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Autorretrato del pintor que vivió 12 años en Berzocana, montando un tigre de Bengala. Bert L. Long
Desde la Moto de Papel

Bert L. Long, el pintor norteamericano enamorado de Berzocana

Durante 12 años el pintor Bert L. Long vivió con su mujer en Berzocana. Regresaron a Houston en 1997 y no volvieron. Ella murió en 1998 y él en 2013. Sus cuadros, algunos en museos, se han revalorizado tras su muerte. En Berzocana su casera conserva muchas obras suyas

Sergio Lorenzo

Cáceres

Domingo, 23 de abril 2023, 07:53

Apoyado en el bordón que le ayuda a caminar, Manuel Caridad se quedó parado ante una gran cruz que nos encontramos a la salida de Garciaz, cuando estábamos haciendo la quinta etapa del camino de Cáceres a Guadalupe. Miró con detenimiento la placa que hay ... en la base.

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–¿Habéis visto? –Preguntó–. Aquí pone: «Garciaz a los vecinos que perdieron sus vidas en estos parajes por efectos adversos de la naturaleza». ¡La leche! Igual se complica el Camino.

–Ten cuidado –dijo sonriendo Guinea–. A ver si te pasa como a Fernando El Católico, que la palmó en Madrigalejo antes de llegar a Guadalupe.

–No me seas gafe. –Le pidió el cascarrabias mientras se sentaba en un merendero en donde hay un mirador celeste.

–Aquí hay dinero invertido –comenté yo al ver un telescopio y una estructura para reconocer las estrellas. –Está bien que se potencie turísticamente el buen cielo que hay en Extremadura. En este panel de Garciaz celeste está el escudo del pueblo con un latinajo: «Potius mori quam foedari». Ni idea de qué significa.

–«Antes morir que ser deshonrado» –tradujo Caridad, levantándose decidido–. Pero no hablemos de muerte. A seguir, que estamos empezando y queda mucho hasta Berzocana.

Sí que había camino: en total, 29 kilómetros, ocho horas por lo menos caminando. Habíamos empezado a las nueve. Dejamos un coche en Berzocana y fuimos a Garciaz en el otro, por carreteras donde difícilmente se podían entrecruzar dos coches. Curiosamente casi todas tenían un gran letrero que decía 'Carretera paisajística». Cada vez que veíamos un cartel de estos, Ana decía con razón: «¡Otra carretera mala!»

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Cada dos horas paramos a beber y comer bocadillos de jamón con tomate. A las once de la mañana, a la una y a las tres de la tarde. Nos perdimos porque el camino está mal señalizado, y otra vez tuvo que venir en nuestra ayuda Sanjosé, que apareció detrás de una encina cuando dudábamos en una bifurcación. «¡Es por aquí! Les tenéis que decir a los políticos que cuando se potencia un camino antes hay que señalizarlo», se quejó el difunto.

El camino era entretenido, sobre todo cuando teníamos que abrir y cerrar cercas, y nos encontrábamos con corpulentos toros que rumiaban mirándonos fijamente, mientras nosotros pasábamos de puntillas eligiendo árboles para subir en caso de apuro. A las cuatro de la tarde Caridad estaba muy cansado, renqueaba, se quedaba atrás y Sanjosé se puso a su lado para animarle contando una de sus curiosas historias:

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–Antes de morirme en el año 2008, en diciembre de 2007, hice con el compañero Jorge Rey un reportaje cerca de aquí. El de la historia de amor de dos pintores norteamericanos. Se trataba del pintor, escultor y fotógrafo Bert L. Long, nacido en Houston en 1940, muy conocido en su país por hacer fabulosas esculturas de hielo de colores, con obra en bastantes museos. Su mujer también era pintora, se llamaba Kelly Constance. Tuvieron tres hijos. A mediado de los años 80 a Bert L. Long le dieron una beca para vivir en Roma. El matrimonio estuvo un tiempo en Italia y luego vinieron a Guadalupe, vivieron casi un año en un hostal. Les gustó la zona y decidieron quedarse a vivir en Berzocana, donde alquilaron una casa.

Bert con su mujer Kelly, con la que vivió en Berzocana hasta que ella enfermó de cáncer de pulmón. S. E.

–He visto obras de Berto, como así le llamaban en Berzocana –añadió la pintora Ana–, y tiene cosas interesantes. Recuerda un poco al alemán Wolf Vostell de Malpartida de Cáceres, pero Berto medía casi dos metros y era negro, igual que la mujer.

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–Sí. Llegaron a Berzocana allá por 1985 en un Chevrolet –siguió Sanjosé–. Congeniaron muy bien con la gente; sobre todo él que no se perdía una fiesta y tenía buen saque. Hay quien dice que una vez, en carnavales, se comió más de 50 sardinas. Berto siempre estaba de buen humor en lo que consideraba su paraíso, y ayudaba a los demás. Pero después de tanta alegría llegó la desgracia. En 1997 Kelly enfermó de cáncer de pulmón, y se fueron a Houston para que le trataran allí. Se murió en 1998, y Berto ya no volvió a Berzocana.

–¿Qué fue de él en Estados Unidos? –preguntó Ana.

–Siguió creando y participando en exposiciones. Tras estar dos años viudo, empezó a vivir con la artista escocesa Joan Batson, con la que se casó. En 2012 le detectaron un cáncer de páncreas. Hay una foto curiosa que colgó en Facebook para celebrar la llegada del año 2013. Está encamado en el hospital con un rollo de papel en la cabeza y sobre el rollo una hermosa manzana, felicitando el nuevo año. Él decía que le gustaba el humor negro. Se murió a los 30 días de esa foto. Hay una cosa curiosa. Su obra se ha revalorizado en Estados Unidos, y he visto que se están subastando cuadros pequeños de él por 6.500 euros, y en Berzocana ha dejado muchas obras que tiene la casera.

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Bert celebrando la llegada del año 2013 encamado en el hospital de Houston. Al mes se murió. S. E.

Miramos a Caridad y vimos que no podía con su alma, y eso que ya faltaba poco para llegar. Guinea nos guiño un ojo y le dijo: «Oye, Caridad, ¿qué opinas de Irene Montero?». «¿Que qué opino de la ministra de cara de cemento? ¿Que qué opino de esta mujer que parece que ha hecho una amnistía como la que hizo Adolfo Suárez en 1977, pero en vez de liberar a presos políticos ha liberado a agresores sexuales? ¿Que qué opino de la que no tiene vergüenza para dimitir? ¿Que qué opino...». Así siguió un buen rato Caridad, que se había encorajinado y tomado carrerilla, clavando en el suelo el bordón para recalcar sus palabras, hasta que llegó el primero a la señal que indicaba que estábamos ya en Berzocana.

Allí paró, sudando a mares, mientras nosotros reíamos con ganas.

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