja.
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