La Casa de la Mujer de Cáceres acometerá en 2024 la más ambiciosa de sus reformas desde su creación hace 26 años. Abordará, tal y como ha precisado la secretaria general de Igualdad, Ara Sánchez, problemas estructurales como las abundantes humedades que padece el ... edificio, situado en la Ronda de San Francisco, frente al hospital San Pedro de Alcántara. Sánchez visitó el pasado miércoles este espacio seguro para mujeres víctimas de violencia de género y anunció que el próximo año se acometerán «importantes inversiones» para mejorar integralmente estos espacios y «dignificarlos». El importe que se dedicará dependerá de los presupuestos regionales, cuyo proyecto se presentará el próximo mes de noviembre. Un estudio técnico determinará cuáles son las medidas más necesarias en este espacio de la Junta que gestiona el Imex (Instituto de la Mujer de Extremadura).
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Para lo que sí hay fondos ya comprometidos es para las reformas básicas que se van a iniciar en los próximos meses y que estarán listos antes de finales de año. Se emplearán 50.000 entre las dos Casas de la Mujer, la de Badajoz y la de Cáceres. Aquí se llevará a cabo la revisión de los sistemas eléctricos, de las instalaciones de incendios y seguridad y se procederá a la pintura de este espacio, que se creó en Cáceres en 1985 y que durante un tiempo llevaba otra denominación, la de centro regional de la atención a la mujer. Fue en 1997 cuando se cambió al nombre actual, concibiéndose como un espacio abierto, un centro de referencia para formación y para sensibilización. Se atienden unas 3.000 consultas al año.
La Casa de la Mujer, que cuenta con unifamiliares y habitaciones abarca dos tipos de acogimiento, el urgente, cuando una situación de violencia provoca que la mujer requiera una protección inmediata derivada por Guardia Civil o Policía Nacional, un centro sanitario o algún punto especializado como una oficina de igualdad.
También hay un acogimiento de larga estancia, en donde se solicita un informe de derivación que justifique este servicio. El objetivo, además de garantizar la protección de la mujer, es poder trabajar las áreas afectadas por la violencia sufrida para alcanzar su recuperación.
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La secretaria general de Igualdad manifestó al poco tiempo de tomar posesión de su cargo su interés por mejorar las dos casas de la Mujer, cuya situación calificó en el mes de septiembre de «desoladora», como muestra, indicó, de la política de «desidia» llevada a cabo por el anterior ejecutivo regional.
Siete mujeres, la mayor parte con menores a su cargo, residen actualmente en la Casa de la Mujer de Cáceres. Se trata de un número variable, informan desde la Secretaría General de Igualdad, ya que se va adaptando a las necesidades que surgen y a los distintos tipos de acogimiento. La media de acogidas de las dos Casas de la Mujer de la región es de 50 anuales. En España hay alrededor de 90 hogares de acogida. Este tipo de espacio se considera un recurso temporal que se aplica para proteger a la mujer en diferentes situaciones. La intimidad y la seguridad están garantizadas en estas casas de acogida, que cuentan con muy diferentes perfiles profesionales entre sus trabajadores, una extensa red compuesta de psicólogos, trabajadores sociales y abogados, entre otros perfiles. Para acceder a uno de estos recursos no es necesario que medie denuncia. El sistema asume la dificultad que entraña dar este paso. La denuncia permite, no obstante, arbitrar una orden de protección que determina con quien están los hijos hasta que se celebre el juicio o el uso de la vivienda familiar. También puede determinar que se dicte una orden de alejamiento, lo que facilita el proceso. Según los expertos que trabajan en violencia de género el detonante de a la hora de denunciar puede ser una nueva agresión, pero no siempre es así. El factor emocional y la ligazón personal con el agresor hace que en ocasiones se llegue a retrasar ese momento. Una parte fundamental de la asistencia se ocupa de los hijos de las víctimas. Ocho psicólogos trabajan en toda la región con estos menores y también con chicas menores de edad que han sido víctimas de sus parejas. Una cuestión preocupante y que apuntan los estudios es el riesgo de transmisión intergeneracional de la violencia de género, y también que los niños adquieran patrones internalizados relacionados con ansiedad, con depresión, con bajo auto concepto.
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