
El cacereño que chequea el aire en tiempos de pandemia
PREMIADO POR SU INVESTIGACIÓN ·
Héctor Gómez, alumno del IES Norba Caesarina, ha sido reconocido a nivel regional por un estudio realizado con un medidor autoconstruidoSecciones
Servicios
Destacamos
PREMIADO POR SU INVESTIGACIÓN ·
Héctor Gómez, alumno del IES Norba Caesarina, ha sido reconocido a nivel regional por un estudio realizado con un medidor autoconstruidoLe gusta leer, el hockey, la historia, la informática y pintar miniaturas. Estos días anda liado con los exámenes de fin de curso y con la vista puesta en la Ebau (antigua Selectividad). Quiere estudiar Medicina. Héctor Gómez Hernández (Cáceres, 2004), alumno del IES Norba Caesarina, se acaba de alzar con uno de los premios a jóvenes investigadores de la región que convocan Caja Rural de Extremadura y la Universidad de Extremadura. Ha conseguido el oro en la categoría de tecnología por un estudio titulado 'Análisis de la calidad del aire en tiempos de pandemia por medio de un medidor de CO2 autoconstruido'.
«¿Están los espacios de nuestra sociedad suficientemente bien adaptados a la pandemia?». Con esta hipótesis arranca la investigación de este joven, que ha sido coordinada por el profesor José Luis Plaza Sanz y cuya principal conclusión a grandes rasgos es que los edificios analizados (seis en total, además de su casa) tienen la ventilación suficiente como para mitigar la propagación del coronavirus. Después de fabricar su propio medidor, Héctor se lanzó a la calle para realizar el trabajo de campo. Hay que precisar que la ruta se hizo en marzo, antes de que la mascarilla dejara de ser obligatoria en locales cerrados, una medida implantada el pasado 20 de abril.
El IES Norba Caesarina, el hospital San Pedro de Alcántara, la biblioteca pública Rodríguez Moñino-María Brey, el centro comercial Ruta de la Plata, una cafetería de la avenida Virgen de la Montaña y una librería de la calle León Leal son los lugares en los que se ha centrado la investigación. Y, en líneas generales, han aprobado el examen.
«Quería ver si Cáceres se había adaptado suficientemente bien a la pandemia. He medido la concentración de dióxido de carbono (CO2), que tiene una relación indirecta con la posible cantidad de virus que haya o no en una estancia», expone Héctor, que pasó los primeros siete años de su vida en Hervás. Después, sus padres se trasladaron a vivir a Cáceres. Antes de llegar al Norba Caesarina, pasó por el colegio público Prácticas.
El trabajo justifica que la calidad del aire, medida en partes por millón (ppm), es proporcional a la carga vírica que pueda tener ese aire. «Si hay varias personas en una habitación y alguna de ellas es portadora del virus, éste queda suspendido en el aire en forma de aerosoles, a expensas de que el resto de personas pueda respirarlo y contagiarse. Cuanto más tiempo pasa, más aumenta la cantidad de virus en forma de aerosoles y aumenta además la cantidad de CO2 en el aire expulsado al exhalar. Aquí radica la importancia de la concentración de dióxido de carbono en el aire: cuantas más partes por millón de CO2 haya en el ambiente, mayor cantidad de aerosoles con la covid habrá también», argumenta en el informe su autor, que ha conseguido un galardón dotado con 250 euros.
«Mi principal conclusión es que mi ciudad se ha adaptado lo suficientemente bien a la pandemia y que los espacios públicos están bien ventilados», resume el joven de 17 años. Para determinar la calidad del aire en cada momento, se ha acogido al Reglamento de instalaciones térmicas en los edificios (Rite). En época de covid, según se explica en el estudio, las concentraciones admisibles de CO2 en interiores compartidos deben estar por debajo de las 750 partes por millón (ppm). Hay que tener en cuenta que el valor de dióxido de carbono que hay en el aire de la calle es de 400 ppm.
«Una clase que esté bien ventilada, con unos 20 alumnos, debe tener entre 600 y 700 ppm. Esos niveles estarían bastante bien porque no puedes eliminar de golpe el CO2. Son personas y están respirando», razona.
Con estas referencias a modo de guía y el medidor de fabricación casera ultimado –empleó para ello una impresora en tres dimensiones, entre otros recursos–, se dispuso a evaluar los espacios incluidos en su ruta, que realizó un sábado entre las 8.52 horas y las 20.51 horas. Le sorprendió, para bien, el nivel detectado en la biblioteca pública y en el San Pedro de Alcántara.
La jornada arrancó en su casa, donde los valores llegaron a alcanzar los 1.500 ppm al juntarse los cuatro miembros de la familia (Héctor, sus padres y su hermano mayor). «Son considerados valores altos, de ahí el riesgo que supone si con estas concentraciones de CO2 alguno estuviese contagiado. Por ello es fácil entender por qué la mayoría de los contagios se producen en entorno familiares», explica.
Ya en la calle, su primera parada fue el hospital San Pedro de Alcántara. Tanto el hall (600 ppm) como una sala de espera (685) presentaron buenos valores. No ocurrió lo mismo dentro de la cafetería del recinto, donde los datos empeoraron hasta alcanzar los 980ppm, un nivel por encima del mínimo recomendable en estos tiempos.
A continuación, Héctor se dirigió a la biblioteca pública, donde estuvo de diez a diez y media de la mañana y los valores se situaron entre los 497 y los 535 ppm. Más tarde, entró con su sensor a una cafetería de la avenida Virgen de la Montaña, donde en ese momento había 22 personas. En este caso, los datos estuvieron casi todo el tiempo por encima de los 800 ppm. «El aire era de calidad media para tiempos de covid».
Los niveles en la librería estuvieron dentro de los parámetros recomendados, mientras que en el centro comercial Ruta de la Plata –el análisis se realizó otra jornada– se registraron picos. En el aparcamiento el nivel de CO2 fue de 497 ppm, pero en los pasillos la cifra se elevó hasta los 800. En la tienda de moda 'H&M' el medidor registró unos niveles parecidos y en Mercadona la cifra descendió hasta los 680.
Héctor estudió otro día la calidad del aire en su instituto y aquí pudo comprobar la importancia de mantener los espacios ventilados. Al llegar, explica, los valores eran buenos (por debajo de los 750 ppm). Cuando entraron todos los alumnos la cifra subió hasta los 1.333. Se abrieron las ventanas y bajó hasta los 1.200 ppm. «Comenzamos un examen, se cerraron las ventanas y nos olvidamos. Los valores subieron sin parar hasta los 1.675 ppm». Al llegar la hora del recreo, cuenta, sin alumnos y con las ventanas abiertas se redujeron hasta los 487 ppm. El resto de la mañana, con las ventanas abiertas, los datos se situaron por debajo de los 750 ppm.
Contento con el reconocimiento a su trabajo, el joven investigador cacereño mira ya a su futuro universitario con un expediente que le respalda. Su nota media de ESO y de primero de Bachillerato es de 9,89.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Álvaro Rubio | Cáceres y María Díaz | Badajoz
María Díaz | Badajoz
Cristina Cándido y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.